Hugo Vélez (México, Distrito Federal-1965) es el artista que desde los años 90 del siglo pasado, pinta la negritud de una población olvidada durante siglos en el país, reconocida apenas en agosto de 2019 por el Estado mexicano.
El pintor y escultor aborda, consciente o inconscientemente, un tema quizá imprescindible para la humanidad: el reconocimiento de la diversidad étnica o la pluriculturalidad.
Aunque Hugo Vélez es muy claro en su quehacer artístico, a él no le interesa retratar la forma de vida de los afrodescendientes, va más allá. Crea realidades inexistentes, “imposibles” diría el autor.
Comienza a recrear en su obra a la gente negra de Collantes, Pinotepa Nacional en 1996, unos años después de haber llegado a Oaxaca, invitado por el pintor Rufino Tamayo para impartir clases en el Taller de Artes Plásticas homónimo.
En Collantes, el artista observó la vida de los jóvenes negros y de ahí comenzó a abstraer o «separar” a los negros de esa realidad. En la pintura, a través de un proceso creativo que en el arte suelen llamar Idealización, Hugo comenzó a recrear y a la vez, sin entrar en el terreno de lo obvio, a visibilizar a los negros que vivían en esta región del país.
Platicamos con el artista en su casa estudio para escudriñar más detrás de sus pinturas y esculturas, para saber cómo llegó a este estado, que según antropólogos y artistas es el “gran laboratorio de la diversidad”, y desde aquí a la negritud, como uno de los grandes temas en su trabajo artístico.
Hugo nos saluda desde la cocina, donde templa la pasta, descorcha una botella de vino y sitúa los ingredientes que ha dispuesto para comer, dice 一y se nota一 que cocinar es una labor que también disfruta; los Conciertos para Corno de Mozart acompañan la conversación.
一 México y varios países de África 一 dicen especialistas 一 comparten un pasado que sólo una pequeña parte de la población mexicana conoce y está relacionada con con los afrodescendientes o afromexicanos, quienes también forman parte de tu historia en Oaxaca. Y de alguna manera parte de tu obra está marcada por este pasado. ¿Cómo fue que llegaste a conocer la realidad de esta población en Oaxaca y por qué decidiste pintarlos?
一 La primera vez que visité Collantes, en la Costa, fui invitado por Lorena Vera y Nacho Carrillo, una pareja de artistas que conocí en las calles de Oaxaca. Ella es bailarina, cantante, música, una artista multidisciplinaria, él es etnomusicólogo y cada verano ambos organizaban talleres y daban clases de guitarra y de canto en esa región. Teníamos una compañera española: Inma Cervantes, una mujer súper divertida que siempre se incluía en los viajes y apoyaba con las escenografías. Todos en Collantes ya la conocían, era muy activa, de ese tipo de personas que trabaja con mucho ánimo, aunque no sea propiamente en su profesión.
Con más de 30 años viviendo en este estado, Hugo Vélez asegura que en Oaxaca hay mucha gente así como Inma, que se guía por la intuición y hacen cosas con mucha concentración o energía y les quedan bien. Dice que por eso ella se quedó aquí hasta su muerte, porque se identificó.
一Luego me incluí en el grupo, básicamente para las luces, que es como la ciencia del foro y la magia. Cuando llegamos en ese verano de 1996, que fue mi primera visita, los chavos negros lo único que querían es hacer máscaras y cuando nos vieron con los rollos de papel kraft y pintura comenzaron a gritar: ¡máscaras, máscaras! Querían la pintura y nosotros llevábamos galones de colores de Comex; esa primera vez no pude trabajar porque Inma y los chavos ya tenían sus actividades, así es que me puse a pintar.
Para el siguiente año le propuse a Inma enseñarles otras cosas. Algo que les sirva, que les funcione, porque a mi no me gusta enseñar cosas que no sirven para nada, aunque de por sí, dicen que el arte no sirve para nada, pero supongo que sirve para todo. Les enseñamos a hacer un pasa ojo, una especie de decoración que se acostumbraba en las esquinas de las casas.
Durante la charla Hugo explica que esos chavos estaban muy restringidos, pues en Collantes no había ni una aspirina. Justo por esa situación el sacerdote católico Glyn Jemmot Nelson, de Trinidad y Tobago, pionero del movimiento negro y fundador de México Negro A C. vislumbró la posibilidad de un cambio y comenzó una lucha por la reivindicación de los suyos.
