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Foto: Especial
En el universo hay una profunda relación intrínseca que guía cada momento de la vida. Un entramado profundo de elementos y relaciones determinan el quehacer de todos los seres humanos.
Todo está conectado, el universo está dentro de nosotros y nosotros dentro del universo, la naturaleza, la divinidad misma.
Para el pensamiento mesoamericano el mundo es complejo. Está concebido con seres, dioses, animales, montes, aguas, vientos, fuegos, astros, árboles, hombres, todos con una conciencia que remiten al momento de la creación y provistos de una interioridad divina que les proporciona sensibilidad, pensamiento, voluntad y poder de acción.
Para explicarse el mundo, los mesoamericanos crearon mitos, en los que describen como todo lo existente se halla integrado esencialmente en un universo sagrado. En estos ordenaron y clasificaron la experiencia humana, evitando la tendencia natural hacia el caos, inherente al pensamiento humano.
Quizá una concepción difícil de entender para el pensamiento occidental que sólo busca establecer conexiones externas o a partir de categorías y conceptos.
Por eso las prácticas rituales como el sacrificio humano, que tenían como fin alimentar deidades y a otras entidades que guiaban el destino de la humanidad, fueron descritas por los españoles del siglo XVI con narrativas e imágenes empapadas de sangre desbordada, para ellos tenían una connotación salvaje y bárbara, para ellos los sacrificios eran “actos aberrantes”.
Sin duda discursos indispensables durante la colonización, pero no necesariamente reflejo de la realidad precolombina ni la imagen precisa de una experiencia, sino una construcción, ya que el sacrificio humano en las culturas precolombinas era una parte integral de la vida, una oportunidad para trascender el carácter físico de lo mundano para configurarse desde la espiritualidad.
El sacrificio estaba encaminado a garantizar el correcto funcionamiento del cosmos; comprender el significado requiere acercarse a las culturas, a sus mitos, y símbolos, a su espiritualidad, e imaginar otros vínculos, algo más allá del mundo visible.
Arthur Miller nos invita a eso al rememorar y actualizar los mitos prehispánicos a través de la plástica.
Su obra Sacrificios humanos es la ritualización del mito, pues Miller no solo se acerca a la cosmovisiones prehispánicas desde la arqueología, sino que se adentra a través de los mitos, los calendarios y símbolos, las metáforas, los juegos, los eventos históricos e interpretaciones de lo sagrado y la divinidad para dar luz al pensamiento prehispánico desde un contexto contemporáneo.
Sus piezas hacen referencia a todo eso, a los números sagrados, ceremonias rituales y colores que impregnaron su inconsciente, su Ser y que a la postre constituyen al artista que es.
La lógica del sacrificio humano en la obra de Arthur Miller es una manera de excavar en el inconsciente, como en la arqueología, para reinterpretar esos mitos:
El sol necesita alimentación y tenemos que responder, somos los dioses, no somos personas pasivas”
Arthur Miller
Miller tiene en el arte una manera de compartir el fascinante legado de las culturas prehispánicas, la importancia de la continuación de los mitos, los ritos y el sacrificio humano para mantener el equilibrio del universo y la existencia.
Los pequeños relieves, colores brillantes, —reflejo de su espíritu contemplativo centrado en lo estético—, y la libertad compositiva que muestra en Sacrificio humano, son en la obra de Arthur Miller una ofrenda para construir nuevas metáforas de la vida y la muerte a la vez alimento, acto de honra, de entrega, una práctica ritual.
Parafraseando a Mircea Eliade, el artista se proclama de alguna manera, se deja impregnar de la atmósfera sagrada en la que se desarrollaron los acontecimientos que alude, que vive.
Al “vivir” los mitos, el artista se sale del tiempo profano, cronológico, y se desemboca en un tiempo cualitativamente diferente, un tiempo sagrado, a la vez primordial e indefinidamente recuperable donde se comparte la presencia de los dioses.
La muestra del artista estadounidense se exhibe en la galería Arte de Oaxaca.
El título original Sacrificio, el vínculo con lo divino fue publicado en el catálogo de obra.