“No me declaro feminista, porque soy hombre, pero reconozco en las mujeres un pensamiento y una forma de actuar que es mucho más positiva para la humanidad y el planeta”, dice el artista chileno Mauricio Toro Goya (1970), en entrevista a propósito de Soy una mujer, su obra más reciente.
Soy una mujer es el título de la exposición recién inaugurada en el Centro de las Artes San Agustín y su nuevo fotolibro homónimo, donde los cantos de la curandera María Sabina cobran vigencia.
“Son un canto simple y a la vez profundo. Es el único texto indígena directo que hace alusión a los distintos roles de las mujeres en distintas situaciones de la vida”, dice Toro Goya, nacido en Vallenar, Chile, quien se caracteriza por cuestionar a través de su obra los discursos del modelo político neoliberal, patriarcal.
“El lenguaje de María Sabina me parece un discurso político, ecológico y feminista”, dice el autor de más de una veintena de libros y series fotográficas con impacto internacional.
Toro Goya admite que el feminismo de alguna manera lo limita, pero desde el pensamiento político se adhiere a la lucha feminista y las convicciones porque, dice, los temas de esas luchas actuales no son de hoy.
Los versos de la mazateca en este contexto, representan para el artista palabras “tremendamente coherentes” y aluden a conflictos que hoy en día se están discutiendo en los medios de comunicación o en las redes sociales, como los derechos de las mujeres y los efectos del calentamiento global.
Estos temas —dice— ya estaban en los cantos chamánicos de María Sabina y están en el lenguaje del mundo indígena de Latinoamérica, al cual se adhiere.
Soy una mujer es una mirada de lo femenino, con la obvia contradicción de que está elaborada por un hombre. Toro Goya recupera en este nuevo proyecto de fotografía autoral las cualidades líricas de la “Mujer estrella” para crear imágenes de mujeres que encarnan a otras mujeres en el tiempo, sus luchas y sus resistencias.
Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre,
Soy una mujer que cría víboras y gorriones en el escote,
Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca
Mujer águila dueña, soy
Los versos de la mazateca orientaron la creación de imágenes de mujeres que retrató en el Sur de México y Chile para elaborar a través del arte una compleja crítica social a un mundo controlado por una visión hegemónica, de imposición de pensamientos que, entre otras cosas, tienen que ver con quién tiene más fuerza para aplastar al otro.
“Me pareció fundamental encontrar desde la palabra la imagen; habitualmente en mis proyectos era a la inversa, primero la imagen y luego la palabra”.
Como todos sus proyectos, Soy una mujer nació de momentos particulares y experiencias personales del artista.
Toro Goya cuenta que cuando era joven tuvo la oportunidad de visitar el sur de Chile y en ese tiempo acudió con una machi, o curandera mapuche, quien le hizo un ritual de sanación y le entregó unos remedios naturales para algunos males. Tiempo después cuando visitó por primera vez México, vio la imagen de María Sabina y la conectó inmediatamente con la experiencia anterior.
Casi como en una obsesión, Mauricio Toro Goya investigó la vida, el trabajo y el legado de la mazateca, escudriñó en el lenguaje, en sus palabras y sus versos. Con el tiempo fue identificando en los cantos chamánicos de la curandera una visión de ser mujer más allá del discurso del poder y fue desarrollando este trabajo de imágenes de mujeres en resistencia en las que Mauricio observa y sugiere un legado que, dice, ha permanecido en las mujeres por generaciones y generaciones.
“Soy una Mujer”, resume el autor para dar título a esta obra, que a su vez son reverberaciones que en Toro Goya legaron su bisabuela y su madre. Y es, quizá, la frase más potente para cuestionar esa idea de mundo, equivocada, donde además plantea lo femenino como una posibilidad completamente incierta y desconocida.