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Las tragedias que no debieron ser

Rene Gonzalo Hernández/

Como se ha hecho costumbre en México, cada año debemos lamentar las tragedias causadas por los fenómenos meteorológicos que provocan la pérdida de vidas humanas y desastres patrimoniales.

Estas circunstancias son un buen caldo de cultivo para que diversos grupos comiencen a tratar de obtener ganancias del río revuelto. Ejemplos de esto hay a pasto, comenzando por el oportunismo mediático de la presentadora de Televisa Laura Bozzo y siguiendo por el gobernador Eruviel Ávila que permitió el préstamo del helicóptero en el que la conductora se trasladó a Guerrero para “prestar ayuda” a los damnificados, tal como lo documentó recientemente el semanario Proceso.

¿Pero qué hay de los verdaderos responsables? Con los años, nos hemos acostumbrado a escuchar la serie de excusas que han esgrimido los funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno: “este año llovió más que en ningún otro”; “se trata de lluvias atípicas”; “estos fenómenos se originan por el cambio climático”, “nosotros emitimos la alerta en tiempo y forma”, etcétera.

La regla general es que los únicos que pagan, no por los fenómenos meteorológicos, sino por la corrupción que regularmente incuba estas desgracias, son los más pobres, quienes no tienen más que construir sus casas en zonas de riesgo. Esto debido a varios factores: en primer lugar, a que sus escasos recursos no les permiten acceder a inmuebles que no impliquen el peligro de perder su vida y su patrimonio. Por otro lado, son víctimas de intereses políticos, a través de los cuales se les permite establecerse en lugares donde no deben existir asentamientos humanos.

Como lo indica la Agenda 2030 de la Conagua, “el riesgo de pérdidas humanas y daños patrimoniales aumenta cuando se incumplen las leyes y las reglamentaciones relativas al uso de suelo, ocupación del territorio y ordenamiento urbano, ya sea por omisión o por corrupción”.

Esta aseveración nos lleva a identificar, como les decía, a los principales responsables. Se trata de funcionarios públicos que permiten la edificación de fraccionamientos o el establecimiento de comunidades en zonas de alto riesgo, como ocurrió en Nuevo León antes de la embestida del huracán Alex en 2010, que dejó un saldo de 16 muertos en cuatro entidades.

Otros implicados son empresas como Grupo GEO, entre otras, que comenzaron a construir casas en 1997 donde antes había un pantanal y manglares, esto con el cobijo del entonces alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, quien hoy goza de fuero como diputado federal.

Se suman a esta lista ex gobernadores como el hoy millonario Andrés Granier, quien poco o nada hizo para que las obras del Plan Hídrico Integral de Tabasco (PHIT) fueran culminadas en tiempo y forma, en beneficio de quienes por varios años sufrieron pérdidas de seres queridos y sus patrimonios por las inundaciones causadas por fenómenos como Lorenzo (2007), Dolly (2008), Jimena (2009), Matthew (2010), Harvey (2011) y Ernesto (2012).

Son responsables también empresas como ICA, del magnate Carlos Slim, que recientemente aceptó que la Autopista del Sol fue construida con recursos insuficientes, que provocaron mayores afectaciones ante el paso del ciclón Manuel hace unas semanas. Asimismo son imputables los funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que dejaron de pagar ¡por 13 años! los seguros de la red carretera federal pavimentada libre de peaje, que sufrió daños en 40% de su infraestructura luego del paso de Manuel.

La lista es larga, sin embargo, sobre todo son culpables funcionarios de la actual administración federal como José María Tapia Franco, director del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), quien fue visto apostando y bebiendo en Las Vegas mientras parte del país era arrasado por las lluvias. En este particular caso se encuentra también el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, quien mostró total indolencia ante la amenaza que se cernía sobre el estado que gobierna, mientras él disfrutaba de una fiesta con motivo del Día de la Independencia. Ambos siguen ocupando sus cargos sin que ningún viento ciclónico les haya despeinado un cabello.

La corrupción gubernamental y empresarial, además de la ignorancia y la pobreza, son el escenario perfecto para que este tipo de situaciones, desgraciadamente, permanezcan. Sin castigo para los verdaderos culpables, este tipo de tragedias seguirán repitiéndose.