OPINIÓN Raciel Garrido Maldonado/
Foto: Lukas Avendaño
El pasado 21 de julio se reunieron, previa convocatoria, los comuneros de la población de Xalapa del Marqués, Oaxaca, para tratar asuntos relacionados con su administración. Por tratarse de segunda convocatoria y conforme a la normativa vigente, se realizaría con los comuneros asistentes y los acuerdos serían válidos para todos los comuneros. Dentro de los asuntos a tratar resaltaba el referente a la participación de los comuneros de la delegación municipal de Guiechiquero.
Al iniciarse la asamblea se encontraban presentes 78 comuneros legalmente reconocidos y otro grupo de no comuneros, 88 aproximadamente, quienes asistían en calidad de invitados, por lo que sólo tenían derecho a voz, pero no a voto. Después del pase de lista, siguió el nombramiento de la mesa de debates y ya desde ahí se advirtió una serie de maquinaciones realizadas por el presidente de la comisaría, el profesor Manuel Calderón Jarquín, como por ejemplo, que el nombramiento de la presidencia de debates recayera en la persona del profesor Armando Ruiz Pérez, quien no había asistido a asamblea alguna durante los últimos cinco años, especialista en el manipuleo de asambleas y otras virtudes. Otro de sus logros es el de haber fungido como secretario de la comisaría de bienes comunales en el periodo del célebre Luis Altamirano, amén de que es dueño de varios volteos y de haber sido uno de los que recibió el pago por el derecho de vía por la construcción de la hidroeléctrica que fue rechazada por toda la población. Asimismo, nombraron como escrutadores a dos vecinos de la comunidad de… Guiechiquero.
Después del desahogo de algunos asuntos como el informe del presidente de bienes comunales donde se lució reseñando asuntos que los anteriores comisariados ya habían tratado, se llegó al punto que realmente le interesaba al comisariado y sus ad láteres: la exploración de la mina que se encuentra en el punto denominado Lachitoba. En efecto, Lachitoba se ha convertido en una verdadera mina para el actual comisariado. Al grito de “¡somos ricos!”, se dedica a comprar voluntades para lograr la autorización de la explotación que la honorable empresa Cruz Azul pretende realizar.
Lachitoba
Hace unos dos o tres años la empresa Cruz Azul detectó yacimientos de hematita y magnetita, minerales necesarios para la elaboración de cemento. De acuerdo a la última plática que se tuvo con enviados de esta empresa, donde expusieron en forma oral y por medio de filminas, datos que habían obtenido por la vía satelital. Dijeron que había un yacimiento de un millón quinientos mil toneladas que están a una profundidad de treinta metros. Para la explotación de estos minerales se habrá de hacer un socavón de tal magnitud que implica la destrucción y el deterioro de una de las áreas más ricas, desde el punto de vista ecológico, que tiene este municipio. Muchos argumentos han sido expuestos en este sentido y los acuerdos de la asamblea comunal han sido de no permitir su exploración y su eventual explotación.
Los lugareños de la comunidad de Guiechiquero han sido engañados por el ambicioso comisionado y sus compinches que ya se relamen por la cuantiosa cantidad que se dice ha ofrecido la Cruz Azul: 500 mil pesos mensuales. Bajo el argumento de que se crearán muchas fuentes de empleo, que no se afectará el entorno ecológico, que en caso de contaminación, ésta no afectará el embalse de la presa presidente Benito Juárez sino, como dijo el señor Martimiano Martínez, dueño de un restaurante en Guiechiquero, esos desechos irán a parar al río de Los Perros.
A pesar, de que los verdaderos comuneros han expresado su negativa, el presidente del comisariado Manuel Calderón Jarquín, ha empeñado su palabra con la empresa Cruz Azul de llevar a cabo esta tarea, pase lo que pase, con tal de obtener los dineros que le están ofreciendo. Los antecedentes del señor Calderón Jarquín lo avalan, ya que fue presidente municipal de Xalapa del Marqués y es recordado por sus “grandes obras”. Por eso un grupo de auténticos comuneros se está organizando para imposibilitar que tal explotación se lleve a cabo e impedir con todos los medios legales a su alcance que se acabe con el patrimonio de las futuras generaciones. Esto apenas comienza.