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La “reforma educativa” y sus actores

Rene Gonzalo Hernández L./

La lucha de un sector del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) por revertir la llamada reforma educativa tiene una nueva batalla cada día.

No obstante, en las de las últimas semanas han sido derrotados en forma repetida por el aparato del Estado y su equipo de propaganda, que logró removerlos del simbólico zócalo del DF y también del posicionamiento favorable entre la opinión pública, desvirtuando la imagen de quienes luchan legítimamente, entre otras cosas, por sus derechos laborales.

Sin embargo, aún es tiempo de analizar el papel de algunos de los actores que rodean a este conflicto. A riesgo de omitir alguno, enlistemos a los siguientes:

El SNTE: Tras la destitución de Elba Esther Gordillo, la nueva dirigencia encabezada por Juan Díaz de la Torre se ha plegado al gobierno federal priista, sin oponer resistencia a la reforma educativa ni a sus leyes secundarias. El sindicato sigue recibiendo recursos federales y ostentando puestos clave en los gabinetes estatales, negociados a cambio de apoyo político. Es decir, el charrismo sindical en toda su expresión, el cual en realidad nunca se había ido y que seguía mostrándose rampante durante los sexenios gobernados por el PAN.

El Gobierno Federal: Con el manotazo en la mesa que implicó la defenestración de Gordillo Morales, pensó que tendría vía libre y garantizado el respaldo social necesario para imponer su reforma, lo cual no ha sido del todo cierto.
En el marco del llamado Pacto por México suscrito principalmente por el PRI, el PAN y la dirigencia del PRD, negoció por la vía fast track una reforma que no atiende todas las causas del retraso del sistema educativo en México y que, más que la modernización educativa, busca meter en cintura al magisterio disidente encabezado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

La CNTE: Representa la contracorriente en el SNTE, pero de igual manera presiona para obtener y disfrutar de los recursos públicos, plazas burocráticas y poder político, muchas veces en menoscabo de la preparación de sus alumnos. Ha luchado por la no aprobación de las reformas, pero se ha encontrado con el bloque propagandístico que opera a favor del Ejecutivo federal y con el rechazo de parte de la opinión pública.

Al defender su postura, ha hecho a un lado incluso al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que a nivel de discurso respaldó a la Coordinadora señalando los excesos de la reforma educativa y sus leyes secundarias.

Los medios de comunicación oficialistas: Defienden a través de noticiarios y periódicos los intereses del gobierno en turno y de sus patrones: la clase empresarial.
Desgraciadamente, hacen muy bien su labor adoctrinando a la gran parte de la ciudadanía haciendo prevalecer la idea general de que de que el activismo del magisterio es algo pernicioso para el futuro de la educación en México y que las marchas de la CNTE son una muestra de que a los maestros no les interesa enseñar y menos trabajar.

La clase empresarial: Desde sus organizaciones creadas ex profeso -como Mexicanos Primero- y sus medios de comunicación, realizan una cruzada con pretensiones morales en contra del sindicato de maestros, tal como lo han hecho con otros gremios y asociaciones políticas. Este grupo olvida que si de una cruzada moral se tratara, ellos serían de los peores evaluados por su intervencionismo electoral, las pésimas condiciones laborales en las que mantienen a sus empleados, por la evasión constante de sus obligaciones tributarias y la compra de voluntades a nivel político… la lista de sus agravios en contra de la sociedad en su conjunto es larga.

Los gobiernos estatales: Han rehusado atender la problemática desde sus lugares de origen. Lejos de combatirlos y erradicarlos, están atrapados por los arreglos políticos hechos al margen de la legalidad; son rehenes de sus propias triquiñuelas y enjuagues. Tal es el caso de Gabino Cué, gobernador de Oaxaca, que por un lado rechaza la movilización en contra de la reforma educativa, pero que la cobija con recursos y el préstamo de inmuebles, por ejemplo, en el DF, desde donde la CNTE planeaba la logística de algunas de sus marchas.

La lista está incompleta sin mencionar a la masa acrítica que no se preocupa por informarse y, como en el caso de la ciudad de México, se queja por las dos horas que las manifestaciones les hacen pasar a bordo de sus autos, sin ver más allá y percatarse de que los abusos cometidos por el gobierno a través de las aprobadas reformas laboral, al principio de la administración de Enrique Peña, y la educativa, recientemente convalidada en el Legislativo, son sólo botones de muestra de los que como sociedad y como país nos espera. No hay que olvidar que la aprobación de la reforma energética se acerca tal vez de manera irremediable, lo que implica el mayor atraco desde la venta del territorio del norte cometido por Antonio López de Santa Anna.

Hablamos aquí de los ciudadanos que no se molestan por obtener información objetiva y que simplemente opinan sin siquiera conocer las diferencias entre El SNTE y LA CNTE.

Con estos actores, tenemos el caldo de cultivo perfecto para una reforma que poco o nada redituará en beneficio de los alumnos y que, al mismo tiempo, dispone el escenario para que la cifra de jóvenes que, sin oficio ni beneficio, se ven arrastrados a tomar las “oportunidades” que les ofrecen las actividades ilícitas y la franca delincuencia.

Este miércoles 18 de septiembre nos desayunamos con la noticia de que ocho de cada 10 alumnos en secundaria y cinco de cada 10 en primaria están en el nivel más bajo de rendimiento académico.