Rocío Flores y Lisbeth Mejía
La artista Carmina Escobar presentó este fin de semana una propuesta sonora que invita a indagar en el tiempo y la huella que deja en nosotros.
Carmina es vocalista experimental, artista intermedia, originaria de la Ciudad de México pero radicada en Los Ángeles (LA), California, donde conoció a una familia oaxaqueña, que de algún modo motivó la instalación que ahora comparte en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO).
Huellas del tiempo, trazos de nube y arena, está relacionada a la idiosincracia oaxaqueña y a su idea del tiempo. Es de alguna manera, un poema para una familia migrante de la Sierra Norte de este estado.
Platicamos con Carmina en el patio del MACO, mientras afinaban los detalles para la inauguración. Ahí compartió cómo se fue construyendo su propuesta sonora y por qué explorar en el concepto del tiempo, del que comúnmente en nuestras sociedades se habla, en términos de ahorrarlo, ganarlo o perderlo.
Primero recordó que Los Ángeles tiene una comunidad oaxaqueña gigantesca. Y justo eso le dio la oportunidad de encontrarse hace un par de años con la familia Maqueos, de San Andrés Solaga, la cual tiene una academia de música tradicional y distintas bandas filarmónicas en el barrio Koreatwon.
一Yo requería un sonido fuerte para llenar espacios abiertos y además siempre he estado enamorada de la música oaxaqueña porque tiene una potente fuerza sonora por el hecho de ser metales, pero también una fuerza emocional que me atrae muchísimo, entonces investigué y me encontré con ellos, principalmente con Yulissa Maqueos, un geniecillo, ella es quien dirige las bandas.
Carmina, trabajó con ella haciendo talleres para niños en los que elegían canciones representativas y luego se improvisaba. De esa experiencia reflexiona y destaca lo cuidadosos que están de preservar la tradición, pero también abiertos a experimentar.
一Ese es para mí el futuro. Unos niños que no se detienen ahí, se abren; contrario a lo que se podría pensar cuando hablamos de tradición, ellos plantean una transformación constante.
«El tiempo es aire, se desaparece en cuanto ocurren las cosas”
En honor a lo compartido con la familia, como esta concepción de que el tiempo es aire, pero también es algo que trascurre, la artista diseñó su pieza sonora pensando en el transcurrir del migrante que se va a Los Ángeles con ese sueño de hacer otras cosas, como lo hizo la familia Maqueos hace 19 años, cuando inició su camino y 一ya sea por la nostalgia o por mantener su identidad en esa gran ciudad一 fue formando y buscando diseñar esa escuela para enseñar la música de su pueblo.
一Hay muchas bandas en LA, pero esta escuela ha formado a muchos niños en Koreatwon. Es una bodega que no te imaginas, entras en una puertita y pero por dentro está gigantesco y al fondo hay tres o cuatro bandas ensayando al mismo tiempo, es una locura, pero es maravilloso.
Huellas del tiempo, trazos de nube y arena, es entonces una abstracción de esa experiencia, en donde la artista reelabora la idea de huella y la presenta como algo inefable, que no se puede explicar fácilmente con palabras, igual que el tiempo. También relaciona elementos que considera constitutivos en la identidad de esa población zapoteca. En el título se alude también a las nubes de San Andrés Solaga y a la arena como trazos que se desvanecen.
La pieza tiene de base la Canción Mixteca, en momentos más lenta, recupera también voces de la familia, con los que Carmina Escobar rememora esa nostalgia, sentimiento de pena o lejanía que viven los migrantes y que se va alojando en la memoria como una huella, pero también como una señal para el impulso creativo.
La instalación sonora invita a las personas asistentes a explorar en un espacio de tiempo de dos horas y 40 minutos, en las emociones, en los sonidos, en el silencio, a veces imperceptibles en la vida.
La pieza forma parte del ciclo de intervenciones sonoras denominadas Xëmaapyë (seguidores del tiempo en lengua ayuuk) y estará en el MACO hasta el 8 de julio.
1 Comentario
Laura
Creo firmemente en la fortaleza de esta pieza, tuve la fortuna de platicar con la artista y curador y es increíble, todo el ciclo de arte sonoro. Es lo que verdaderamente Oaxaca debe de voltear a ver, lo que realmente vale la pena, tiene un valor gradual que va subiendo en cuanto uno abre la cajonera del mueble que contiene las piezas, el concepto de tiempo transcurre sutilmente ante nuestras acciones cuando accionamos la pieza. Es simplemente increíble.
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