Gracias a la visión y generosidad de un escritor y su familia, en la población oaxaqueña de Ixhuatán, en el Istmo de Tehuantepec, desde el año pasado abrió al público un nuevo centro cultural: Casa Yaza.
Establecido por el escritor y académico Manuel Matus Manzo, Casa Yaza es dirigido por la promotora cultural Irlanda Matus Martínez; además, para el funcionamiento del espacio colaboran el biólogo Manuel Beedxe Matus Martínez y la profesora Ofelia Martínez López.
El 26 de diciembre de 2021, el pintor y grabador Shinzaburo Takeda llegó a Ixhuatán para entregar como donativo un tórculo o prensa de grabado a Casa Yaza, y comenzar con este instrumento un curso de técnicas de artes gráficas que incluyó la realización de xilografías (grabados en placas de madera), colografías (grabados con papel y textiles recortados) y sellos en linóleo. El taller culminó el 30 de diciembre con la exposición titulada «Nabani», en la que se desplegaron 20 grabados impresos sobre papel con el nuevo tórculo de Casa Yaza.
Esas obras realizadas con las técnicas de xilografía y colografía, integraron la exposición colectiva en la cual participaron Ygnacio Castellano Delgado, Silvia Castillo Martínez, Sofía Cortés Castillo, Germán Cueto Delgado, María Fernanda Delgado Cuevas, Frida Fuentes Andrés, Brissa Yolanda Gallegos Escobar, Jonathan Gallegos Peña, Eugenio Liljehult, Jesús Nieto Aquino, Kevin Jesús Nieto Blaz, José Antonio Orozco Delgado y Arcenia Soriano Marín.
Mientras mujeres, hombres y niñas del pueblo trabajaban intensamente con el maestro Takeda y los jóvenes artistas Pablo Gómez y Elena Martínez —aprendiendo el uso de gubias y otros instrumentos para grabados—, quien esto redacta tuvo la oportunidad de desarrollar cinco sesiones de creación literaria con dos mujeres, dos niñas y un joven del pueblo. Los resultados de este breve taller constituyen la primera publicación de Casa Yaza: un boletín con breves poemas, ilustrado con la gráfica producida en el taller «Nabani», que aparece en enero de este año. En el boletín figuran textos de Cristina Andrés Sánchez, Silvia Castillo Martínez, Nivony Xandria Castellanos, Rosa Mairani Gallegos Escobar y Edgar López Zárate.
La inauguración de estas actividades, el 26 de diciembre por la tarde, contó con la presencia del poeta chiapaneco Víctor García, quien presentó su libro «Vuelta del húngaro», publicado por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, con comentarios de la académica Arcenia Soriano Marín y el escritor Matus Manzo. En su prólogo al volumen de poemas, el poeta Balam Rodrigo pondera: “Este libro nos muestra a un creador en la plenitud de su oficio, en tanto la riqueza lingüística y profusión verbal de su poesía, la fuerza coloquial y testimonial de su discurso, su cercanía con el romance épico y la oralidad, así como la singularidad del dialecto centroamericano de su español, hacen de «Vuelta del húngaro» una obra poderosa escrita a ritmo y filo de machete sobre la corteza de la memoria”.
La convivencia de los artistas y escritores visitantes con el pueblo de Ixhuatán fue por demás estimulante y fructífera: cinco días dedicados a las artes gráficas y a la literatura en un espacio cultural sostenido por la familia Matus Martínez con pocos recursos, mucha creatividad y una gran generosidad, en un momento en que las autoridades (alegando escasez de recursos e inclusive pérdidas financieras) optaron por mantener cerradas e inclusive cancelaron instituciones culturales.
Después de las actividades realizadas en diciembre, a la interesante biblioteca de Casa Yaza se suma un taller de artes gráficas con prensa propia, el cual servirá para formar nuevas vocaciones artísticas que el taller permitió detectar en un grado muy avanzado entre pobladoras y pobladores ixhuatecos de diversas edades.
