Moda gris
“Oaxaca está de moda” y los desempleados y subempleados le sacan provecho al corredor turístico Macedonio Alcalá de la ciudad de Oaxaca: los vendedores ambulantes, la señora de los dulces regionales o el dúo Zapo-Celta.
No así Miguel Samperio, el magnífico jazzista caído en desgracia que un tiempo tomó como aposento el pequeño atrio del templo de la Preciosa Sangre de Cristo, porque un chaval le robó el saxo la noche anterior y no puede tocar para ganarse unas monedas.
Transcurre la tarde del sábado 14 de septiembre de 2019, estamos a tres meses del aciago lapso del 12 al 29 de diciembre, días de la aparición formal del “nuevo coronavirus” o covid en un mercado chino que ahora se me figura como el del relato de señor Gog en El libro negro, la novela de Giovanni Papini, pues hay de todo, incluyendo SARS-CoV-2.
Del IAGO a la avenida Independencia circulan miles de oaxaqueños y turistas de arriba para abajo y viceversa: para arriba, una minimarcha fúnebre por los nueve días de la muerte del artista Francisco Toledo donde van los escritores Jorge Pech y Manuel Matus, para abajo, políticos como el priista Alejandro Avilés y el petista Benjamín Robles Montoya.
El frío de septiembre se deja sentir, Samperio toma un sorbo de su tonayita mientras la multitud pasa, el ambiente parece de carnaval, “Oaxaca está de moda” y también los jochos con chapulines o el mezcal ancestral o el maguey papalometl o las “bodas zapotecas” —como las publicitan en Facebook— o “mixes” o “mixtecas” con su combo Guelaguetza.
Pasa para abajo la boda “multicultural” con los novios extranjeros que mueven los pies con torpeza, la banda de viento, los monos de calenda, los tiliches de Putla de Guerrero, los danzantes de la pluma y las chinas oaxaqueñas de Valles Centrales bailando “Son calenda”.
De entonces a la fecha, se irán dos años inverosímiles.
Es sábado 18 de septiembre de 2021, se han contagiado 73 mil 645 personas de covid o “nuevo coronavirus” y de ellas han muerto 5 mil 27 en Oaxaca después de año y medio y tres olas –así las llaman– de la enfermedad; del 6 al 19 de septiembre estuvimos en semáforo amarillo o de riesgo medio y del 20 del mes patrio al 3 de octubre lo estamos también; diez mil oaxaqueños han perdido su empleo formal y se han sumado a los desempleados y subempleados de siempre.
Aunque ya sin Samperio, pues antes de la pandemia se fue de máster a la banda comunitaria San Pedro Shihui de San Blas Atempa, Istmo de Tehuantepec.
En la esquina al fondo del atrio del templo de Santo Domingo van llegando las chinas oaxaqueñas para la boda del mediodía; mientras acaba la misa a puerta cerrada, se sientan en los arriates de la jardinera, se ponen el rímel y posan para la foto del turista americano.
Salen los novios y los invitados, al frente los esperan los monos de calenda y la banda de viento, se agregan las chinas oaxaqueñas y los tiliches: todos bailan una chilena, mientras se arremolina cuanto curioso para grabar el video en su móvil.
Declaro oficialmente reinaugurada la temporada “Oaxaca está de moda” en la nueva normalidad.
Nueva normalidad que es fría la mañana del jueves 23 de septiembre de 2021 en el corredor turístico Macedonio Alcalá: el día amaneció nublado.
Por el cerco al centro para evitar la instalación del comercio ambulante, hay vallas y un módulo de la policía municipal en el acceso por Berriozábal, la calle peatonal está casi vacía, los vendedores del “tianguis cultural” de la plazuela del Carmen Alto apenas comienzan a instalar sus puestos.
Transcurre lenta la mañana, andador abajo, circulan más turistas que habitantes locales, extranjeras pasean a sus perros criollos y oaxaqueñas a sus schnauzers o siberian huskies, abren los comercios formales, publicitan sus eslóganes: “Oaxaquiando Souvernir’s Shop”, “Yo amo Oaxaca Tours”, “La Proveedora Café Mezcal Bookstore”.
En la esquina con Independencia, trabajadores del municipio capitalino aplican agua con cloro a presión en las paredes de edificio de la UABJO para despegar los carteles.
Andador arriba, frente al edificio del Monte de Piedad, una joven de Presta Prenda atrapa a una señora: le explica cómo perder sus pertenencias a cambio de un dinero.
En el atrio de Santo Domingo, pululan los guías de turistas de agencia y los informales, se sientan en los arriates de cantera de las jardineras, bajo el frondoso framboyán, observan, valoran a los escasos clientes: ignoran a los visitantes de algún municipio cercano; ofrecen su servicios a la pareja joven del turismo nacional: “le contamos la historia del templo para que lo vaya conociendo antes de entrar”; abordan presurosos a los viajeros extranjeros y les proponen “recorridos de cultura”.
La vendedora ambulante joven ofrece las cucharas y los cubiertos de madera que hace su esposo, según dice; el niño vende golosinas; el indigente exige diez pesos para unos tacos.
Pasa una anciana con la canasta de dulces, paletas y cigarros; el anciano muestra los tenates y las bolsas de palma; otra anciana con bastón pide limosna. Seguro ya están vacunados, se salvaron de la covid, pero no de la pobreza y la mendicidad.
Algo tiene esta moda oaxaqueña que provoca, como en novela de Silvia Molina, que la mañana siga gris.