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Defender el territorio, defender la identidad: la lucha de las binnizá

UNIÓN HIDALGO, Oax. La resistencia a las empresas eólicas  en este pueblo zapoteco tomó una pausa después del terremoto del 7 de septiembre magnitud  8.2 .Más de 800 mil personas resultaron damnificadas en toda la región.

En Ranchugubiña, como le llaman los zapotecas a su pueblo, murieron al menos una decena de habitantes, cientos de familias perdieron sus hogares. La lucha frente a la imposición de empresas de energía eólica pasó a segundo término, aunque algunas mujeres y hombres tienen claro que esa tarea se tendrá que retomar. No saben quienes estarán, ni cuándo, ni cómo, pero saben que hay una lucha que tendrán que enfrentar para impedir que un nuevo parque eólico llegue a su comunidad.

Por ahora, la prioridad para muchas familias es recuperar su hogar, el cuidado de sus hijas e hijos y  de su propia vida porque ahí sigue temblando. Las más de 7 mil réplicas se han encargado de mantener en alerta a la población.

–Es difícil lo que estamos viviendo, es una verdadera mutilación a mi pueblo. Todos estamos pensando ahora en las casas, en la salud… muchas personas no saben  qué va a pasar,  su patrimonio quedó  hecho escombros…pero sí, sabemos que esa lucha va a continuar.

Una semana antes del terremoto Zeila y otras mujeres, integrantes del colectivo Mujeres indígenas defensoras de la vida, marchaban por las calles de su pueblo, acompañadas de comuneros de San Dionisio y San Mateo del Mar,  Juchitán, Ixtepec y Álvaro Obregón, entre otras  comunidades  que en años anteriores también libraron la imposición de Mareña Renovables, una empresa que finalmente se instaló en Juchitán con el nombre de Eólica Sur, después de que el juez séptimo de Distrito en Oaxaca le diera la razón a los indígenas y ordenara realizar una consulta, como estipula el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

¡El que quiere a su pueblo lo defiende y no lo vende!  ¡Extranjero entiende, la tierra no se vende, se ama y se defiende! expresaban en el alto parlante las mujeres y hombres a su paso por las calles, lideradas por una banda de música que entonaba uno de los sones de la región.

El anuncio de un nuevo parque eólico les hizo coincidir nuevamente en la resistencia en el mes de junio de 2017: el gobierno federal otorgó, sin consulta previa a la comunidad, una autorización al proyecto de la empresa Electricité de France (Energías de Francia EDF) denominado Gunaa Sicarú para la instalación de 96 aerogeneradores, con una capacidad de 2 mil 625 megawatts (MW) cada uno para generar un total de hasta 252 MW.

Durante esa marcha Zeila y Bettina Cruz, defensoras del territorio en el Istmo, recordaron que de 31 parques eólicos en México, 24  están en el Istmo y uno está en Unión Hidalgo, aunque de éstos nunca han  visto los beneficios, ni en infraestructura para la población ni los empleos que prometieron, por el contrario señalaron  perjuicios.

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–El gobierno  trata de negarnos el derecho a la información sobre los impactos acumulados. El territorio no solo es una tierra, son los recursos naturales, es la gente, sus modos de vida.

Bettina resume los efectos negativos: casos de vaguido, dolor de cabeza, y chikungunya, sobre esta última enfermedad dice que ha matado a mucha gente en la región, sin embargo no saben la relación con estos proyectos, no hay las estadísticas en la casa de salud para poder corroborarlo. En el tema ambiental recuerda que hay aves que tenían como paso migratorio el Istmo y ahora se están muriendo.

–Se corta el ecosistema, se están muriendo los depredadores naturales; han aumentado las enfermedades y no sabemos qué relación existe; lo que sí sabemos es que hay impactos negativos en la ganadería: en la parición de las vacas, hay menos leche; la contaminación de los ríos por el aceite que tiran los aerogeneradores. Las torres de aerogeneradores están al lado del pueblo, atrás de una escuela, hay efectos  en la salud por el ruido; además de la presencia del narcotráfico en la región, presidentes municipales corruptos; todo eso, en ningún caso es benéfico para nuestra gente. Creemos que la presencia del narcotráfico no es gratuita, porque una población con miedo, en la que no se respeta la vida, instala las condiciones idóneas para cualquier proyecto de despojo.

Teresa, Amelia, Marisela, Bettina, Zeila, Lupita y otras mujeres defensoras coincidieron que además de todo lo mencionado, hay mucha división en el pueblo y entre las familias.

Está afectando a toda la comunidad de Ranchugubiña dice Zeila.