Con el apoyo solidario de la población, los artistas y escritores participantes en estos talleres de fines de diciembre en Ixhuatán, disfrutaron no sólo de la hospitalidad de Casa Yaza sino del contacto con la naturaleza, representada por el río Ostuta y la selva que alimenta, así como de la calidez de mujeres, hombres, jóvenes, niñas y niños ixhuatecos que respondieron a la amplia convocatoria hecha por la familia Matus Martínez.
Con el joven biólogo Manuel Beedxe y la pareja de académicos escritores Víctor y Arcenia, dimos un breve paseo en balsa por el río. Nos salió al paso la belleza de blancas garzas, negrísimos cormoranes y tordos sargento, con elegantes galones rojos en sus oscuras alas. Todos cruzaron el cielo azul, de una punta del follaje a la otra, y en ocasiones se zambullían en las tranquilas aguas transparentes, no muy lejos de nuestra embarcación.
Otro día, en el ranchito donde los Matus —padre e hijo— mantienen la tradición campesina de la familia, el joven Manuel Beedxe nos sorprendió con los trabajos de notable ebanistería que realiza con maderas de guanacastle y caoba rescatadas de árboles que la lluvia derriba. Otro poblador de Ixhuatán, el ebanista Jesús Nieto, nos sorprendió también con sus creaciones de moblaje, en madera también rescatada de árboles que se colapsan en la selva.
Una mañana, mientras nos dirigíamos a Casa Yaza para comenzar con los talleres, un joven detuvo al maestro Takeda en la calle para mostrarle su ingenioso retrato de una mujer en cuyo cuello reposa una iguana. El muchacho y su padre nos explicaron el interés del incipiente artista en continuar dibujando, aunque por ahora tiene que postergar su creatividad para dedicarse a trabajar en la ciudad de Minatitlán, en cuya refinería acaso se pierda el talento de este dibujante. El maestro Takeda lamentó que no haya en la zona un centro educativo para fomentar talentos como el que salió a saludarlo con gran emoción.
Por ello es importante la contribución que el artista nacido en Japón ha hecho a Casa Yaza con la prensa para imprimir gráfica, y será muy importante que el espacio cultural de la familia Matus Martínez dé continuidad a los cursos de artes gráficas en Ixhuatán.
Quizá la Facultad de Artes Plásticas y Visuales de la UABJO pueda también aportar elementos a este importante proyecto formativo en la parte oaxaqueña del Istmo. La universidad pública tiene con esta región de Oaxaca una deuda que urge solventar. De la inerte Secretaría de las Culturas y Artes del estado, ¿cabrá esperar algún apoyo? Es dudoso, pues esa instancia oficial permitió el cierre de un espacio tan importante como el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca sin dar explicación alguna, ni exigir clara y perentoria rendición de cuentas a dicha institución museística.
Por lo pronto, Casa Yaza cuenta con la aportación de otras y otros ixhuatecos generosos, como Magdalis Padilla, integrante de la Fundación Cultural GuidxiYaza, los hermanos Orozco Delgado, Miguel José, Petrona y Eugenio Liljehult. El apoyo que no aportan las instancias públicas obligadas a proporcionarlo, sí que se desprende de ciudadanas y ciudadanos conscientes de que urgen espacios culturales como sitios para la convivencia, la formación y el esparcimiento de la comunidad.
Casa Yaza (cuyo nombre proviene de la palabra zapoteca para “hoja de maíz”) es un ejemplo de que, con muy limitados recursos, mucho entusiasmo y suficiente conocimiento de la promoción cultural, así como apoyo solidario, es posible no sólo abrir nuevos espacios para la difusión de las artes y la cultura, sino proyectar nuevas expresiones artísticas y crear públicos para la cultura, actividades que urge retomar en un mundo vulnerado por la pandemia.
En un momento de crisis existencial como el presente, las artes pueden ser una poderosa influencia para sanar más pronto, no sólo el cuerpo, sino el espíritu de nuestras sociedades postradas. Casa Yaza se perfila como parte de esa imprescindible profilaxis comunitaria.