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Fábula oaxaqueña: este oficio sí es para los cínicos

De pronto se abre el bosque y aparece la visión: pienso que todo el periodismo es crítico y justo, pero no…

Entre gitanos no se leen la mano, perro no come perro, este oficio no es para los cínicos —el dicho ultramanoseado de Ryszard Kapuscinski, a quien algunos consideran el mejor periodista del siglo XX—, son mitos del periodismo.

Pero de eso nos damos cuenta después de años.  El problema es que tal visión romantizada prevalece en el medio, entre los mismos colegas, entre los jóvenes prospectos —escasísimos, por cierto— y, desafortunadamente, entre la gente que lee a los periodistas, a los medios.

La verdad es que el periodismo está lleno de cínicos: gente que asciende o se encuentra posicionada por estatus o relaciones o por corromperse o ser abyectos, y no por vocación y capacidad. Yo ironizo siempre diciendo que uno sale de Polakas —la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM— con promedio de 9 o más directo al metro CU, mientras los otros, los hijos de famosos periodistas, los bien relacionados, sin importar su nivel académico, van directo a los grandes medios,  sean de izquierda o derecha o quién sabe qué madres.

En Oaxaca he encontrado “periodistas” que están orgullosos porque tienen fotos con todos los gobernadores, o porque abrieron el baile de fin de año con mandatarios estatales tan nefastos como Ulises Ruiz Ortiz, o los que explotan a los reporteros de una forma obscena. Dios mío, cómo pueden decirse periodistas este tipo de personas, me pregunto. Pero ahí están, figurando, dirigiendo medios, siendo exaltados por los mismos colegas.

Trabajando de forma solitaria y por fuera —no están en ningún medio—, Vidal Pineda, Damián Lagunas y Adriana Chávez obtuvieron un premio de periodismo internacional. Me daría gusto el asunto si se ganaron un varito para sobrevivir en este ingrato oficio, pero realmente no me interesa demasiado. Aunque está bien, finalmente. Hay que alegrarse un poco.

Pero lo que sí me interesa decir es que por una situación que ellos han querido mantener en privado, los quisieron agandallar de manera baja —con el poder del montón, escudados en el progresismo, la fama y otras artimañas cínicas—, una red de supuestos periodistas independientes, y el tercer lugar del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter de alguna manera no solo los reivindica, sino que visibiliza su trabajo en su verdadera dimensión.

El reportero da un manotazo frente a sus ojos y la visión se desvanece: “cada vez alucino más y me está gustando, se me hace que voy a dejar el noescafé y pasaré a otros niveles: al del mezcal”, piensa.

1 Comentario

  • Miguel Pineda Figueroa
    Posted 15 de noviembre de 2022 at 10:19

    Felicidades por tus comentarios Renato, da gusto saber que en este medio, existen periodistas íntegros como usted, que con muchos pantalones describe la falsedad y corrupción de algunos sectores y personajes dentro de esta actividad. Con solo leer lo que usted escribe e informa uno se da cuenta de su gran profesionalismo. No cabe duda, esto refleja mucha escuela, preparación y honestidad. Nuevamente Felicidades

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