Paola Flores
OAXACA, Oax. El 19 de septiembre del 2017, los damnificados en el Istmo fueron las víctimas colaterales de lo sucedido en la Ciudad de México, todo el país se paralizó y los reflectores se enfocaron en la capital, ese día ellos quedaron en segundo término.
Así lo expone Roldán Figueroa Martínez, coordinador del proyecto Yoó Béñe (Casa de adobe), vía telefónica se ha tomado el tiempo de rememorar ese mes que cambió su vida. Él regresó de la capital del país a su comunidad para ayudar a sus paisanos y familia el día ocho y se quedó.
“Teníamos todas la cámaras enfocadas en el Istmo por la magnitud del terremoto del 7 de septiembre y de pronto el sismo de la Ciudad de México nos quitó todo, los brigadistas que estaban aquí se fueron, en mi casa habían 167 y de pronto nos quedamos vacíos, algunos ni por las casas de campaña regresaron, nosotros nos quedamos viendo entre nosotros, preguntándonos qué hacer”.
En esa circunstancia buscaron organizarse como sociedad civil, se arriesgaron a conseguir por su cuenta materiales y junto con las mujeres artesanas aprendieron a diseñar sus ladrillos y reconstruir.
[quote]“Nos pusimos de acuerdo a pesar de las diferencias religiosas y políticas porque todos somos damnificados, no hay nadie que diga a mí no me pasó”.[/quote]
El gobierno federal jamás demostró interés ─relata─ los recursos que supuestamente habían destinado no llegaron y “tampoco vinieron a decirnos sobre qué estábamos parados.”
Roldán considera que hasta la fecha el personal del Centro Meteorologico Nacional, los encargados de cuantificar la magnitud de los sismos y réplicas que aún sienten en el Istmo de Tehuantepec cambian las cifras, dicen que no son tan fuertes. “A estas alturas ya nos volvimos expertos, ya aprendimos a distinguir el sonido, cuando es de cinco grados, la tierra cruje distinto a cuando es de tres”.
Después de un año, los 14 mil habitantes de Ixtaltepec parecen estar habituados al movimiento de la tierra, sin embargo cada vez que vuelve a ocurrir, el miedo todavía se apodera de ellos.
A un año de los sismos que sacudieron a México, y cobraron la vida de cientos de personas, Figueroa Martínez rescata de esa trágica experiencia algo positivo, dice que no se puede negar, el tejido social está restaurado, “con música, tequio y algunos aliados, vamos a levantarnos, hasta ahora somos la comunidad con más casas reconstruidas”.