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¿Papitos o matones?

El reciente asesinato de la cantante Yrma Lydya Gamboa, de 22 años de edad, a manos de su esposo Jesús Hernández Alcocer, quien tiene 79 de edad, lleva a poner atención a un fenómeno que se ha extendido de manera preocupante en México: las relaciones de pareja que establecen hombres mayores con mujeres muy jóvenes, a lo cual se identifica con el término “sugar daddy” (algo así como “dulce papito”), pero que suelen terminar en violencia familiar y aun feminicidios.

Diversos testigos presentes en el restaurante Suntory de la ciudad de México el 24 de junio de este año, manifestaron que Hernández Alcocer le quitó la vida a su esposa disparándole tres veces con una pistola que acostumbra portar.

Sin embargo, después de que fue capturado por la policía e interrogado por el crimen, el hombre al que varias personas vieron disparándole a la víctima, pretendió exculparse por medio de un abogado que aseguró: “fueron sujetos que la intentaban extorsionar quienes dispararon en su contra”.

La manera tan violenta en que concluyó el dispar matrimonio el 24 de junio en el interior del restaurante capitalino, da motivo a revisar el historial de la pareja: por recomendación de su madrina artística Carmen Salinas, la joven cantante se casó con el casi octogenario en mayo de 2021. Sin embargo, cuatro meses más tarde la muchacha solicitó el divorcio “por las constantes agresiones que vivía, las cuales iban desde insultos en público hasta escupitajos y amenazas”.

El portal México News detalló que el 20 de diciembre de 2021 la cantante presentó una denuncia contra Hernández Alcocer porque su marido la golpeó e insultó en un restaurante y luego, al llegar a su domicilio, la siguió agrediendo e inclusive la amenazó con una pistola. Tras golpear a su esposa en la cabeza, el litigante intentó ahogarla en un jacuzzi. La agredida huyó de su casa. En la alcaldía Álvaro Obregón, Yrma Lydya Gamboa presentó la denuncia por el ataque; inclusive asentó que no era el primero que su pareja le infligió, pero al día siguiente le concedió un perdón.

Al difundirse el feminicidio de que se acusa a Hernández Alcocer, diversos testimonios de sus costumbres violentas circularon en redes sociales. Jessica González Hermosillo narró en Twitter que tuvo que afrontar al litigante cuando ella defendía a una mujer que disputa a su ex esposo la custodia de sus hijos. La abogada afirmó que el acusado de feminicidio convocó a los abogados de la demandante en el restaurante Suntory (el mismo sitio del reciente asesinato), donde comenzó la “negociación” colocando una pistola sobre la mesa y profiriendo amenazas.

En el diario Reforma, el reportero Emiliano Ruiz Parra narró que Hernández Alcocer era conocido por su afición a vestimentas caras y por la costumbre de portar una pistola con ostentación. El comunicador recordó un encuentro que tuvo con el presunto feminicida: “… vestía como gángster de película: traje gris a rayas, tirantes y camisa de seda. Su Audemars Piguet tenía diamantes engarzados en el reloj y la correa. Pero era más llamativa la corbata: estaba entretejida con brillantes”.

Por su parte, la ya fallecida Carmen Salinas (quien produjo el espectáculo “Aventurera” en el cual presentaba a diferentes actrices como objetos sexuales) realizó el 30 de julio de 2021 un video promocional en el que pretendía difundir el talento de Yrma Lydya, pero que en realidad era un vehículo para publicitar las “virtudes” del litigante hoy detenido: “un ser humano increíble, guapo y caballeroso con todos nosotros”.

Ya que la joven cantante fue asesinada de manera cobarde e intempestiva, a los reclamos de justicia y por la eliminación de la creciente ola feminicida en México, se suman los comentarios despectivos e inclusive soeces que culpan a la víctima por haberse casado con un hombre 57 años mayor que ella.

Esos reproches parecen justificar que un individuo puede matar a su pareja cuando sus recursos económicos y relaciones con el poder le garantizan impunidad, como en el caso de Jesús Hernández Alcocer, quien fue beneficiado por el ahora preso ex secretario de seguridad pública Javier García Luna, y por el despótico obispo Onésimo Cepeda, además de ser amigo del actual fiscal Alejandro Gertz Manero, diversos jueces, magistrados y elementos del ejército.

La difunta Irma Lydya es señalada ahora como parte del fenómeno “Sugar Daddy”, a causa de su matrimonio; sin embargo, la cantante recibió en 2019 dos condecoraciones en el Congreso de la Unión: en el Senado, el Premio Nacional de Arte y Cultura de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México; y en la Cámara de Diputados, un reconocimiento del Instituto Nacional de Estudios de Derecho Social. Hay confusión sobre qué tipo de galardón otorgó la institución jurídica a la joven intérprete, pues las notas de medios confunden el Doctorado Honoris Causa que se le otorgó en esa misma ocasión a la entonces magistrada Ernestina Godoy Ramos. A sus 19 años, y sin aportación académica alguna, ¿quién nombraría a la cantante doctora honoris causa? https://www.reporteindigo.com/reporte/asi-fue-reconocida-yrma-lydya-en-el-senado-y-la-camara-por-sus-aportes-a-la-cultura/

¿Papitos dulces?

En cuanto al fenómeno “Sugar Daddy”, un portal informativo indica que “de acuerdo con una aplicación de citas llamada Seeking Arrangement, México es el país donde más hombres de edad avanzada han decidido convertirse en ‘Sugar Daddy’ para mantener relaciones sexo-afectivas con mujeres jóvenes”, pues la nación “lidera la preferencia en cuanto a romances entre mujeres jóvenes y hombres mayores con solvencia económica como para consentir y dar regalos a sus parejas con más de 183 mil 302 hombres que se consideran ‘Sugar Daddy’”.