–Los eólicos vinieron a modificar todo. A pesar de eso, queremos decir que no estamos en contra del desarrollo, pero que el beneficio sea para todos. Nos ponen el ejemplo de desarrollo de otros países, pero esa no es nuestra cultura. Queremos que el pueblo sea quien decida. Nos llaman anti eólicas, intentan desprestigiarnos, pero nuestra lucha no es contra una empresa, es por la tierra donde nacimos, donde viven nuestros padres, nuestras hijas e hijos, los hijos de nuestros hijos, nuestros nietos, y vamos a seguir luchando para asegurarles un buen futuro. Los parques eólicos vienen a exterminarnos, pero vamos a resistir, porque queremos dejarles un ejemplo de lucha. Esto no es individual, es colectivo, por el pueblo, por nuestros derechos.

La protesta del colectivo de mujeres quedó como el cierre de un primer momento, cinco días después cambió el rumbo de la población. Unión Hidalgo quedó convertida en zona de desastre por el terremoto. Al lugar acudió el secretario de Energía a nivel federal, Pedro Joaquín Coldwell con la encomienda de entregar víveres, colchonetas y lonas, incluyendo las donadas por la empresa EDF, “un evidente conflicto de interés” según algunos opositores a los proyectos eólicos.

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La otra batalla

Las zapotecas han emprendido ahora nuevas labores para lograr la reconstrucción de su pueblo. Desde las cocinas comunitarias organizadas y gracias a la ayuda de la sociedad civil,  apoyan a las familias que se quedaron sin hogar, mientras otras intentan reactivar la economía en los mercados o con sus bastidores, donde han retomado el bordado de sus huipiles, en todas las tareas el deseo es reconstruir un pueblo con las características que les da identidad.

Otros integrantes de la sociedad civil y colectivos, agrupados en el “Consejo regional por la reconstrucción de nuestros pueblos” pugnan por conservar las viviendas tradicionales. Piden que los gobiernos consulten a la población sobre sus nuevos hogares. Consideran que la arquitectura tradicional del Istmo obedece a los extremos de calor y viento que son habituales en esa zona.

Para los binnizá (gente que proviene de las nubes) o zapotecas, como fueron llamados por los españoles, las características de sus territorios ancestrales: el viento, así como el clima, y las características de la tierra, representan lo que les da sustento, vida e identidad.

Éstas mismas responden también a la vida tradicional de las familias de pueblos indígenas ikoots (o huaves) zoque, chontal y mixe que confluyen en la región.

Para los gobiernos y empresarios extranjeros, las características geográficas y climatológicas de la región y que originan rachas de viento únicas en el mundo, son también un gran potencial para producir energía eólica, es una zona para atraer inversiones extranjeras y convertir al Istmo en el mayor parque eólico en América Latina, en una fuente de invaluables ganancias.

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 Territorio indígena, la disputa

En los últimos 30 años se comenzó a imponer  un modelo neoliberal en el mundo,  las empresas comenzaron a buscar lugares donde puedan explotar los recursos naturales y traducirlos en términos de mercado. De acuerdo con el doctor en Desarrollo Rural e investigador del Centro de Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Víctor Leonel Juan Martínez, la mayor potencialidad de los recursos naturales está en territorios indígenas (como Oaxaca y Chiapas)  que históricamente han resistido a los embates, como el que enfrentan en la actualidad los pueblos del Istmo de Tehuantepec.

–Llegan las trasnacionales a esas comunidades que por siglos han conservado los recursos de sus territorios, y quieren establecer mineras y parques de energía verde o algún otro proyecto de desarrollo y es cuando se inicia la confrontación.

Víctor Leonel Juan Martínez explica que estos territorios son propiedad de los pueblos, pero el Estado asume, que el subsuelo es propiedad de la nación, y de manera equivocada, interpreta que  los gobiernos tienen facultad para decidir y entonces expiden permisos sin consultar a los pueblos indígenas. Es ahí donde se vulneran los derechos, agrega.

–Pero para llegar  al subsuelo hay que pasar por el suelo, y es propiedad de los pueblos  por tanto hay que consultarles.  Una consulta libre previa e informada debía ser el punto de arranque de cualquier acción en territorio indígena.

Como consecuencia de estos embates, las mujeres han asumido un papel activo como defensoras de la vida y el territorio. En esa región se concentra una gran variedad de fauna y especies endémicas que han servido a sus ancestros como fuente de alimentación y especies curativas. Sus recursos naturales: ríos, aire, tierra y mar, son fuente de sustento, de sanación  y de vida.

