Rodrigo Islas Brito
OAXACA, Oax. Ni Hollywood ni JK Rowling iban a cerrar la cortina de las bondades de la franquicia mágica de Harry Potter, así que le entraron al recurso precuelero con calzador e hicieron de Animales fantásticos y como encontrarlos (EUA, 2016) su apuesta para seguir haciendo más grandes sus arcas bancarias.
Newt Scamander (visceral Eddie Redmayne) el tipo que escribió los mejores libros de texto de la escuela de Howgarts es ahora el héroe a escoger vía una historia bastante deshilvanada en la que los elementos fantásticos del título nunca son debidamente asimilados para lo que se maneja como un thriller de aventuras en la que finalmente es la imponente y deslumbrante recreación de un Nueva York de los años veinte, el deber mejor conseguido en este nuevo intento de franquicia de mago taquillero empoderado.
En esta ocasión, Rowling se ha ido directo al negocio cinematográfico sin hacer escala antes en sagas literarias y ha escrito directamente un guion que no parece en su más de dos horas de duración lograr alcanzar una cohesión o claridad en sus resultados.
Al contrario de eso es la deslumbrante puesta en escena del director especialista de la mágica franquicia potteriana, David Yates, la que sufraga el compromiso valiéndose de un ritmo algo frenético y la aglomeración de personajes cada vez más oscuros y cada vez más vagos y cada vez más borrosos.
Como el chico golpeado por una madre fanática (Ezra Miller) que se la pasa anunciando con su rostro clavado en el suelo que algo no muy bueno ha de salir de sufrimiento, como el villano que va de aquí para allá sin nunca esbozar por lo menos el porqué de su persistente maledicencia (Colin Farrel, en el papel peor delineado de la cinta), como el cameo de Johnny Depp salido de ninguna parte y con un método de actuación a lo diva del expresionismo alemán, que vuele a dejar claro que hoy el joven manos de tijera está pasando por la peor etapa de su carrera.
A su favor la cinta presenta a Redmayne y su improbable grupo de aliados de una manera que por lo menos se queda en el sentimiento. La cada vez más descollante Katherine Waterston (Vicio propio, Steve Jobs) es muy adecuada como la maga que encierra a Scamander en trampas anunciadísimas de las que también lo termina sacando.
La cantautora Alison Sudol debuta en el cine como la hermana de esta, otra maga con reminiscencias a lo Jean Harlow, que enamora de inmediato con su timming de Marilyn Monroe al amigo buena onda de Scamander, Dan Fogler, muy divertido en su papel de panadero no mago que de buenas a primeras termina involucrado en intrigas de magos belicosos en la que todo el tiempo están amenazando con desmemoriarlo.
Animales fantásticos no es una mala película, pero si se percibe un desperdicio en su concepción final y una fallida certeza en sus resultados. La cinta más que conjugar, junta, aglomera, encima, todo hasta el punto en el que incluso la mentada zoología extraordinaria del título parecen estar ahí nada más para hacer montón.
Sin embargo aunque aburrida y confusa, esta búsqueda no se vuelve nunca una tortura y alcanza la categoría de aceptable divertimento sobre un universo mágico (el creado por Rowling hace 19 años) que sigue siendo para la generación millennial piedra de toque en su concepción de un tiempo en el que la magia es sinónimo de arreglar el mundo.
Como lo prueba la misma Rowling, quien hace unos días en un peculiar ejercicio de filantropía potteresca, mando libros del mago con cicatriz de zorro a niños bombardeados en Siria, en posición de morir fragmentados cualquiera día. La magia y sus muy extraños caminos.