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Se pronuncian feministas de Oaxaca contra el Acuerdo Estatal para una Vida Libre de Violencia

Oaxaca, 10 de septiembre de 2013

A la opinión pública:

Nosotras mujeres de Oaxaca, que hemos nacido en esta tierra o que vivimos en ella, que somos profesionistas, amas de casa, mujeres que trabajamos de manera independiente o en instituciones públicas o de la iniciativa privada, y que aportamos al desarrollo económico de la entidad; somos madres, hermanas, hijas, somos ciudadanas que creemos en la libertad y estamos convencidas, por los hechos cotidianos, que la violencia feminicida y el feminicidio no se resuelven con “acuerdos” porque los acuerdos solo reflejan compromisos “de buena fe”, porque esa violencia que tanto nos indigna y daña, que no garantiza nuestros derechos fundamentales que determinan nuestra condición de humanas, demanda acciones concretas, específicas y fundamentales que son originalmente obligación y responsabilidad de quien gobierna esta entidad.

Somos nosotras, mujeres que solo representamos nuestra voluntad personal, las que vemos con extrañeza y desconfianza el llamado del gobierno del estado, encabezado por Gabino Cué Monteagudo, porque el acuerdo al que convoca este día no coloca la violencia feminicida ni los feminicidios como uno de los antecedentes que dan origen, suponemos, a esta firma, aún cuando en poco menos de la mitad de su sexenio, han sido asesinadas 226 mujeres, adolescentes y niñas, lo que equivale a una cifra promedio que produce indignación: 6.7 mujeres por mes asesinadas en Oaxaca, sólo teniendo como referencia los diarios locales.

Nosotras, frente a esas estadísticas, vemos que en Oaxaca, la vida de todas las mujeres está en una situación de emergencia nunca antes vista, si comparamos y observamos que se ha duplicado la cantidad de asesinatos cometidos contra mujeres por mes frente a los resultados trágicos de al menos las dos administraciones públicas que le antecedieron.

Nosotras, consideramos que no es necesario convocar a la firma de un acuerdo, donde incluso participará la iglesia, la más grande de las instituciones opresoras en la historia de la humanidad de los derechos y libertades de las mujeres, la iglesia que nos ve como “la mujer mutilada, tapiada, tapada”; la iglesia de la exclusión permanente y que no reconoce sino hasta hace poco más de cinco siglos nuestra esencia humana. Es la iglesia que protege y encubre a los pederastas de niñas, niños y adolescentes. Es la iglesia que condiciona a las mujeres a silenciar la violencia como única forma de preservar a la familia, aún a costa de sus vidas.

Nosotras, consideramos que bastaría entonces que el aparato de gobierno cumpliera a cabalidad con su obligación de proteger la libertad y la vida de las mujeres, tal y como la constitución mexicana y los acuerdos internacionales firmados por México lo mandatan y por tanto lo obligan. Su papel como gobernante es apegarse a las leyes, es hacer solo y únicamente lo que esas leyes le mandatan.

Nosotras, pensamos que mientras que la exclusión que viven las mujeres frente a la violencia se desarrolla en espacios de solitariedad y siniestramiento -una visibilidad invisibilizada-, esta misma exclusión es comentada, leída, discutida y legislada lejos de su origen, por ello las mujeres no se ven ahí, desconocen estas leyes tan lejanas a ellas como su tranquilidad y como la equidad jurídica a que tienen derecho.

Nosotras estamos seguras de que las instituciones están implicadas y obligadas a regular un orden en la cultura -en las ciudades, medio rural, colonias, barrios, municipios, poblados, etc.- capaz de contener y prevenir y/o poner un límite a la violencia a la que está sometida cada vez más el 51% de la población humana representada en las mujeres.

Nosotras, como muchas otras mujeres nos avergonzarnos, indignamos y condenamos la violencia humana, pero, ello no sirve, no es la solución, más bien es lo que nos sume en una cierta impotencia –permisiva- que nos paraliza, paraliza la acción ciudadana de reclamo hacia el gobierno y las autoridades por una falta de acción o por omisión.

Nosotras, ciudadanas exigimos que frente a la aplicación de la ley y su observancia el gobierno actúe con eficacia, no con ocurrencias mediáticas sino con apego a las leyes, reiteramos.