–La población, empiezan a darse cuenta que efectivamente todos los embates van dirigidos hacia ellos, por lo que comienzan a defender su espacio, incluso los que no viven ahí, pero que son de ascendencia indígena; están buscando reivindicar su identidad aunque estén fuera de sus pueblos. Estos 525 años de resistencia, desde que fueron colonizados, han sido  un ir y venir de las comunidades contra el Estado y a pesar del Estado.

El investigador señala que el panorama es crítico pero la resistencia es férrea: muestra siempre el deseo de la conservación de la cultura y del territorio, de la identidad de la gente que vive en estos lugares.

La oposición, un problema menor: autoridades

Para las autoridades estatales el problema de la oposición, es por la falta de comunicación entre el gobierno con la sociedad o el inversionista con la sociedad. De  acuerdo al secretario de Energía y Desarrollo Sustentable en el estado, José Luis Calvo Ziga, para la instalación de la compañía Electricité de France (EDF)  se conformó el Comité de consulta indígena para que con este se pueda hacer esta inversión en Unión Hidalgo y en La Ventosa. “Todo  se está haciendo bajo consulta”, aseguró.

—Los proyectos son de energía renovable y México está cumpliendo con el acuerdo de París. Y esto es motivo de orgullo, Oaxaca está contribuyendo en eso, 90 por ciento  de la energía eólica la aporta el estado.

Se le recordó al secretario que esas empresas no contribuyen con sus impuestos al estado de Oaxaca. Su respuesta es que pronto iban a pagarlo.

Sin embargo en agosto de este año, cinco presidentes municipales del Istmo  de Tehuantepec, incluyendo el de Unión Hidalgo, oficializaron un convenio con las autoridades estatales y representantes de 23 empresas eólicas para exentarlas de impuestos. A través de un memorandum de entendimiento, se comprometieron a no cobrarles por refrendo o renovación y sólo lo harán cuando se trate de nuevos parques eólicos.

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Segunda fase

La defensora Bettina Cruz asegura que el gobierno mexicano viene con la segunda fase del proyecto eólico, por eso están organizados. A pesar de que en 2011  hubo un muerto y  amenazas contra su vida.

—Sabemos que vienen con la segunda fase y que son más de 3 mil 600 MW,  y una línea de alta tensión de mil 200 kilómetros, además de una Zona Económica Especial.

El secretario de Energía del estado,  confirmó que la instalación de EDF es parte de las ZEE.

Aunque Oaxaca quedó fuera del primer decreto de las Zonas Económicas Especiales el  28 de septiembre pasado, las autoridades federales prevén que la zona del Istmo sea decretada en el mes de noviembre.

Por ahora el inconveniente es la complejidad que existe en la tenencia de la tierra en el estado. El 80 por ciento de las tierras en Oaxaca son de carácter social, es decir, son comunales y ejidales, según datos de la Procuraduría Agraria.

La falta de certeza jurídica y claridad sobre incentivos fiscales a las empresas que desean invertir es también otro inconveniente, dijo el coordinador general de Zonas Económicas Especiales de la Secretaría de Economía (SE) estatal, Ahmed Durán García.

En el caso de Unión Hidalgo esta situación cobra relevancia en la defensa del territorio, algunas integrantes del colectivo Mujeres defensoras de la vida, las tierras recientemente se convirtieron  en propiedad privada, aunque de manera irregular.

—Sabemos que las tierras de Ranchugubiña son propiedad comunal. Algunas personas con la ayuda de las empresas eólicas fueron a protocolizar, mientras que otras personas que han estado en el ayuntamiento se han apoderado de las tierras y ahora las quieren rentar por contratos de muchísimos años.

Para Romel Matus, otro de los más visibles opositores, junto con las mujeres y comuneros, este escenario parece de regresión.

—Parece que nos regresamos 500 años, estamos como en  la invasión española, los libros dicen que fue conquista, pero nos vinieron a invadir. En pleno siglo XXI no están respetando los derechos humanos y nos están despojando de nuestra tierra, de nuestra identidad.

Frente a la tragedia de la población binnizá por el terremoto, las empresas eólicas pararon por dos semanas, pero reiniciaron el 21 de septiembre, de acuerdo al reporte de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE).

La resistencia quedó suspendida, aunque la posibilidad del inicio de las obras del parque eólico número 25 en el Istmo es latente; de acuerdo al permiso de la Comisión Reguladora de Energía, a cargo de Pedro Joaquín Coldwell,  iniciaría  el  1 de diciembre de 2017, en medio de una zona devastada.