Compartir
Foto de portada: Diosa marina, de Monserrat Pérez
El agua simbolizaba para los pueblos originarios de México el fundamento de la vida. Al ser considerada la base de la supervivencia humana, el agua ocupó un lugar fundamental en sus culturas, en sus ceremonias y ritos
Hoy las sociedades modernas en el mundo estamos experimentando los efectos negativos por la escasez agua debido a la falta de lluvias, el consumo excesivo que hacen las industrias, y el cambio climático provocado por la acción humana.
Esta problemática, que no es ajena a Oaxaca, motivó a un grupo de mujeres de distintas edades y perfiles a reunirse cada semana para diseñar unas piezas textiles basadas en sus experiencias, hábitos y los problemas que se viven actualmente en este estado ante el colapso del sistema de distribución, la propia urbanización y el consumo sin control.
Un lienzo en blanco, hilos, muchas tardes y varios meses sirvieron para compartir su visión sobre las relaciones que tenemos con el líquido, para buscar alternativas o simplemente para hablar del estrés que genera estar sin agua en sus colonias de 30 hasta 45 días, como sucede actualmente en la capital.
La fotógrafa y artista contemporánea Edith Morales, quien coordina el proyecto, dice que esta práctica no solo es poner hilos y diseñar piezas bonitas, se trata de tomar conciencia de que el agua no es un recurso infinito. Bordar es una herramienta que les permitió reflexionar de qué manera hacemos uso del agua.
“Debemos de estar conscientes que no es para siempre y no es solo para los humanos, se ocupa para producir alimentos, para nutrir los bosques y para los animales”
Cada semana el grupo de nueve mujeres se agrupaba en un espacio llamado Milpa urbana, el cual busca la interacción con otros proyectos que tengan como motivación la sustentabilidad, la biodiversidad, la soberanía alimentaria y una serie de saberes comunes heredados de los pueblos de Oaxaca. En este lugar diseñaron una gran manta para exhibir próximamente la problemática del agua. La primera fecha será el 22 de este mes en San Miguel de Allende.
Ana Rodelo llegó a este grupo casi hasta el periodo final por invitación de una amiga y después de haber visto una exposición de fotografías intervenidas con bordado sobre periodistas asesinadas. En su lienzo ella evocó a la deidad del mar Yemaya, para recordar que nuestros ancestros se acercaban con mucho respeto a este recurso finito. «Ahora nos acercamos con un irrespeto que viene del consumismo», comenta.
Veo en el bordado una herramienta, en este caso para incentivar a acercarse con más reverencia al agua.
Ana Rodelo
Ella vive en San Bartolo Coyotepec, a unos 20 minutos de la ciudad. «Ahí donde vivo no hay agua potable, solo la mitad de la calle tiene suministro de agua, así que tiene que ser por medio de una pipa. El pipero dice que solamente le permiten llenar tres pipas al día y cada vez es más cara. Cada vez que pido son 50 pesos más, es carísima, por eso ahí el agua se cuida muchísimo», relata.
Antes tenía un huerto, pero por falta de agua y el aumento del precio ahora solo cultiva hierbas de olor. “Veo en esta situación una opresión a nuestro derecho a salir del sistema por medio de la siembra de nuestros alimentos», dice.
Raquel Jiménez bordó a Chalchiuhtlicue, diosa de los lagos y las corrientes de agua, una de las deidades femeninas más destacadas, vinculada al líquido en el mundo mesoamericano. Chalchiuhtlicue es un monolito colorido, fue elaborada como un recuerdo de cómo las mujeres en el pasado tuvimos este acercamiento con la divinidad y cómo le rendíamos tributo a esos dioses antes de la colonización, para que bendijera las cosechas.
Paola Resendiz, igual que Ana, ha pasado tiempos angustiantes por no tener agua. Cuenta que por temporadas empieza a ver un desfile de pipas de agua por la unidad habitacional donde vive: “Son paisajes cotidianos para mí. Ahora estuve aguantando más de 30 días hasta que llegó. Me siento más tranquila porque las pipas la van a extraer de las comunidades y además incrementaron los precios de 800 a 1, 500 pesos la pipa de 10 mil litros y la de 5 mil cuesta 850 pesos”.
Paola hizo un exvoto como ofrenda y en recuerdo del beneficio recibido. “Lo hice agradeciendo a San Judas Tadeo, primero porque está en la Unidad habitacional en donde vivo y luego porque después de tiempos de no tener agua más de un mes, por fin llegó.
Todas las participantes: Monserrat Pérez, Paola Resendiz, Griselda Matías, Laura Aguilar, Edith Morales, Hannah Matthews, Donaji Castillo, Raquel Jiménez y Ana Rodelo están conscientes de que en esta crisis también le corresponde al gobierno del estado responder con políticas públicas adecuadas, sin embargo se unieron para compartir reflexiones, alentar su imaginario para bordar y en el proceso hallar procesos meditativos para acompañarse y fortalecerse como parte de una comunidad.
Y como la trama y la urdimbre, al bordar fueron tejiendo redes para el cuidado del agua, redes de solidaridad y de acompañamiento ante una problemática común.
_______
Este proyecto es parte de la iniciativa de arte público y social The Patchwork Healing Blanket que se ha extendido en todo México en Grecia, Alemania, Estados Unidos y Canadá. Es impulsada por diversos colectivos de mujeres y por la gestora Marietta Bernstroff. El objetivo es hacer visible las violencias contra las niñas, las mujeres y la tierra. Las piezas textiles se hicieron pensando en la escasez de agua provocada por la especie humana y representa la violencia que ha sostenido el sistema por cientos de años contra la tierra, nuestra casa común.