一En Collantes era como la base del padre, todos los talleres o actividades culturales se realizaban ahí. Él estaba empeñado en que la población negra aprendiera otras labores. Llegaban los chavos de los Azufres, de Chacahua, hasta de las comunidades más pequeñas, el lugar era un referente quizá porque en este pueblo, en la última época del México colonial, hubo una acuñadora de monedas españolas, elaboradas, obviamente, con oro de nuestro país y la mano de obra de la población negra.
La conversación de Hugo Vélez fluye como olas en la mar de la costa oaxaqueña, un lugar que parece conocer muy bien, igual que la historia de los negros en nuestro país. Su hipótesis es que el problema de todo ese olvido y discriminación que ha vivido el pueblo negro comenzó desde la época en la que Hidalgo procura la Independencia: se les dio la libertad, pero no se realizó la manumisión, ese acto en el cual se le daba a un esclavo su libertad, pero también un nombre, un apellido de la persona a la que estaba sometida a la esclavitud. y un documento oficial.
一Los negros ni siquiera estaban en el Censo, apenas en 2020 el Instituto Nacional de Estadística y Geofrafía (Inegi) incluyó a los pueblos y comunidades afromexicanas en el censo poblacional para identificar las condiciones en las que viven…
一Claro. Lo otro es que cuando se reinventa la historia, cuando el PRI se vuelve lo que actualmente conocemos como PRI, le quitan lo negro a Morelos, y también de algún modo se encargan de acabar con la memoria de las familias, en cuánto a la esclavitud. Lo cierto es que aún sigue vigente.
De los negros de la costa dice que algunos se autonombran afromixtecos, es lo que son porque las nuevas generaciones ya son de ahí.
一 Hubo dos diásporas o dos movimientos de dispersión entre los negros en México. A base de pasarse la voz, algunos se fueron al Norte pero otros dijeron “dónde está chingón es Oaxaca” y algunos vinieron a la siembra del limón japonés, ese que sirve para sacar los extractos de sabor (cualquier cosa química que diga sabor a limón sale de esos limoncitos).
También llegaron los negros cimarrones, los esclavos negros “cautivos pero “que no tenían amo” y que poco a poco fueron huyendo hacia la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, y de algún modo los pequeños poblados mixtecos comenzaron a aceptar y se empezaron a mestizar. Eso es súper valioso para la comunidad.
En su charla, Hugo habla con tal fascinación de esa población que por siglos ha permanecido en el silencio, se pierde en el tiempo, va y viene del siglo XVII al XX, luego se instala en el presente para reflexionar sobre la discriminación o el racismo dentro de la mexicanidad.
一Lo que digo es que la gente no sabe que es racista con un negro, quizá porque el mexicano promedio nunca lo ha visto, no sabe que existe una población de afrodescendientes o afromexicanos. Entonces, si llega una chica negra de Pinotepa a la Ciudad de México y se sube al metro, muchos piensan que es cubana, dominicana o puertorriqueña, la confunden con todo, menos con una mexicana.
Incluso he escuchado comentarios como: “este cuadro está buenísimo, pero yo no tendría a unos negros en la sala de mi casa”, refiriéndose a mi obra.
一 ¿Y cómo fue que se fijó tu mirada en los negros, en las negras?
一Ya la vida me lo había mostrado cuando visité por primera vez Chacahua en un viaje de generación de La Esmeralda. Y aunque el primer cuadro que hice lo pinté de lo que vi ahí, la experiencia en Collantes fue muy distinta. Tenía claro que conceptualmente, en la temática y en la pintura, no me interesa retratarlos, imagínate si me pongo hacer cuadros de ellos pescando, o haciendo cualquier otra cosa, eso pueden verlo en fotografías, pero me interesa mucho más. En la pintura se le llama idealización a esto que básicamente es crear realidades imposibles. Si este cuadro fueran puros blanquitos, sería normal no tendría ningún sentido, lo interesante es que lo puedas juntar a los genotipos, a ese conjunto de información genética que nos conforma. Porque en Oaxaca somos una gran diversidad, el blanco, el mestizo y el indio y ahora el negro. ¡Faltaba el genotipo del negro!
En la negritud y en la piel indígena hay toda una paleta increíblemente amplia , una diversidad y mezcla de colores, dice el artista, quien nos confronta visualmente con imágenes de una población que en México, por siglos ha permanecido en el silencio. Y al mismo tiempo, nos invita con su obra a reflexionar sobre ese deseo de homogeneizar lo que no se va a homogeneizar, y aprovechar el privilegio de una nación múltiple.