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III. Airbnb y un registro inexistente

Fotografía: Adriana Chávez

Por Rocío Flores y Vidal Pineda

Desde esta parte del cerro la ciudad se abre en su totalidad, al igual que el cielo y el frondoso follaje de los laureles y el sol de un viernes que amanece en Oaxaca. Un rayo de luz cae en el rostro de Sara Arce cada vez que habla. Se acomoda en una de las sillas que ha colocado bajo la sombra de los árboles, frente a la casa que su abuelo construyó en las faldas del cerro del Fortín hace más de 50 años, cuando “bajó” de la Sierra hacia la capital del estado. 

Nos hemos reunido con ella para conocer su experiencia como anfitriona de un airbnb que administra en esta zona desde hace ocho años,  de cómo se lleva la vida vecinal en esta parte de la ciudad cercana al Auditorio Guelaguetza, abarrotada por turistas, nacionales y extranjeros, que cada mes de julio llegan para presenciar el espectáculo folclórico de los Lunes de Cerro, que reúne grupos dancísticos de las distintas regiones de Oaxaca para dar una breve muestra de su “cultura”. 

—¿Cómo ha cambiado?, se pregunta. 

—Aquí era dónde jugábamos, se responde mientras hace memoria. 

—Aquí en las Escaleras del Fortín tuve la fortuna de nacer hace 59 años. Mi abuelo llegó en el 55, cuando estos árboles eran pequeños y cuando aquí las escaleras estaban hechas de tierra, marcadas con tierra, nada más. Aquí tenemos nuestra niñez muy marcada. Ahora ha cambiado mucho. A la Guelaguetza me tocó ir cuando había una rotonda de madera, pero mis papás me platicaron que antes era un montecito al que subía mucha gente.

La casa de Sara se ubica a mitad del camino de escaleras que conducen al Auditorio, en el límite que divide a las Colonias Azucena y Guelaguetza. Por las mañanas, es común ver a personas ejercitándose, bajando y subiendo las escaleras, algunas corriendo y otras caminando, la mayoría extranjeros acompañados de sus mascotas. También bajan vecinas que van a sus trabajos o al ‘Sanchez Pascuas’, el mercado más cercano. Todas saludan a Sara y ella responde con una sonrisa.

En las escaleras el tiempo se pasa a gusto, la tranquilidad es una cualidad anhelada por quienes llegan a Oaxaca para pasar sus vacaciones o para instalarse en el Fortín y ver pasar el día entre marmotas, música y calenda. Pero no siempre es así, constantemente Sara y sus vecinos se organizan para cuidar las jardineras y sus plantas, barrer los andadores que unen a la Azucena con la Guelaguetza y reportar cualquier anomalía a las autoridades, aunque en la mayoría de los casos estas no respondan al llamado.  

—La colonia sí ha estado abandonada. Miren este árbol, ya se secó y en cualquier momento  se caerá. Estos árboles llevan más de 100 años y necesitan cuidados, pero si pedimos apoyo a las autoridades para que vengan a podarlos siempre nos ponen trabas, y eso que es una zona turística. 

—¿Y en sus casas tienen agua?

—No. Ese es otro problema. A nosotros nos mandan agua cada mes. 

Sara recuerda que hasta hace unos años, el sistema de agua potable abastecía la zona cada ocho días, después cada 15, pero desde hace un año, con el problema del estiaje citadino, los vecinos han tenido que esperar más de 30 días para recibirla. Esta carencia los obliga a comprar pipas de agua, otros, como la familia de Sara, se las ingenian para captar el agua de lluvia que después utilizan en el baño o en las jardineras, como se lo inculcó su madre desde muy pequeña.

—Cuando hicieron la renovación de las escaleras, el ingeniero a cargo nos dijo que nunca íbamos a padecer de agua, pero eso fue totalmente una mentira. 

— ¿Y la seguridad qué tal?, preguntamos. 

—Ese es otro tema. Como vecinos no nos exponemos a andar en la noche porque toda el área se pone peligrosa. Nos hemos organizado y compramos silbatos para avisar si alguien está en peligro, porque hubo un tiempo en que robaron hasta nuestras plantas. Ríe. 

A pesar de estas carencias, que también se resienten en otras partes de la ciudad, las Escaleras del Fortín sigue siendo una zona predilecta para la renta de casas y departamentos. Sara recuerda que su familia siempre ha ofrecido hospedaje a distintas personas que llegan a la ciudad, sobre todo amigos y conocidos de la Sierra que vienen a trabajar o seguir estudiando. 

Siguiendo la tradición de hospedar a “sus paisanos”, Sara administra la Casa Amarilla, una propiedad que desde hace ocho años oferta en airbnb. La casa cuenta con dos habitaciones, un baño, sala, comedor, y puede alojar hasta 3 personas que pagarán por noche 900 pesos. 

—A mí me tocó rentar cuando todavía no se pagaban impuestos a la plataforma. Y para pagar el impuesto, la plataforma te da la opción de llevar tus cuentas a parte, buscar un contador e ir al SAT, pero para mí es más fácil que la misma plataforma lo administre. Yo al SAT le pago el 16 por ciento del IVA y la plataforma me cobra sus impuestos correspondientes. Y sé también que el usuario tiene que pagar impuestos por rentar un espacio de la plataforma. 

Sara cuenta que la mayoría de los inquilinos de la Casa Amarilla son personas de origen mexicano, sobre todo jóvenes, pero también recibe visitantes extranjeros que buscan su hospedaje por la cercanía que tiene al mirador del cerro del Fortín.  “A mí me ha ido bien”, dice, “quizá lo que me falta es meterle un poco a la publicidad, sobre todo en temporada de eventos”. 

Ella también es fotógrafa de eventos sociales, por lo que la administración de esta casa representa un ingreso extra que le permite vivir cómodamente. Ha notado que la presencia de extranjeros en su colonia ha crecido debido a que sus vecinos también ofertan sus viviendas en la plataforma. 

Lo que Sara desconoce es la reforma realizada desde el Congreso del estado a la Ley de Turismo, que ahora contempla la creación del Padrón de Anfitriones y el Padrón de Plataformas Digitales de quienes operan alojamientos temporales .

Esa reforma tiene el propósito de integrar una base de datos que permita a las autoridades del estado vigilar el funcionamiento en la prestación de este servicio turístico. Una iniciativa que para la geógrafa Mabel Yescas resulta parcial, “como un placebo”, pues solo se ataca una parte que es el alojamiento temporal, y podría ser meramente recaudatoria ya que  no obliga a la aplicación de estrategias a nivel local para el desarrollo de acciones antigentrificadoras, al contrario dice, les da permiso para seguir haciéndolo.

La especialista ve urgente una propuesta integral que contemple reformas a  la Ley de Desarrollo Urbano o a la ley de arrendamiento. “Hay muchísimas otras leyes que podrían analizarse y no lo han hecho, quizá porque también vulnera sus intereses”

Sara desconoce todo lo referente porque hasta hoy,  la Secretaría de Turismo no da luces de dicho padrón; apenas este lunes el gobernador mencionó “estamos trabajando en él”, aunque no ofreció mayor detalle. Por lo que se ve obligada a buscar información que le permita tener claridad.

—Me voy a informar bien, porque si se trata de pagar más ¿entonces para quién voy a trabajar?, se pregunta Sara. 

Lo que sé es que los hoteleros se están oponiendo a la plataforma porque sus ingresos han bajado.

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