Fotografía: Carmen Pacheco
Una colección de objetos rituales penden sobre la pared del chalet del Centro de las Artes San Agustín (CaSa). Son 87 piezas de la colección del antropólogo René Bustamante que muestran algunos de los símbolos de las culturas que habitan Nueva Guinea, la segunda isla más grande del planeta, que cuenta con más de mil poblaciones étnicas diferentes y 850 lenguas.
Las piezas muestran conceptos centrales de algunos grupos humanos de Oceanía, a donde pertenece Nueva Guinea, y similitudes que comparten con otros pueblos originarios del mundo, a pesar de no tener contacto cultural.
El antropólogo cuenta que todos los objetos fueron coleccionados a lo largo de tres viajes diferentes, por razones estéticas y por el profundo interés de saber sobre el significado de los símbolos en estas culturas.
Como ejemplo, menciona al jabalí como símbolo de bienestar. El coleccionista explica que muchas veces ese animal tiene un sentido más profundo en algunas comunidades. A veces duermen sobre sus cabezas porque aseguran que transmiten sus experiencias. Todos los cráneos tienen una historia, también puede ser el de un ancestro.
Esos objetos 一explica一 tienen una cubierta con sangre menstrual que representa la fertilidad, no solo de los humanos sino también de los animales y plantas. En esas culturas la conexión con el entorno físico natural es similar a la de los pueblos originarios. El humano en estos espacios es parte de ese entorno, destaca. No es como nosotros que lo vemos todo desde afuera. Ellos son parte de un todo, animales, plantas y gente son una unidad, no son entes separados.
“La gente (de Nueva Guinea) tiene su propia lectura de esos objetos y cuando estos son removidos de sus espacios o de su contexto cultural, nosotros los vemos desde el lado estético, pocas veces nos acercamos a ellos de una forma más abierta o tratamos de verlos desde la perspectiva de la gente que vive en el lugar».
Sucede en todo el mundo 一continúa一, con el turismo los elementos culturales que tienen un sentido muy profundo se desconectan de la cultura y se convierten en productos. Oaxaca es un ejemplo. Ahí están las historias que nos cuentan de símbolos ancestrales, la gente compra la historia, pero el objeto tiene otra.
El acto de crear ha sido un amplio tema en las manifestaciones artísticas de todos los pueblos, sus objetos rituales son prueba de ello. La muestra es justo una sugerencia a mirar esos objetos desde una perspectiva cultural.
Simbólicamente destacan unas cinco piezas que tienen como común denominador al murciélago, considerado como un animal protector y el principal propagador de semillas, el que dispersa las semillas de los alimentos o de las plantas que un día vuelven al hogar.
Esas piezas tienen una media luna o un gancho que en Nueva Guinea utilizan para colocar fruta, carne o cualquier otro alimento que luego cuelgan en las casas. La mayoría, cuenta el antropólogo, son casas comunales en las que viven hasta 40 personas. ¡Grandísimas!, equivalen hasta a tres o cuatro pisos de un edificio contemporáneo.
En el espacio abierto de la mitad hacia atrás hay una especie de tapanco; entonces, tienen dos espacios donde pueden vivir y funcionar, la parte de abajo es donde se convive, juegan, tocan música y se come. La parte de arriba es exclusivamente para dormir. En lo alto de esos techos, que son de 15 metros más o menos, tienen una polea sujetada con cuerdas con la que suben y bajan las piezas para proteger los alimentos de roedores o animales nocturnos y de otros grupos que por alguna razón llegan ahí por diversos conflictos.
«Siempre hay un animal protector o algo que representa a los ancestros, que, como en casi todas las culturas de los pueblos originarios, son quienes formaron esa comunidad o ese pueblo».
De todo eso nos cuenta el antropólogo a través de esta muestra. Evidentemente, también se exhibe la destreza técnica y el conocimiento (de quien lo hizo) sobre los símbolos de cada comunidad.
Las piezas, resume René Bustamante, hablan sobre Nueva Guinea, donde la gente todavía vive en condiciones muy complejas, no obstante que la isla fue “descubierta” por los europeos en 1522. Como en México y muchos países de América Latina y África, todo el tiempo transcurrido no ha podido cambiar la personalidad del lugar. La gente sigue manteniendo su cultura.
Oceanía. Arte ritual de Nueva Guinea se inaugura este domingo a las 13:00 horas en la galería Chalet del el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa).