- Platicamos con el cineasta Roberto Olivares para conocer un poco sobre este largometraje que inicialmente fue pensado para documentar la vida ceremonial y terminó como una plegaria ante la violencia en esa región de la Costa chica de Guerrero
A unos 500 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, se localiza Yoloxóchitl, Guerrero. Cada año, la gente de esa comunidad mixteca sube a los cerros más altos hasta llegar a donde brota el agua y corre el viento para pedir la lluvia y buenas cosechas.
En Yoloxóchitl, como en muchas comunidades indígenas del país, este es uno de los rituales más importantes porque la lluvia es la vida. Mientras en las ciudades la gente se preocupa porque ya subió el dólar o cualquier otra cosa, en los pueblos a la gente lo que realmente le puede cambiar la vida, es la lluvia.
En esos rituales destaca el papel de los “rezanderos” como don Martín Severiano, un hombre que el cineasta Roberto Olivares conoció sin imaginar que sería el protagonista de Plegaria, su más reciente documental.
Olivares cuenta que a esta historia llegó de manera fortuita, como regularmente sucede en casi todos sus proyectos. Mientras realizaba con un lingüista estadounidense unos videos que tenían la finalidad de documentar la lengua mixteca a través de actividades cotidianas y rituales, se enteraron que la comunidad iba a realizar una ceremonia en el cerro y fueron a grabar.
Caminamos casi dos horas para llegar al cerro. La ceremonia dura toda la noche. La gente lleva sus cobijas. Los señores matan a un animal para ofrecer su sangre y las señoras preparan la comida. El rezandero lanza su plegaria durante toda la noche, casi sin parar o con unas pequeñas pausas para tomar algo o comer. La gente solo acompaña, la mayoría no tiene una función dentro del ritual más que estar ahí. El enorme árbol cobijaba el altar, describe.
“He visto muchas ceremonias en México, pero esta me impactó mucho cuando empecé a comprender lo que decía el rezandero: hablaba de las lluvias, de la feminidad y otros elementos que evidenciaban un vínculo muy fuerte con la naturaleza”, resalta Olivares.
A partir de ahí, se interesó en documentar la vida ceremonial de la localidad.
Poco tiempo después de que grabaron la ceremonia, el rezandero de la comunidad fue asesinado y le pidieron a don Martín Severiano tomar ese lugar.
Roberto tenía una buena relación con él, la cual estableció cuando hacía los videos del lingüista, así que le propuso hacer un documental de la vida ceremonial de Yoloxóchitl en el que Martín fueran guiando la historia.
Comenzaron grabando algunas escenas de su labor como rezandero, un papel importante en la conservación de los ritos ancestrales ya que se desempeñan como interlocutores entre las necesidades de la comunidad y las “fuerzas naturales”.
La idea era documentar a detalle la ceremonia de petición de lluvia y la ceremonia de cambio de año. Lamentablemente, tiempo después, Martín también fue asesinado y la historia dio un giro. De manera natural, el documental se fue convirtiendo también en un registro de la violencia que aqueja a esa región del estado de Guerrero.
“Fue una muerte muy inesperada. No pudimos llegar a su entierro porque el pueblo está muy lejos, como a 16 horas de esta ciudad, y hay que atravesar caminos peligrosos”, recuerda el documentalista.
Roberto Olivares pensó que ya no podría continuar la película. Pero al año que acudió al pueblo al levantamiento de cruz, y a entregar parte del material grabado, la esposa de Martín le preguntó si ya no lo iba a continuar.
Le dije que tal vez ya no era prudente pensar en la película. ¿No pueden hacerla o no quieren?, insistió. Respondí que de continuar tenía que incluir el tema del asesinato de Martín.
“Mi esposo estaba muy emocionado con el proyecto, termínenla”, me dijo, y entonces se convirtió en un compromiso con la señora, con la familia y con la comunidad.
Olivares cuenta que antes de salir a Yoloxóchitl al levantamiento de cruz, por fortuna decidió llevar la cámara para grabar algunas escenas más, pensando en que con la muerte de Martín, no iba a volver a ese lugar. Y fue de esa manera que grabó algunas escenas más con la idea de que pudieran ser útiles para concluir.
Fue complicado, admite el cineasta. No tenía una estructura ni gran parte de la traducción, pero al final la historia terminó convirtiéndose en un homenaje a los rezanderos y a las personas asesinadas. Y aunque su intención inicial no era hablar de la violencia, estaba ahí y tenía claro que debía mostrarla indirectamente para no afectar a la familia.
El documental, concluye Olivares, es una plegaria ante la violencia en esa región que está afectando incluso la vida ritual y ceremonial de la comunidad.
Plegaria fue presentado en junio de este año en la edición 37 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara y seleccionado entre cuatro películas para el premio Mezcal en la categoría Documental.
Roberto Olivares: Egresado de la Universidad Iberoamericana en Comunicación Social. Miembro fundador de Ojo de Agua Comunicación. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca. Sus películas han sido seleccionadas en diversos festivales nacionales e internacionales como La Berlinale y El Festival de Cine de Morelia. Ha obtenido 17 reconocimientos, 2 por Plegaria.
Documentales: Compromiso cumplido, Silvestre Pantaleón, El señor de las tres caídas, Dios nunca muere, entre otros.