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La hija de la ex monja

Sor María Columba Patricia Cox, monja irlandesa del Verbo Encarnado, dejó en 1905 la escuela que conducía en San Antonio, Texas, para convertirse en la primera directora del Colegio San José para niñas, fundado en ese año por el arzobispo de Oaxaca, Eulogio Gillow. (Este ilustrado sacerdote renovó, acrecentó y embelleció las posesiones de la iglesia católica en Oaxaca, pese a que la constitución mexicana prohibía a ese culto religioso, desde 1857, poseer inmuebles.)

El historiador Guillermo Rangel Rojas, en una publicación en su sitio de Facebook “Oaxaca. La historia jamás contada”, recuerda el curioso destino de María Columba Patricia Cox, quien llegó a tener cien discípulas en el Colegio San José, instalado en el edificio que hoy ocupa la Biblioteca Pública “Margarita Maza”.

La jornada de sor María, cuenta el historiador Rangel Rojas, comenzaba a las cinco de la mañana y terminaba a altas horas de la noche; incluía reuniones de trabajo con las monjas profesoras, impartir clases y administrar la institución. No es de extrañar que en 1909 la directora Cox cayese enferma. Lo llamativo es que, tras dimitir del colegio, renunció asimismo a sus votos monacales para casarse en 1910 con Luis Bustamante, “el soltero más cotizado de la región” apunta Rangel (lo cual se entiende mejor mediante una información que proporciona otro historiador, Sebastian Van Doesburg: Luis Bustamante, a principios del siglo XX, era propietario de la próspera tienda El Pabellón Nacional, establecida en el Portal de Clavería de la plaza de armas en la capital oaxaqueña).

Del matrimonio de la ex monja irlandesa con el oaxaqueño nació el 4 de junio de 1911 la niña María Manuela, llamada familiarmente Marianela. Los Bustamante Cox tuvieron otra hija, María Luisa, cuya fecha de nacimiento ignoro. Tampoco sé si su hermana Manuela acudió a recibir su instrucción básica en el colegio donde su madre fue la primera directora, y que hasta 1922 —refiere el historiador Rangel Rojas—estuvo a cargo de la madre Teresa Tapia.

La autora Hortencia Hernández, por su parte, apunta que la joven Bustamante Cox estudió en colegios particulares y después en la Universidad Nacional de México. En ésta llevó cursos de arqueología, etnología e historia del arte, “Todo es bondad en el mundo de Sor Juana ficcionado por Cox; todo es posible, hasta que Aguiar y Seijas no oculte su llanto por la muerte de la poetisa (234). Todo es tan ideal que el mismo personaje de Sor Juana desmerece la inteligencia de la Sor Juana real”.

En el medio oaxaqueño no son raros los autores incómodos por sus posiciones ideológicas y por su innegable destreza literaria. Uno de ellos es Esteban Maqueo Castellanos, con su reaccionaria y magnífica novela de la revolución «La ruina de la casona». Otro, más conocido por su servilismo hacia el PRI, fue Andrés Henestrosa, quien publicó pocos libros pero parece el autor de uno solo, muy bello: «Los hombres que dispersó la danza».

Patricia Cox es otra autora nacida en Oaxaca que no puede leerse sin cierta prevención ideológica, si bien es innegable su talento narrativo. En «Batallón de San Patricio», su indignación ante el destino de los irlandeses condenados pese a su magnanimidad, le permite superar las cautelas que lastran su prosa. A esto no fue ajeno su catolicismo, sin embargo, pues para ella los arrepentidos invasores eran mártires:

“De pronto se escuchó el galopar de los caballos, y una vez más, la contraguerrilla poblana se presentó frente a los irlandeses del San Patricio. Aquella presencia indignó a la gente, que gritó insultos, pero los hombres avanzaron resueltos a contemplar con perverso deleite el final de aquellos hombres que habían escuchado la voz de su conciencia y habían cumplido los deberes que ellos olvidaron por el oro yanqui.”

Cuando María Manuela Bustamante Cox falleció el 14 de junio de 2000, el PRI estaba a punto de perder la presidencia de la República por primera ocasión. Es muy probable que la noticia de ese cambio hubiese causado gran satisfacción a la escritora, aunque el mandato del panista Vicente Fox fue, como sabemos, desastroso para la nación. La autora no llegó a presenciar los horrores que el panismo foxista derramó sobre México.

Años después de su fallecimiento, se supo que María Manuela y su hermana María Luisa preservaban entre los tesoros familiares un antiguo título de propiedad prehispánico que por muchos años se creyó perdido. El historiador Sebastian Van Doesburg refirió el hallazgo en su artículo La reaparición de un valioso documento en la Sierra Mazateca sobre la recuperación del Lienzo de Ayautla.

“El célebre historiador Wigberto Jiménez Moreno vio y fotografió el documento el 29 de octubre de 1936 en casa de las señoritas Bustamante, que vivían en la calle de Guanajuato 143 de la colonia Roma, y eran hijas de Luis Enrique Bustamante, el propietario del Pabellón Nacional, tienda ubicada en el Portal de Clavería de Oaxaca a inicios del siglo XX. Sin embargo, hasta el 5 de octubre del año en curso [2016] se ignoraban estos detalles y sólo se conocía la fotografía conservada en los archivos del INAH. Nadie sabía dónde estaba el original. Aquel día, atendiendo una llamada del editor de libros Miguel Ángel Porrúa, personal de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova acudió a Coyoacán, a la casa del conocido grabador y escultor Lorenzo Rafael, nieto de Luis Bustamante, para apreciar el documento original conservado cuidadosamente a través de los años. Allí supimos, además, que las ‘señoritas Bustamante’ eran Manuela (como escritora conocida bajo su seudónimo Patricia Cox) y María Luisa. Siguiendo esta feliz noticia de la reaparición del lienzo después de 80 años, Lorenzo Rafael y su esposa Stephanie Counihan accedieron a vender el lienzo a la Secretaría de Cultura para ser entregado al Archivo Histórico del Estado de Oaxaca”.