En el Día Internacional de la Mujer, en Oaxaca reclaman alto a la violencia
Que quede claro, advirtieron miles de mujeres en el país, ¡nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio!
La lucha por los derechos de las mujeres en México vive un momento histórico. En 14 estados del país salieron las calles para mostrar su hartazgo y su deseo de justicia por las violencias que viven constantemente y por los 10 feminicidios que en promedio ocurren diariamente.
En Oaxaca, las madres de las víctimas de feminicidios encabezaban la protesta convocada por la sociedad civil, con carteles y fotografías de sus hijas asesinadas. Marchaban en silencio, interrumpiéndolo solo para gritar con rabia ¡justicia para Montse!, ¡justicia para Sol! ¡justicia para Dafne!
Mujeres de negro custodiaban a los costados, al frente y atrás de la marcha. El olor a copal se colaba entre las filas de mujeres reprochando la impunidad, la omisión y la complicidad en la gran mayoría de las violencias contra mujeres.
Oaxaca es uno de los estados con decreto de Alerta de Género por la crisis de violencia feminicida. En este sexenio son 405 víctimas.
De acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) el estado requiere de una respuesta de emergencia que modifique las prácticas estatales y sociales. Pero los gobiernos solo se han ocupado de acciones mediáticas, según integrantes de las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres.
Por eso, en el Día Internacional de la Mujer miles se unieron en distintas marchas. Unas siete mil personas, de acuerdo a las estimaciones de convocantes. En la capital del país se reunieron aproximadamente 150 mil mujeres, según datos de las organizaciones civiles. La Secretaría de Seguridad Ciudadana calculó 80 mil .
¡Vivas las queremos, vivas se las llevaron! ¡Si tocan a una, respondemos todas! ¡Ni una más, Ni una más, ni una asesinada más! ¡Queremos solución, no la rifa de un avión! gritaban aquí en Oaxaca mientras avanzaban por las avenidas, pintándolas de morado y verde, colores asociados al duelo y la esperanza.
Convirtieron las calles en campo de batalla, la palabra en su arma. Gritaron. Pegaron en las paredes stencils, las llenaron de tinta roja. Destruyeron vehículos oficiales, reclamaron al sistema de gobierno omisión para hallar a los perpetradores.
La marcha 8M reunió a mujeres de diversas ideas, edades, experiencias de vida, escolaridad. Entre ellas un grupo de jóvenes de un Colegio de Bachilleres, quienes tomaron el micrófono y reivindicando su derecho a vivir sin violencia, como lo hicieron durante la semana, exponían los casos de acoso, hostigamiento y discriminación de parte de sus profesores.
En otras manifestaciones integrantes de organizaciones sociales no gubernamentales y agrupaciones de mujeres indígenas exigieron respetar sus derechos. Unas cerraron en el Zócalo de Oaxaca y otras en la Alameda Central, en ambos lugares explicaban los porqués de la batalla que se está viviendo.
“Estamos aquí porque pasa el tiempo y la violencia hacia nosotras se incrementa y recrudece. Lo sabemos porque la encarnamos día a día, en la escuela, en el transporte público, en las oficinas, en las calles y lo peor, en nuestras propias casas. Sabemos también que muchos partidos políticos y organizaciones se están aprovechando de la coyuntura que existe en el país respecto a las mujeres».
Las mujeres mostraron que pesar de todo siguen resistiendo, muchas de ellas desde la precariedad y la falta de oportunidades.
“En este tiempo nada nos ha detenido, estamos resistiendo desde la alegría y la sororidad que se refleja en estos espacios a los que cada vez llegan más mujeres conscientes y con el deseo de acompañarnos para que nuestros caminos sean menos pesados».
Reconocieron que la violencia patriarcal es estructural y por eso es necesario estar unidas y seguir acompañándose.
«Salimos a dejar claro que, a pesar del país feminicida en el que estamos, no dejaremos de salir a las calles, ni de resistir desde donde podamos, cómo podamos y con quienes podamos. Con alegría, rabia y esperanza. Hoy salimos a exigir justicia para todas».
Las convocó la rabia. El temor de ser desaparecidas, violadas o asesinadas. La esperanza de hallar otro modo de ser humanas y libres.