Nosotras, ciudadanas con derechos, demandamos que las autoridades asuman una ética de la responsabilidad, sean y actúen como una autoridad moral poniendo límite y freno a este odio que parece imparable.

Nosotras, rechazamos los actos de simulación como mecanismo de protección ante la incompetencia, y creemos con certeza que el “acuerdo” que hoy suscriben es un acto mediático que carece de acciones y definiciones para contrarrestar el doloroso fenómeno de la violencia contra las mujeres, cuyo costo es incalculable. Su acuerdo no tiene temporalidad, ni ofrece resultados a corto o largo plazo, no sabemos cómo pretenden autoevaluarse, ni qué metodología aplicarán, la rendición de cuentas y la transparencia, tan necesarias hoy ante la falta de resultados.

Nosotras, hemos analizado su documento y confirmamos que es sólo una acción oportunista que pasa sobre el dolor de las familias, de las madres, padres, hijos e hijas de las mujeres asesinadas y las sobrevivientes de la violencia, porque no concretan especificidades para la definición de políticas estatales o municipales, que sin duda implican la inaplicabilidad de estas como ha ocurrido con otras políticas públicas.

Nosotras, mujeres de Oaxaca, insistimos y no quitaremos el dedo del renglón, es obligación de quienes están al frente del gobierno, accionar políticas públicas específica y concretas que para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres de todas las edades, en todo el territorio oaxaqueño, dentro y fuera de su casa, en la calle, en el trabajo, en la escuela, en todos los espacios públicos y actuar en contra de quién o quienes sea necesario.

Nosotras, reiteramos nuestro rechazo a la creación de nuevos organismos, nuevos espacios o firmas de acuerdos, bastaría, insistimos con que cada quien cumpla con lo que la ley les obliga y preguntamos ¿dónde está el Consejo Estatal para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la violencia contra las mujeres?

Nosotras rechazamos tajantemente que se sigan desperdigando esfuerzos, pero sobre todo recursos públicos en actos de relumbrón, que en nada benefician a las mujeres, en especifico a las que por alguna razón sufren violencia de forma reiterada, sin que puedan saltar esa brecha por falta de oportunidades y que frente a ellas, las instituciones, señalen que no pueden actuar por falta de recursos.

Nosotras, mujeres de Oaxaca, nacidas o radicadas en esta entidad, no quitaremos el dedo del renglón y por ello rechazamos desde ahora este acuerdo, la firma de un documento, que cómo tantos otros se han signado en los últimos tiempos, bastaría –insistimos- con que ustedes cumplieran con las obligaciones para los cuales han sido mandatados.

Queremos resultados, concretos y específicos que se reflejen en nuestra vida cotidiana, en lo público y en lo privado, sin dobleces ni condiciones. Queremos vivir en libertad y sin violencia de género en contra de nosotras.

“Feministas en Oaxaca”
Alba Leilany Victoria Ortiz, Ana María Emeterio, Anel Flores, Anne-Katrin Stahn, Aurea Ceja Albanés, Aurora Velasco Santiago, Beatriz Hernández Bautista, Daniela María García, Daniela Ramírez Camacho, Edith Hernández, Edith Matías Juan, Edith Magali Jiménez Sánchez, Erika Carbajal, Erika Lilí Díaz Cruz, Evlin Aragón, Flor María Cervantes Rojas, Flora Gutiérrez Gutiérrez, Gilda Genis, Gerarda López Salas, Hilda Rodríguez, Irene Hernández Arriero, Jazmín Cruz, Laura Susana Chía Pérez, Lidia Aguado, Lidia Gaspar García, Magdalena Gámez Bojórquez, Mandy Elder, Mary Carmen Ortega, Mayra Morales, Mayra Serret, Magali Jiménez, Mónica Bustamante, Noemí Ayuuk, Rosy Velasco, Soledad Jarquín Edgar, Trinidad Bartolo López, Violeta Hernández Andrés, Viridiana J. Canseco Zárate, Yadira Cruz, Yesenia L.H, Yamile Gómez, Yésica Azucena Díaz Cruz, Yésica Méndez y otras más que cuyos nombres no aparecen porque les arrebataron violentamente la vida.