Taro. El libro del camino, la última exposición de Tania Bello que presentó en La Mano Mágica de octubre a diciembre de este año, es un despliegue de obras inusuales para el medio oaxaqueño, inclusive en sus materiales, si bien son de los más comunes en el entorno: papel y arcilla.
Las y los artistas en Oaxaca usan el papel en sus creaciones, sobre todo en gráfica; la arcilla es otro material que emplean artistas en Oaxaca de forma extensa, experimentando con la cerámica y con técnicas de ensamblado. Sin embargo, Tania Bello ha elegido transfigurar la materia y los símbolos de sus piezas apelando a un sistema poco usual en Oaxaca: el Tarot, sistema profético que no carece de adeptos en la región, pero que pocas veces suele verse reflejado en obras de arte oaxaqueñas, si bien hay algunas y algunos creadores que han tomado los símbolos del Tarot como elementos en sus obras.
Tania Bello llegó a Oaxaca para una breve estadía y ha permanecido tres años en la comunidad de San Pablo Etla, en buena medida a causa de la pandemia que comenzó en 2020, pero también por el gusto de asimilarse a una existencia más sosegada que la que llevaba en años previos. Es una artista multidisciplinaria, egresada de la Escuela Nacional de Escultura, Pintura y Grabado “La Esmerada” de la Ciudad de México, que emplea para sus creaciones la escultura, el dibujo, la pintura, los textiles, el video y otros medios y soportes.
En su más reciente trabajo creativo, Taro. El libro del camino, la artista visual recurre a una técnica artesanal que en México se emplea popularmente con fines ornamentales o festivos: el papel esgrafiado o “picado”, que suele emplearse para crear imágenes en serie con motivos y hasta lemas muy sencillos. Tania Bello aplica la técnica para recrear símbolos y contenidos muy complejos, que reflejan su interés por comprender y representar arquetipos cósmicos. A esto agrega sus conocimientos en escultura y modelado en arcilla para completar una muestra interesante no sólo por sus temas, sino por su multiplicidad de técnicas y géneros.
A partir de una explicación abreviada del Tarot y sus símbolos, Tania Bello fue internándose en la lectura de los símbolos de este sistema adivinatorio y esotérico, así como adentrándose en las relaciones que este procedimiento tiene con otros sistemas gnósticos, como la Cábala y el Libro del Zohar.
Al estudiar el Árbol de la Vida cabalístico, Tania Bello decidió explorar las diez emanaciones espirituales o Sefirot y los veintidós caminos con que se interconecta cada sefira o esfera, definiendo los destinos de cada creatura humana. Con un meticuloso examen que incluye diagramas, anotaciones, indagaciones en iconografías de la tradición oculta y otros documentos, la artífice llegó a establecer un sistema compositivo mediante el esgrafiado en papel que le permite crear diseños en los que interviene el azar, lo fortuito, sumándose al plan visual que la creadora propone como punto de partida para hallar una forma cuyo sentido vislumbra, pero que sólo se revela por completo hasta concluir la pieza. Además, está su pieza escultórica de gran formato que alude al Árbol de la Vida cabalístico, a los sefirot y a los veintidós caminos que Tania Bello se ha esforzado en recorrer para lograr este conjunto de obras a un tiempo prístinas e intrigantes, como lo es todo arcano.
El resultado plástico y visual de cada intervención de la artista sobre el papel es un intrigante despliegue de formas que están en la memoria colectiva pero que, por su origen iniciático, se resisten de entrada a entregar un significado íntegro, cautivando a quien las observa con sus implicaciones y revelaciones.
Hacia 1937 el atormentado escritor Malcolm Lowry, ahíto de mezcal, contempló en Etla las imbricaciones de los diez sefirot, tras las desventuradas peripecias que le tocó sobrellevar en aquel mundo mestizo en que descubrió —congregados— el purgatorio, el infierno y el paraíso; su alucinación le permitió escribir Bajo el volcán, obra maestra que ya no podría superar. En los años de la pandemia posmoderna, Tania Bello ha descubierto por un camino menos tortuoso, en Etla asimismo, el reflejo de una antigua tradición cosmogónica que la lleva a depurar un sistema creativo, partiendo de una reminiscencia de la magia y la esoteria, para afincarse en una sabiduría sin alucinaciones, proyectada en obras maduras dentro de su aún ascendente juventud.
Materias y símbolos y transfigurados
Tania Bello tomó la simbología del Tarot para configurar sus piezas en cerámica y papel. Pero el papel no le sirve para pintar ni grabar, sino para inscribir mediante incisiones los diseños que le dicta su particular exploración del sistema profético. La prefiguración se convierte en figuración sobre estos papeles esgrafiados, pero no mediante el procedimiento de pintar, sino de vaciar y eliminar. Así, lo que se desecha en estas piezas tiene tanta importancia como lo que permanece en ellas. En sus obras, el vacío se llena de sentido y significación. Más aún, el vacío genera nuevos contenidos pese a su naturaleza de expulsión y despoblamiento. El vacío de estas piezas es pletórico, fructifica y proyecta magnitudes significantes.
De similar capacidad es la cerámica producida por Tania Bello. Tiene un claro sentido simbólico en sus componentes, pero además busca engarzarse, ensamblarse, conectar diferentes piezas para configurar un nuevo sentido, por el cual la fragmentación adquiere completud y se consustancia con la apuesta profética.
Por ello, la propuesta plástica de la artista viene a aportar un aliento sugestivo a la creación en Oaxaca, con aplicaciones inesperadas y estimulantes en materiales que tradicionalmente se vienen empleando desde hace décadas y aun siglos en el territorio de Oaxaca para crear obras de arte y artesanías.
Al final, los símbolos de toda tradición implican un sistema de vinculaciones definido por una ardua investigación y una imaginativa elaboración. Por eso es que sistemas como el de la Cábala —que implican una tradición secreta— pueden ser trasladados a sistemas de diferente índole, como el arte. Y así tenemos que transmutar es también transfigurar: es decir, que tomar figuras de un sistema para hacerlas actuar en otro, por más que mantenga formas reconocibles, nos invita a vislumbrar otros signos, otros símbolos y ars combinatorias que nos entregan un nuevo sentido para lo que creíamos identificado y asimilado. Una lectura de formas que no se agota en la interpretación, porque interpela a lo inminente que aún está por revelarse.