Entre el 80 y 90 por ciento de los incendios son ocasionados por factores humanos. Solamente un 10 por ciento son naturales, algunos provocados por rayos. El tema central en estos incidentes, dice el biólogo especialista en temas forestales, Salvador Anta Fonseca, es la prevención y la falta de capacidades.
Anta Fonseca explica que desde el año pasado ya se había proyectado que este 2024 sería una temporada difícil en cuanto a incendios, debido a la entrada del fenómeno de La Niña (prevista para la primavera), los cambios climáticos y el calentamiento global.
Por ello, considera que debíamos prepararnos para atender este tipo de situaciones que luego se convierten en crisis.“Mi impresión es que como sociedad, incluyendo gobiernos, no nos hemos preparado y hemos ido perdiendo capacidades”, dice.
Recuerda que en algún momento la Comisión Nacional Forestal (Conafor) formó organizaciones de silvicultores en las regiones, a quienes se les dotó de equipos de radiocomunicación, herramientas contra incendios. En Oaxaca había 14 organizaciones.
Además, se les ofrecía capacitaciones permanentes, en la que se hablaba de cómo venía el nuevo ciclo para prepararse. Pero desde hace dos sexenios se han dejado de financiar a estas organizaciones, han desaparecido y ahora lo que hay es una reacción ante los incendios.
Como especialista en Políticas Públicas en Gestión Ambiental y Forestal, considera que para enfrentar estos problemas se tendría que incorporar a la Secretaría de Agricultura ya que la mayor parte de los incendios, 60 o 70 por ciento, se deben a las quemas agrícolas, donde se practica el sistema roza-tumba-quema (RTQ), mayormente en tierras de pastizales para la agricultura, ganadería o agricultura industrial.
“El sistema no es tan malo como lo pintan, pero cuando se pierde conocimiento, cuando ya no se conoce cómo y cuándo quemar, se sale de control, se les va ese fuego de sus parcelas”.
50 mil hectáreas afectadas anualmente
Cada año en el estado de Oaxaca se afectan cerca de 50 mil hectáreas a causa de los incendios, explica Anta, también integrante del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible. Aunque aclara que de esa área solo una parte es pérdida total, pues los bosques y demás zonas naturales se regeneran.
“En el caso de los incendios forestales se recupera una buena parte, especialmente cuando las personas contribuyen a acelerar la restauración”. En concreto, dice que se pierden cerca de 20 mil hectáreas anuales por causas como los incendios, el cambio de uso de suelo, impacto de ciclones, entre otras.
¿Qué hacer para apoyar la regeneración?
Todo lo que abone a recuperar hace falta, señala el biólogo. En el caso del incendio en San Lucas Quiaviní —que impactó sobre 704 hectáreas de bosque de encino, principalmente— Anta ve necesario el trabajo comunitario para limpiar y acomodar el material quemado, además hacer barreras contra la pendiente, pues eso evitaría la pérdida de suelo cuando se presenten las lluvias, permite los hábitats para la pequeña fauna, que el agua se almacene en las barreras y finalmente ayuda a que las semillas que están en latencia emerjan.
“Pero hay que ayudar, hacer labores de reforestación también, hay que recolectar semillas de los alrededores de donde se quemó, germinarlas y tenerlas listas para la temporada de lluvias. Evitar que el ganado entre a esas zonas. Ayudar a la naturaleza con estas acciones”, sugiere.
Con ese cuidado unos cuatro o cinco años, en el sexto año se podría recuperar, de lo contrario podría tomar al menos 10 o 20 años. Por eso dice “Es importante que en el área afectada se hagan labores de recuperación y restauración para acelerar su rehabilitación”.
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