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Toro-Goya indaga en el dolor, el miedo y las huellas de la violencia 

El artista Mauricio Toro-Goya exhibe su más reciente trabajo Altares y penas en el que reitera su lenguaje visual narrativo como soporte de un discurso político

Foto: Brian Chávez García

El fotógrafo chileno Mauricio Toro-Goya regresa a Oaxaca, después de tres años de distancia y exhibe su obra más reciente Altares y penas, una muestra que destaca por los colores vibrantes, objetos, símbolos y conceptos con los que indaga en la huella de la violencia y el dolor, y a su vez alude a la resistencia ante un sistema de vida impuesto y cada vez más adverso.

Como toda decisión en su obra, el color y todos los elementos simbólicos en esta serie de fotografías representan un gesto político.  El uso de la paleta cromática sobre las 15 piezas originalmente en blanco y negro, expone el autor, es una reacción a esa forma del capitalismo de establecer códigos de lo que es “el buen vivir”.

“Son colores que no forman parte de los códigos visuales habituales del capitalismo, donde generalmente se impone la idea de lo más reservado y minimalista y los colores son considerados de mal gusto, porque representan  a la izquierda o al pueblo. Por ejemplo, en Chile el rojo es mal visto por la derecha”

Al final, cuenta Toro-Goya,  los colores para ciertos grupos  de poder simbolizan códigos políticos que están  muy internalizados.

Así como Oaxaca recuperó la gráfica popular para manifestarse durante la revuelta  social del 2006, en Chile, durante el estallido social del 2019, los jóvenes volvieron a tomar elementos más contemporáneos y salieron a manifestarse con gráficas en las paredes de las calles  y colores de los  años 70 de la Unidad Popular. 

De la misma manera, la obra reciente de Toro Goya recupera la máxima del fauvismo en la pintura, que es la exaltación del color, para manifestar expresiones de rabia, impotencia o furia ante la violencia y el dolor. Además, pone en el centro el tema del miedo, como una posibilidad de encontrar la valentía al enfrentarnos a él. 

Altares y penas se inauguró el 15 de septiembre en Oaxaca: Fotos: cortesía Mauricio Toro-Goya

Altares y penas está construida desde ese contraste. La exhibición es una huella de la violencia y el dolor,  agrega el chileno, cuya obra se caracteriza por la intertextualidad. Su producción artística está llena de significaciones, interconexiones de textos, obras, autores, referencias, citas, alusiones al diálogo interior, la parodia o la ironía.

Simbólicamente, el artista utiliza en estas piezas el pan de oro aludiendo a la técnica oriental de Kintsugi para reparar las heridas que ha provocado este mundo violento que propone como único modo de vida el neoliberalismo, y a su vez muestra en las cicatrices parte de la belleza de las cosas y de las personas.

También establece un puente entre México y Chile, a partir de un cruce entre dos figuras femeninas y sus obras: la autorrepresentación de la  pintora mexicana Frida Kahlo  y el poema Miedo de la  chilena Gabriela Mistral.

Toro-Goya conecta estos y otros elementos con su narrativa visual con los que busca mantener la memoria histórica, común entre los pueblos latinoamericanos, donde la violencia de género, la violencia política y otros tipos de violencias simbólicas han dejado una huella profunda personal y colectivamente, aunque también por su vigencia pueden llevar a la muerte.

En Altares y penas, al artista sugiere mirar el miedo como alternativa para hallar un hito y  reconocer que así como existe la derecha  y la izquierda, como dos mundos opuestos, pero complementarios, (aunque el capitalismo nos ha hecho pensar que lo opuesto representa solo lo malo), detrás del miedo también está la valentía y en ésta una posibilidad de hallar el equilibrio. 

La muestra se exhibe hasta el 23 de octubre en la galería Resplandor ubicada en Constitución No. 100-A en el Centro Histórico. 

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