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Por Víctor Palomo
“Yo no soy surrealista”, dicen que dijo Francisco Toledo una noche en París.
Como una forma de recordar los 100 años del manifiesto surrealista y la relación entre Francisco Toledo con el grupo, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) presenta a partir de este 11 de abril la exposición: Dialécticas surrealistas. Una mirada al surrealismo desde la Colección Toledo; en ella, se podrán apreciar hasta el 23 de mayo, piezas de grandes maestros del surrealismo como Salvador Dalí, Remedios Varo, Alice Rahon, Leonora Carrington y Joan Miró, entre otros.
Esta exposición está integrada por 51 piezas de la Colección Toledo. Dialécticas surrealistas, es sobre todo un conjunto de obsequios, intercambios, y adquisiciones que realizó el propio Toledo: Man Ray, Max Ernst o Giacometti están ahí. Están también obras de los mexicanos Juan O’Gorman, Julio Castellanos y Jesús Reyes Ferreira, producto de una relación quizá más estrecha, dedicatorias, calces, mensajes cifrados.
Esta no es sólo una exposición, es un acercamiento a la relación de Francisco Toledo con muchos de los integrantes de una corriente artística que sostuvo los muros (y las ruinas) de una época: la Guerra, la postguerra, y nuevamente la Guerra, y otra vez la postguerra… el exilio. Toledo llegó a París en los primeros años de la década de los sesenta, cuando ya todo eso había pasado: sobre la guerra sólo había ganado el arte y los sueños. Inmediatamente, los sobrevivientes le dieron la bienvenida y lo acogieron entre los suyos. “Yo no soy surrealista”, dijo él, que había nacido el mismo año en que se celebraba en México la V Exposición internacional Surrealista, organizada por el pintor Wolfgang Paalen, el poeta César Moro y el mismo Bretón.
Para ampliar este diálogo, Dialécticas surrealistas incluye uno de Los disparates de Goya —tutor moral y filosófico, junto al poeta Guillaume Apollinaire, del movimiento surrealista—; hay también una extraña pieza de Orozco, muy fuera de su más conocido estilo; y una reproducción del único acercamiento de Remedios Varo a la técnica del grabado: una guajolota removiendo cazos mágicos. Max y Leonora han vuelto a quedar otra vez en la misma sala, la silla está vacía.
¿Qué le falta a la exposición? Quizás unas cuantas palabras en las paredes. No hay que olvidar la estrecha relación del surrealismo con la escritura, palabras como flechas que nos indiquen la entrada al otro concepto básico de esta corriente estética: el paisaje de los sueños y sus dictados.
Rufino y Olga Tamayo, junto con Octavio Paz fueron quienes impulsaron en primer grado su estancia en París. Es bastante probable que fuera Paz también quien lo acercara a las veladas surrealistas, Toledo tenía 20 años. “Yo no soy surrealista”, dicen que dijo una noche en París. Sin embargo, para Bretón en particular, y para el grupo en general, Francisco Toledo no dejó de ser nunca uno de los suyos, y esta exposición lo demuestra.
La inauguración Dialécticas surrealistas es este 11 de abril a las 18:00 horas en el Instituto de las Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), en la calle Macedonio Alcalá 507, en el Centro Histórico de Oaxaca.