“Una masturbación literaria, un estímulo para dejar de ser escritores de cajón y pasar a publicar libros”.
Esa es la apuesta de la Feria de Identidad del Libro de Oaxaca (FeDILDO) que se realiza desde hoy y hasta el 18 de diciembre de forma virtual (@fedildo y facebook live de Armadillo Cultural y Alejandro Aparicio Morales) y semipresencial en el Centro Gastronómico Cultural Marcos Pérez, en la colonia Figueroa, y la Casa Comunitaria del Artista de Santa Cruz Xoxocotlán.
El compromiso con Alejandro Aparicio Morales fue el de realizar una entrevista formal, pero ya en puntos cafeteros en el Nuevo Mundo, devino en una conversación informal donde hubo una coincidencia global: la FILO es un mercado muy aburrido y Oaxaca está para otras cosas.
Reportero (R): todavía hace algunos meses nos ilusionábamos con tiempos pospandémicos distintos, pero estamos volviendo a lo mismo: en el sector literario, en particular, esa posición confortable y acomodaticia, una inercia de varias décadas. Al parecer, no vamos a entender la lección de la pandemia, no obstante que, como dicen por ahí filósofos, pensadores diversos y escritores, si no cambiamos, literalmente nos va a llevar chingada.
Alejandro (A): desde hace dos años he experimentado una desilusión por la poesía: para qué escribirla en un estado donde no tiene tanto peso. De eso me di cuenta cuando pasé de escritor a editor. En Oaxaca no se producen libros ni se realizan lecturas de poesía. El problema es el de siempre: tenemos una feria del libro donde no hay espacio para los escritores oaxaqueños.
R: a partir de esta reflexión, propusiste desde el año pasado la FeDILDO. Es una feria en la que tratas de promover la literatura local y la de otros ámbitos que no es comercial.
A: la FeDILDO nació porque estamos hasta la madre de la FILO, porque cada año no encontramos en ella a escritores oaxaqueños. Yo he dicho que soy un poeta de la calle –que no en la calle–. Desde ahí he vivido el mundo literario y he descubierto que hay un gran potencial en los chavos, pero también que no encuentran espacios. En esa feria oficial, ven el reflejo de personas con una gran vida literaria, al tiempo que se dan cuenta que ellos no tienen posibilidad siquiera de comer de las letras. A partir de esto, abro el espacio, la FeDILDO, un juego de palabras a propósito que mi tema siempre ha sido erótico.
A: hay otra problemática: hacemos libros, pero no tenemos lectores. Ha sido un problema muy cabrón aquí en Oaxaca, porque cuando organizas una lectura de poesía llegan los mismos autores, entonces, para qué escribir si no tenemos lectores.
R: puede que falten los escritores, pero también los lectores. Dónde están. La sociedad misma debería generarlos. ¿Dónde están los lectores que necesita Oaxaca? Dejemos atrás este romanticismo de pensar que los escritores tienen que formar lectores.
R: por otro lado, paradójicamente, el mercado editorial está provocando que no haya lectores, sino consumidores.
A: además, se empezó a escribir para ganar premios. Es un error. En lo personal nunca he creído en los premios. Uno de los escritores de mi editorial (Astromelia Ediciones) ganó un premio en España; llevaba algunos años ganando el segundo o tercer lugar, pero el año pasado obtuvo el primero. Desafortunadamente, pasó inadvertido. Él, como lector, se dio cuenta que un premio es algo efímero y hasta estúpido. Tuve la oportunidad de acompañarlo cuando llegó el lote de libros: fue una emoción muy grande, sus dos minutos de éxito, pues luego nadie se enteró, nadie se acercó, nadie lo siguió impulsando.
R: alguna vez entrevisté a un escritor que me dijo que era buenísimo para los premios: lo mismo ganaba Pronósticos Deportivos que un premio literario. Es real, le sucedió.
A: al final, con FeDILDO se quiere una feria libre, no institucional. Sobre todo porque en la oficial hay una idea vendida.
R: claro, es un mercado, un mercado muy aburrido, eso lo sabe cualquier persona, que unos estén contentos con ese mercado, que crean que así es la vida, es otra cosa.
A: la FeDILDO ni siquiera la veo como una obligación. Lo aclaro, además, porque luego la gente cree que uno tiene a fuerza que efectuarla, y eso está muy cabrón.