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Foto principal: José Luis Pérez Cruz
Fantasía basada en hechos reales, la novela Costa, de Rodrigo Islas Brito, es un testimonio de lo que ha sido Oaxaca en los últimos años: hipocresía, confort, vasallaje, exotismo, impunidad y corrupción desaforada, expone su autor sobre el libro publicado por Pandemia Ediciones y Cabros Editores que será presentado este 5 de diciembre, a las 18:00 horas, en la mezcalería Cuish de la ciudad de Oaxaca (Porfirio Díaz 1203, Centro).
Fiel a sus cuatro anteriores novelas, el escritor relata el Oaxaca violento, decadente, autoritario y represivo de los últimos tiempos, pero contrastado con el Oaxaca disneydificado que hoy nos quieren vender, un parque de diversiones de entretenimiento eterno, aquel que ni bien pasamos la Guelaguetza y ya están con que ahí viene el Día de Muertos, el Oaxaca exotizado e hiperturistificado que “ofrece las nalgas en cada esquina”.
Es un Oaxaca “en decadencia en el sentido humano, social, económico; un Oaxaca hipotecado, con una crisis ecológica y una zona industrial eterna que se volverá aún más eterna”.
—Relatas el Oaxaca de los últimos años.
—Lo que puedo asegurar es que no conozco otra cosa que no sea Oaxaca. Es mi referente, vivo acá, he estado absorbiendo lo que es Oaxaca, lo que significa, lo que la envuelve: el movimiento magisterial y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) de 2006 y la masacre de Nochixtlán de 2016, por ejemplo.
Rodrigo Islas Brito nació en la Ciudad de México, pero lleva toda su vida en Oaxaca. Escritor que irrumpió durante la pandemia, siempre levanta ámpula en el ambiente cultural local: tiene lectores fieles, pero también detractores.
Autor que en unos cuantos años ha escrito alrededor de ocho libros, contrasta con esos escritores oaxaqueños que ocupan años, décadas, siglos, para conformar sus obras literarias.
“Ahorita es urgente escribir, leer, socializar el panorama, lo que uno ve, siente, lo que sucede”, asienta y apunta que ese asunto del libro a fuego lento le suena a puritanismo y preciosismo barroco.
Para él, hoy los tiempos son muy inmediatos, y eso de dejar descansar el libro dos años y después retomarlo, aunque lo respeta completamente, no es lo suyo.
Me da la idea de que esos escritores pueden hacerlo “porque tuvieron un beca familiar o qué sé yo”. Además, en Oaxaca predomina “mucho la escritura por vocación, por necesidad creadora, incluso por pertenecer a un taller literario”.
Esa vertiente no es su caso. Las “cinco novelas que he publicado bajo el sello independiente Pandemia Ediciones —Costa, en coedición con Cabros Editores— ha sido por la inmediatez de la sobrevivencia. Así surgió Días de lucha en Ciudad Dorada: por la necesidad de vender un libro para comer, no para entrar a la sociedad literaria oaxaqueña”.
—Eso de sociedad literaria oaxaqueña suena a ropero viejo, perdón, pero afortunadamente las generaciones viejas nos estamos muriendo y viene una nueva oleada, chavales de 20 años— se le plantea al escritor.
—Bueno, ahí está lo del Tianguis Literario Autónomo y Popular (TLAP), cachete con cachete con la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO). Este tipo de cosas pasan porque se activan otras miradas, otras generaciones de libreros, escritores y editores independientes.
La propuesta nació a partir de Pandemia Ediciones, el sello creado por Rodrigo Islas para empezar a publicar sus propios libros. Eso fue llevando a otras cosas, entre ellas, “un llamado a la banda para ver si podíamos hacer algo, y salió y se armó, el año pasado denunciamos el cacicazgo cultural y económico que sobre la FILO tiene una sola persona, Guillermo Quijas, el de la Proveedora Escolar y Almadía”.
Para ello, “tuvo que ocurrir un proceso de rebeldía y de búsqueda de parámetros y dinámicas que no pasaran por el vasallaje cultural, tan extendido en Oaxaca”.
Es decir, continúa, no aspirar a esos mundos literarios a los que no les importa en absoluto tu presencia o tu talento o lo que tengas que decir, porque hay que señalarlo: “en Oaxaca la literatura es mucho eso, algo aspiracional, el que te digan gran escritor y te den palmadas en la espalda”, sin importar que lo que “escribas no retumbe más allá y se quede en un circulito, un grupito en el que se la pasan felicitándose por lo chingón que, según, se es”.
El TLAP está alterando la inercia de las cosas, la autocomplacencia, el conformismo, el no cuestionar las cosas, el no atreverse a buscar un camino diferente, un camino propio, expone.
“Es necesario, porque así son los tiempos, porque los discursos políticos y sociales cada vez son más hipócritas, mientras, en contraste, la narcopolítica es cada vez más violenta; entonces, uno tiene que buscar los mecanismos para decir las cosas que tienes que decir e intentar vivir de eso”.
—El mundillo literario oaxaqueño vive en el vasallaje y la hipocresía, mientras Oaxaca se prostituye, ¿no?
—Oaxaca, el país y el mundo se han vuelto cada vez más absolutistas en cuanto a sus mentiras económicas, En la capital del estado y varios otros lugares la gentrificación es total, en el centro pareciera que solo quedan dos o tres personas oaxaqueñas.
El vasallaje cultural se extiende y populariza. Para el nuevo partido hegemónico en el país, la gentrificación es una estrategia: “Oaxaca se está volviendo el patio trasero de los extranjeros, es una ciudad increíblemente cara frente al hecho de que siempre estamos en los últimos tres lugares de pobreza económica”.
—Eso también retratas en Costa…
—La novela es una fantasía basada en hechos reales, un libro rocambolesco, excesivo, violento, aspira a ser un testimonio de lo que ha sido Oaxaca en estos años: corrupción desaforada. Los gobernantes no sólo son corruptos, sino que han establecido linajes de corrupción, donde el gobernante que parecía ser el cambio resultó ser el más corrupto.
—El Oaxaca más hipócrita que nunca.
—Sí, el Oaxaca turístico. Todas las mañanas nos quieren vender al estado como si fuera un parque de diversiones, Disneylandia, una especie de entretenimiento eterno en el que ni bien pasamos la Guelaguetza y ya están con que ahí vienen los Muertos, no hay chance ni para vivir la vida, siempre tienes que estar exotizado, ofreciendo las nalgas en las esquinas.
Los extranjeros llegan y piensan, explica Islas Brito, que se encuentran en las Islas Fiji. “Oaxaca está en decadencia en un sentido humano, social y económico. El gran capital está ahorita con todo en Oaxaca, y el gobierno nos cuenta que eso es progreso, que eso es el futuro. Hay una frase en Costa de un personaje que se encuentra en la costera y ya no puede ver el mar por las edificaciones que han plagado la zona: estamos construyendo la noche, dice. Eso es lo que está sucediendo en Oaxaca: estamos construyendo la noche”.