Fotografía: José Francisco Jerónimo
Esta noche Los Elementales harán su debut mundial
Esta historia comenzó desde 1999 cuando surgió la agrupación musical «Lorena y Los Alebrijes». Los artistas fundadores Lorena Vera e Ignacio Carrillo decidieron que a la par de compartir su propuesta musical, en la que fusionan ritmos de distintas culturas de Oaxaca, debían trabajar en la creación de un proyecto cultural, artístico, estético, histórico y social.
Ambos optaron por incluir en su proyecto el tequio a su comunidad, una vez al año o el tiempo que fuera posible. Así lo han hecho durante dos décadas y este 2021 la pandemia de Covid-19 les permitió compartir su labor por casi todo el año y dar vida a Los Elementales.
Nacho y Lorena enfocaron su proyecto cultural y social primero con los pueblos negros de la Costa chica de Oaxaca, por dos razones: el origen de Ignacio Carrillo, quien, en la búsqueda de la comprensión de su origen y su ser, comenzó a trabajar con un grupo de niñas y niños negros de esa región en un programa que llamaron Desarrollo Artístico Comunitario (DAC), al tiempo que indagaba en la música afro-mexicana y comenzaba a fusionarla con sonidos étnicos de México y África, y otros ritmos de carácter electrónico y folclórico que hoy les define.
La otra razón, dice Ignacio, es que al darles estos talleres a los niños ellos les regresaban mucho más”.
De la Costa chica a los Valles
Debido a las dificultades para llevar su programa a otras regiones del estado, por situaciones derivadas de la pandemia, este 2021 decidieron cambiar de lugar y también participar en las convocatorias del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) para recibir un financiamiento que les permitiera seguir con su labor.
“No somos partidarios de participar en esta convocatorias, es la primera vez que lo hacemos y se dio la oportunidad”, cuenta Ignacio.
Una vez que lograron el financiamiento, llevaron el DAC a un grupo de niñas y niños de las Colonias Unidas, una población que habita en los alrededores del basurero de Zaachila en los Valles Centrales de Oaxaca. Durante este año estuvieron realizando talleres con el enfoque tradicional y de la escuela afro, entre otros.
“Buscamos establecer una relación entre las colonias unidas como El Impulso, El Manantial, y otras, con la comunidad de Zaachila, pues se mantenían como aisladas, con problemáticas muy fuertes, con falta identidad porque vienen de otras comunidades lejanas y se sienten como desarraigados ”.
Lorena y Nacho establecieron contacto con maestros de Zaachila, quienes se mostraron dispuestos a compartir algunas actividades propias de la cultura zapoteca de esa región junto con ambos músicos.
“Cuando llegamos las primeras veces los chicos se creían cholos, les preguntábamos que música escuchaban y nos decían SFK o Santa Fe Klan les preguntábamos cómo llegó esa música ahí, si no les gustaría ser un danzante de la pluma y que les tomaran fotos los japoneses … Nos respondían, esos (los zaachileños) son cuchilleros, carniceros”.
“Poco a poco les fuimos explicando que Zaachila es un gran bastión de la cultura zapoteca y fueron integrándose el maestro Aldair, David, Vale, quienes les compartieron información de la cultura y al final los niños salieron diciendo, soy zaachileño. Ya no son cholos”, cuenta Lorena.
Durante casi todo el año, salvo dos meses críticos de la pandemia que se suspendieron las actividades, los maestros de Zaachila ayudaron en la disciplina con las chicas y chicos, quienes tomaron clases de zancos, aprendieron de danzas africanas, de la soltura y la libertad del cuerpo. “Les incluimos estas danzas porque es parte de nuestra propuesta, son danzas fuertes pero también amables”, dice Nacho.
El etnomúsico cuenta que lo que quisieron hacer al incluir la educación afro es integrar la forma de aprendizaje onomatopéyica, es decir se aprende de manera más natural, más orgánica.
También estudiaron con ellos Anatomía para saber cómo se mueve el cuerpo, cómo está compuesto, cómo podían hacer para sostenerse en los zancos, una actividad que se integró como parte de la cultura tradicional.
Lo bonito de esto, destaca Nacho, es que hay otra posibilidad distinta de disfrutar de nuestra labor, porque en el escenario es «padre», pero no te sientes tan humano, te sientes humano ahí, al trabajar con la gente, caminar con ellos.
“Al tercer día de las clases de zancos estaban todos caminando y el maestro estaba impactado porque cada vez que los niños se subían eran como gelatinas”, relata el músico.
Las niñas y los niños, hijos o hijas, varios de familias de la Costa alta que migraron a Valles Centrales, tomaron clases de diferentes disciplinas artísticas, de historia del teatro prehispánico y contemporáneo, hicieron sus máscaras y aprendieron distintos ritmos como Sabar de Senegal, Mapalé de Colombia, y otros ritmos emparentados de Brasil, Cuba y del Congo.
«Todos son ritmos emparentados. Pero cuando acaban con Diablos y Chilenas de la Costa o el Carnaval de Putla entienden de dónde vienen», destaca Nacho.
En junio de este 2021, este grupo de estudiantes de arte hizo una primera presentación con danzas afrocaribeñas, además Lorena y Nacho se dieron a la tarea de hacer un registro de todas la actividades y planean hacer un documental. Por lo pronto, nos adelantan que de toda esa labor en Zaachila surgieron como Los Elementales para hacer
Lorena Vera dice que hablar de los Elementales es hablar de los sueños ecologistas de los niños y las niñas por medio de hipnóticas imágenes sonoras que, finalmente, esta noche harán su debut mundial.
La transmisión de este proyecto será este miércoles 29 a las 20:00 horas a través de la página de Facebook de la Secretaría de las Culturas y Artes (Seculta).
El programa Desarrollo Artístico Comunitario (DAC) de Lorena Vera e Ignacio Carrillo fue realizado con el sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (Fonca).