Rocío Flores/Foto: Jorge Luis Plata
Paz Errázuriz es fotógrafa de Santiago, Chile. Para la artista la obsesión es indispensable en la Fotografía, no hay una necesidad de mostrar sino más bien de investigar cosas personales.
“Nunca me enseñaron, no tuve acceso a ciertos temas, ni oportunidades, con la Fotografía tengo la certeza, la oportunidad de mirar y la seguridad”.
Autodidacta, Paz Errázuriz mostrará en Oaxaca un mundo inspirado en el cuerpo, como un campo subversivo. Imágenes de un prostituto realizadas durante la dictadura, un tema tabú, prohibido y castigado con veto por la dictadura.
Recibirá también un reconocimiento especial en el estado por su constancia creativa. La artista ha aceptado charlar horas antes de que esto ocurra, de la relación de Chile con México y su impresión de Oaxaca, en el marco de la Feria Internacional del Libro, que este año seleccionó a Chile como país invitado.
“Con México hay una relación muy importante, este país siempre fue muy solidario con Chile, es un país hermano que recibió después del golpe militar a una cantidad de chilenos, responde Paz en tono suave que contrasta con su (aparente) fuerte personalidad.
Además de la relación política, Paz destaca un vínculo cultural determinante entre ambos países, a través del fotógrafo y cineasta mexicano Manuel Álvarez Bravo, reconocido según biógrafos por plasmar el paisaje y la gente con maestría y originalidad.
«Álvarez Bravo marcó la mirada de la fotografía latinoamericana, nos encontramos (los fotógrafos) con este gran Maestro, lo miramos, además de los contemporáneos”.
La obra de la artista chilena, postulada también al Premio Nacional de Artes 2017 en Chile conjuga las imágenes y las letras, en su visión sobre México convergen los textos de Juan Rulfo, uno de los grandes escritores latinoamericanos del Siglo xx, guionista y también fotógrafo mexicano.
“Para mi Juan Rulfo fue un antecedente realmente espectacular, un referente en mi trabajo… ellos han marcado nuestra historia cultural latinoamericana”.
Sobre Oaxaca habla de las plantas, de la comida, de la magia de los colores, del mercado y de la transparencia del aire, a la que le atribuye que todos los colores se vean más vivos, “estoy absolutamente maravillada con el color de Oaxaca”, dice la artista, experta en fotografía en blanco y negro.
“No puedo creer que ustedes tienen estos árboles, me da una envidia fenomenal”. Paz ha visitado el Jardín Etnóbotanico de Oaxaca en su recorrido por la ciudad, donde ya está listo el homenaje a su trayectoria y robusta obra, iniciada desde 1973 con la publicación de Amelia.
Los afectos en Oaxaca
La cercanía con el pintor, escultor y filántropo oaxaqueño Francisco Toledo y la fotógrafa Graciela Iturbide, ambos creadores reconocidos internacionalmente, se ha convertido en uno de sus afectos.
“Francisco Toledo ha sido una importante amistad de mi amiga Graciela Iturbide, conozco su trabajo y me impresiona todo lo que ha hecho acá”.
Paz Errázuriz reseña que su visita a esta ciudad le ha significado una doble emoción, por un lado el homenaje que la Feria Internacional del Libro, en colaboración con el Centro de las Artes de San Agustín (CASA) y el CFMAB le preparó es una inesperada y bienvenida sorpresa.
Y por otra parte, la sensación de libertad que le dio mirar nuevamente las imágenes de su libro rechazado.
“¡¿Cómo suceden estas cosas?! … es muy simbólico para mi este espacio, este lugar y también para mi carrera en la fotografía”, comenta la multipremiada e internacional artista, cuya obra ha sido expuesta en países como España, Francia, Venecia, Argentina, Marruecos y Perú, sólo por citar algunos.
La entrevista breve, realizada en su tercer día en Oaxaca, inició con un tono tímido en su voz, por minutos abrió la posibilidad de percibir su emoción, al final la artista regaló a la prensa una pose en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, donde recibirá su reconocimiento esta tarde a las 18 horas y exhibirá la serie de imágenes censuradas en la dictadura de Augusto Pinochet, del libro La manzana de Adán que tras décadas ha sido reeditado.
“Hay que tener 30 años de paciencia, que te censuren un libro es un castigo tremendo, pero se valoriza, se revierte a favor de uno”: Paz Errázuriz.