Texto: Rocío Flores
Foto: Carmen Pacheco
Todas las mujeres somos libres de dejar de hacer algo o actuar con el objetivo de que se nos mire y que las instancias de los tres niveles realicen acciones para frenar la violencia en el estado y en el país, sostiene la diputada Elisa Zepeda Lagunas.
Desde este lugar (el Congreso) debemos insistir en que, en el tema de la Administración y Procuración de Justicia en los casos de violencias contra las mujeres, es urgente la perspectiva de género. “Debe hacerse ya con esa mirada”, dice enfática.
La experiencia sostiene las palabras de Zepeda, quien ha vivido la violencia en distintos niveles. En 2014 fue víctima de un ataque en el que fue asesinado su hermano, Manuel Zepeda Lagunas, ella fue golpeada y amenazada, su casa fue incendiada y de ese ataque su madre también resultó herida.
La fortaleza de muchas mujeres desde su comunidad y en la ciudad de Oaxaca le ayudaron a reconstruirse, a observar las posibilidades que tenía para vivir y para aportar en resolver esta problemática que se ha ido naturalizado: el acoso callejero, sexual, la violencia en los hogares, en las escuelas, en los espacios laborales, son actos que durante décadas se han visto como normal, como tradiciones o creencias, y no lo son, hemos postergado las soluciones, y reforzando las prácticas hasta hacer de ellas una violencia sistemática contras las mujeres.
Con 34 años de edad, Elisa Zepeda Lagunas es ingeniera acuícola, durante el 2014 tuvo una activa participación en un movimiento de mujeres de su municipio, Eloxochitlán de Flores Magón, Oaxaca, quienes exigían la transparencia en el manejo de recursos, lo cual derivó en una emboscada de la que fue víctima ese mismo año.
Elisa también es activista y ha sido defensora de los derechos de las mujeres que han sufrido violencia. Fue electa como alcaldesa en 2016. Dos años más tarde fue elegida como diputada local para el Congreso de Oaxaca, donde ahora las mujeres ocupan 23 asientos y los hombres solo 19.
La diputada por el partido Morena accedió a una entrevista para hablar sobre las voces de protestas, las marchas y las distintas situaciones que hoy forman parte de la realidad de las mujeres en las calles y en otros espacios, incluyendo el mismo que ocupa en el Congreso del estado. Esta es la primera parte de dos.
¿Cómo observa el escenario en el que transitan las mujeres?
Se ha querido ver como algo integrado a la cultura, donde las niñas y los niños han sido diferenciados y las mujeres y los hombres asumen roles estereotipados. Pero no debe ser así. Debemos aceptar que estamos naturalizando tipos de violencias y hemos llegado a este punto: no estamos caminando seguras, ni somos libres de andar por las calles .
Estadísticamente está documentado que muchas mujeres no viven seguras ni siquiera en sus hogares. Y que también muchas otras se han atrevido a denunciar y lo más lamentable es que no pasa absolutamente nada. Por eso es necesario y urgente abordar el tema desde la Legislatura, y desde distintos espacios sociales. Ahora somos más las que estamos interesadas en describir, exponer y exigir alternativas para minimizar la violencia hasta el punto de erradicarla.
¿Cómo se mira ahora y cómo observa esta problemática desde el Congreso donde usted preside justamente la Comisión de Administración y Procuración de Justicia?
Para mí es indispensable ocupar estos espacios y abrirlos para otras mujeres. En el Congreso hay una crítica, no observan de manera amplia quizá, no están aceptando que las marchas y las manifestaciones de protesta en las calles son una interpelación al Estado. Otros lo están tomando como un discurso, por moda o nada más se suman, sin hacer una reflexión del por qué estamos viviendo este momento que es histórico.
¿Qué se está haciendo desde esta comisión de Justicia, por qué es tan complejo avanzar en este tema?
Actualmente estamos planteando una iniciativa sobre el acoso callejero, que es como la punta del iceberg, es apenas lo más visible de una serie de violencias que desencadena. Aunque tenemos un marco legal, se tiene tipificado el acoso sexual, pero de manera muy subjetiva. Es decir cuando tu vas a presentar tu denuncia casi te piden un dictamen psicológico que acredita que tienes una afectación por una situación de acoso. Esto es inadmisible.
Ahora lo que se está proponiendo en la 64 legislatura es más específico, para clarificar el acoso y sancionar a aquellas personas que hagan un silbido de manera vulgar o con contenido sexual, o que así lo perciba la víctima. O para aquellos que realicen algún tocamiento alguna exhibición de órganos sexuales.
Tengo la fortuna de trabajar con compañeras que tienen perspectiva de género y compañeros que han tenido la disposición para escuchar el tipo de planteamiento que hacemos. Revisamos en el Código Penal y encontramos que está muy subjetivo. Ahora realmente estamos frente a la posibilidad de concretar algo para que las mujeres ya no tenga que ser revíctimizadas cuando vayan a realizar sus denuncias.
Pero han pasado grandes cosas, no puedo negarlo y creo que se han hecho porque estamos en mayoría las mujeres. Desde el legislativo se logró la tipificación de la violencia digital o cibernética y la despenalización del aborto en la semana 12, cuya promovente fue mi compañera la diputada Hilda Pérez Luis.
Desde este espacio toca fortalecer el marco normativo, pero definitivamente es necesario hacer otras cosas en otros ámbitos, por ello alzo la voz para urgir las políticas públicas, que se analizacen en todos los niveles y en todos los poderes para que las mujeres tengan un marco legal y puedan acudir a denunciar bajo estos supuestos.
Luego tenemos que trabajar para que en todas instituciones se hable del acoso y de otras violencias propias de esos espacios, porque es uno de los primeros actos que van derivando en un problema mayor entre mujeres y pueden terminar en feminicidio, como lo hemos visto en el estado, donde ya contamos lamentablemente con más de 400 durante este sexenio.
¿Cómo visualiza el escenario del país para las nuevas generaciones de mujeres?
Como sociedad creo que estamos en un ejercicio de deconstruir muchas cosas que están mal. Prácticas que se ven como costumbres y que esconden violencia. Es un momento en el que nos toca abonar a este impulso tan grande que tienen las mujeres feministas y que nos da, a quienes estamos en los espacios públicos o políticos, toda la fuerza y el valor para proponer iniciativas y reformas.
Debemos actuar de manera conjunta, mirándonos desde todos los ángulos para hacer una gran fortaleza y dejar una mejor historia, o abonar para un nuevo comienzo, formar generaciones más seguras. y poblar el imaginario colectivo de una perspectiva feminista o de género, que no es otra que la del respeto por los derechos humanos de todas las personas y la construcción de la igualdad real con solidaridad y justicia.
Es un camino muy largo el que estamos atravesando las mujeres, pero ya hay grandes pasos y yo quiero que generaciones como las de mis hijas lo continúen, que sepan que vale la pena luchar y que los esfuerzos que se hacen van dejando mejores condiciones. Todas hemos sentido que podemos morir en este esfuerzo y nos cansamos, pero a pesar de todo nos mantenemos, somos las mujeres que mantenemos con vida al planeta, en defensa constante y somos tantas que cuando los ánimos de una aminoran, cuando se cansan unas, se levantan otras, por eso no se termina la lucha feminista, ¡tenemos que seguir!