Paola Flores
─Un hombre se me acercó y me dijo: “¿a dónde mamacita?, vente conmigo”. Luego metió su mano por debajo de mi falda para tocar mis glúteos.
Aranza narra el momento en el que fue víctima de acoso sexual sobre la calle Manuel Bravo, en esta ciudad capital. El martes por la tarde, salió de su trabajo como todos los días y se dirigía a la Facultad de Bellas Artes, cuando su atacante Alberto H. G. la interceptó casi llegando a la esquina con Tinoco y Palacios, eran las seis de la tarde.
─Me paralicé, pero afortunadamente dos señores llegaron a ayudarme y llamaron a la policía, ésta tardó aproximadamente 30 minutos en llegar, aparentemente el hecho de que me hayan tocado no era una “emergencia”.
En una carta abierta, la estudiante lamenta y denuncia la actitud de los servidores públicos, quienes a su llegada mostraron indiferencia hacia su situación, en especial, dice, Zoila Cisneros Reyes de la patrulla 184.
─ En todo momento puso en duda mi palabra Al llegar a la comisaría municipal esta mujer seguía en la misma actitud grosera, “me decía: “¿segura que quieres denunciar?”, “¿estás segura de lo que te hizo?” y comentarios que sólo me agobiaban más.”
Detalla que junto con un comandante de nombre Raúl sólo retrasaban más el proceso y se negaban a continuar con el traslado, justificándose con que no había sido detenido “en flagrancia” y eso sólo ameritaba una sanción administrativa.
─Esperé tres horas , creo que querían cansarme para que me fuera, sin hacer justicia, además mientras estaba ahí escuché que mi agresor era familiar de un elemento, entonces entendí porque le daban tantas largas a mi caso”─ dice con tristeza.
Entrada la noche, y por la presión de sus padres y su abogado, el agresor fue trasladado a los separos para continuar el proceso de investigación. A las 22 horas ella fue llevada a la Fiscalía General del Estado, dónde tomaron su declaración, fue atendida por un médico y una psicóloga y se abrió una carpeta de investigación.
Este jueves tomaron la declaración a los testigos y se acudió nuevamente al lugar de los hechos, ahora es el juez quien determinará si seguirá el proceso en prisión o será liberado.
Actualmente existe una reforma al Código Penal, en su artículo 241, donde se especifica que quien sea encontrado culpable de acosar sexualmente a cualquier persona en espacios públicos, será sancionado con multas que parten desde los ocho mil 60 pesos a los 16 mil 120 pesos y uno a 3 años de prisión.
Sin embargo, para Aranza lo indignante en este momento es la falta de empatía de los servidores públicos y cómo trataron de normalizar su situación.
─El problema no comienza con que yo llevara una falda y tampoco termina castigando a mi agresor, sino radica en “las trabas” que pone el sistema cuando alzas las voz, el mismo sistema que sigue educando y justificando para que alguien se sienta dueño de tu cuerpo. Aún me resuenan las palabras de la oficial: “¿estás segura de lo que te hizo?, ¿estás segura que quieres denunciar?”. Sólo espero que cualquiera que se encuentre en la misma situación o en una peor, no tenga miedo, ni se quede callada, porque no es fácil y te hacen sentir que no vale la pena, pero lo vale.
Según el ayuntamiento capitalino, en 2017, los policías municipales fueron capacitados para saber cómo reaccionar ante estas circunstancias. En agosto informó que “con el propósito de sensibilizar a la policía municipal en materia de perspectiva de género, el Instituto Municipal de la Mujer (IMM) impartió los cursos denominados Nuevo sistema de justicia penal con perspectiva de género y Grupo de Respuesta Inmediata: Mujer Segura, al personal de la Comisión de Seguridad Pública y Vialidad Municipal. Sin embargo, la realidad no refleja la capacitación.
─Fui a Ciudad Judicial en el edificio Chu Rasgado, me dijeron que hay una Visitaduría para denunciar a las autoridades, pero solo atienden casos de AEI, peritos y ministerios públicos, para quejarme de los policías tengo que ir al municipio sólo que en ese departamento los defienden y lo más que pueden hacer es darles un castigo de 36 horas arrestados o suspenderlos tres días─ dice contrariada.