Señala la nota informativa sobre este fenómeno: “… un ‘Sugar Daddy’ es un hombre adulto que busca una mujer más joven que él para mantener un vínculo emocional o sexual, quienes tienden a ofrecer regalos y ‘experiencias costosas’ a sus parejas”. La nota también define al ‘Sugar Daddy’ como “caballero moderno con gustos refinados, experiencias excepcionales y recursos abundantes que está buscando a alguien con quien compartir sus momentos”. La definición nada dice de las implicaciones patriarcales, pederastas y hasta incestuosas del término “Daddy”.

Si bien las informaciones sobre este tipo de parejas destacan el aspecto confortable, frívolo y un tanto cínico de la relación, subrayando lo puramente hedonista, son notorias las consecuencias nocivas que para varias mujeres han tenido sus vínculos con hombres mucho mayores. Un ejemplo es el caso del ex notario Horacio Aguilar Álvarez de Alba, quien fue grabado el 27 de mayo de 2020 cuando maltrataba a su joven esposa en el domicilio familiar de Naucalpan, Estado de México.

A Álvarez de Alba, el Departamento de Notarías de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos le notificó la revocación de su poder notarial por incumplir “las obligaciones contenidas en la Ley del Notariado del Estado de México de ejercer la función notarial con probidad, diligencia, eficiencia e imparcialidad, constituyéndose en consejero de quienes solicitan sus servicios y ser de conducta honorable”.

Más grave fue la manera en que Juan Vera Carrizal, de 56 años de edad, canceló en 2019 su fallida relación con la joven intérprete musical María Elena Ríos Ortiz, entonces de 25 años. Casado y con dos hijas y un hijo, el ex diputado priista tenía relaciones de pareja con la joven Ríos Ortiz, pero al rechazar ella tal relación, el empresario, con la ayuda de su hijo Juan Antonio Vera Hernández, organizó un ataque para destruir a la muchacha.

El 9 de septiembre de 2019, dos empleados de Vera Carrizal se presentaron a la casa de María Elena Ríos. Con el pretexto de tramitar unos documentos, la asaltaron en su propio domicilio y le derramaron ácido en la cara, el pecho, el abdomen y las piernas.

Pese a que la sobreviviente denunció a Vera Carrizal y a su hijo Juan Antonio como los autores intelectuales del atentado, el fiscal Rubén Vasconcelos Méndez omitió perseguirlos. Sólo hasta que la periodista Patricia Briseño denunció el caso en un medio nacional, en 2020, el gobierno de Oaxaca emprendió la persecución de los agresores.

Cuando el ex diputado se entregó a las autoridades, luego de que se ofreciera un millón de pesos a quien aportase datos para su captura, el juez Víctor Jorge Luis Velazco Castellanos fue denunciado por dilatar indebidamente el proceso al también empresario. Hasta la fecha, un cuarto implicado en el ataque (el hijo de Vera Carrizal) permanece prófugo.

Uno de los dos hombres identificados como responsables directos del ataque, el obrero Ponciano Hernández Y., convenientemente murió el 2 de abril de 2021 mientras estaba detenido en Centro Penitenciario Varonil de Tanivet, en Oaxaca. Su hijo, Rubicel Hernández R., sigue encerrado en ese penal.

Mientras tanto, las hijas y la esposa del ex diputado preso han intentado liberarlo mediante sobornos a jueces. Inclusive organizaron una marcha de mujeres para exigir la liberación del peligroso “Sugar Daddy” oaxaqueño. Más aún, en abril de 2022 Soledad Hernández y sus hijas Ashley y Elvia Vera Hernández pretendieron afirmar que María Elena Ríos ha sanado de las lesiones que le ocasionó en el rostro el ataque con ácido.

Otros “Sugar Daddys” mexicanos han saltado a la fama por brutales agresiones y hostigamientos, intentos de feminicidio o llanos asesinatos de sus parejas. Varios de ellos eran servidores públicos, inclusive jueces o magistrados. Otros han sido o son gobernadores, presidentes municipales, secretarios de gobierno, legisladores.

Inclusive un rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca fue señalado desde 2008 por sostener relaciones con mujeres mucho más jóvenes que él (incluida una secretaria a la que se llevó de paseo a Kazajistán). Durante las elecciones para la rectoría en 2012, el septuagenario rector manchó la campaña de su fallida sucesora con los escándalos que su esposa y sus presuntas amantes protagonizaron en diversos actos públicos universitarios. Todavía en 2014, ese ex rector y una de sus parejas fueron fotografiados durante un escándalo en el que intervino la policía, además de la esposa del veterano académico. Si bien el caso parece ridículo, los episodios de violencia que aún genera el ex rector entre sus mujeres nos dicen que sus conductas no son una broma.

La reiteración de estas violencias indica que el fenómeno “Sugar Daddy” fácilmente da paso al “Bloody Daddy”, es decir, a actos de extrema brutalidad de maridos y concubinos que acaban con las vidas de sus parejas, las que al pretender recibir obsequios y ‘experiencias costosas’, hallaron maltratos, amenazas de muerte, acoso y otras sevicias, incluyendo ataques mortales.

El fenómeno de estas relaciones de supuesta conveniencia que se transforman en trampas mortales debe ser vigilado por las autoridades, sancionado como un posible factor de feminicidios y erradicado.

Esta clase de relaciones debieran ser observadas atentamente por la autoridad para proteger a las mujeres y garantizarles una vida libre de violencia. Implican el envilecimiento y la abyección, así como una sujeción a la violencia, para numerosas mujeres a lo largo y ancho del territorio mexicano. Ningún hombre con privilegios otorgados por el poder económico o político debe asumir que por ello goza de impunidad para lesionar, mutilar o asesinar a sus parejas.