Donald Trump es uno de esos personajes históricos que nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestro presente y hacia dónde se dirige nuestra sociedad.
Recientemente, miles de medios de comunicación inundaron Internet con titulares que afirmaban que el expresidente estadounidense había sido detenido en Estado Unidos, después de que se encontraran imágenes en línea que aparentemente lo mostraban siendo arrestado.
El río de noticias era ruidoso y todos seguían la corriente, olvidando la regla número uno: verificar la fuente de toda información.
El daño ya estaba hecho, pero pocos medios rectificaron y emitieron comunicados mencionando su error. Sin embargo, en sitios como Twitter, partidarios y detractores del expresidente estaban gritándose mutuamente que las fotos eran reales, o ficticias según su posición.
Cuando finalmente las aguas se calmaron, la verdad salió a la luz: las imágenes habían sido generadas por una inteligencia artificial, laureada por algunos pero igualmente odiada por otros. El resultado fue más odio, más polarización y una pregunta que va a tomar relevancia en función al desarrollo y adopción de tecnologías: ¿los medios de comunicación están preparados para enfrentar una realidad en la que lo sintético cada vez domina más?.
No me malinterpreten, en el calor del momento, el botón de compartir puede resultar muy atractivo, pero la prudencia siempre debe primar. Al final del día, las imágenes habían sido creadas específicamente mediante una inteligencia artificial llamada Midjourney, lo que demuestra que la inteligencia artificial puede burlar la percepción humana.
Hoy la frontera entre la realidad y la ficción se ha vuelto cada vez más difusa, lo que provoca que el contenido falso y manipulado se reproduzca cada vez más en Internet.
Personalmente creo que es un ejemplo claro de cómo la tecnología, en este caso la inteligencia artificial, puede ser utilizada para crear contenido falso y engañoso, lo que lleva a la polarización y la desinformación.
Es importante que los medios de comunicación y los usuarios de las redes sociales sean más críticos con el contenido que comparten y verifiquen su veracidad antes de difundirlo.
Finalmente la responsabilidad recae en nosotros como consumidores de información para asegurarnos de que lo que compartimos es verdadero y no contribuye a la propagación de la desinformación.