La Mano Mágica, tres décadas en la historia del arte en Oaxaca
El arte retrata un tiempo, resuelve el actual administrador de la galería La Mano Mágica, Gabriel Mendoza Gagnier, convencido del papel que ha representado este espacio en la historia y la promoción artística en Oaxaca.
Desde su fundación en 1987, la galería ha sido testigo de distintos periodos y movimientos artísticos en Oaxaca, desde la época en que la artesanía oaxaqueña cobraba relevancia a nivel internacional hasta el boom de arte contemporáneo y folclórico actual.
Gabriel Mendoza Gagnier, hijo de los fundadores, el artista Arnulfo Mendoza (1954 – 2014) y su esposa Mary Jane Gagnier, relata que para él fue muy natural observar estos movimientos, pues creció en esa casa conviviendo con artistas como Maximino Javier, Alejandro Santiago, Felipe Morales, Filemón Santiago, entre otras amistades de su padre.
Todos ellos formaban parte de la primera generación del Taller Rufino Tamayo, al que también perteneció el artista Arnulfo Mendoza, considerado, junto con Jane Gagnier, como uno de los más destacados promotores del arte contemporáneo y el arte popular oaxaqueño.
En esa década sólo existía la Galería Quetzalli, Arte de Oaxaca y La Mano Mágica. Actualmente hay más de 150 galerías en todo el estado y en la ciudad al menos unas 70, resalta.
Comparte que observar y escuchar a los que más saben le ha permitido ver una diferencia entre generaciones de artistas: anteriormente la búsqueda era distinta, ese lugar desde donde se crea el arte, era por amor al arte mismo, no significaba necesariamente una ganancia. Hoy en día la búsqueda es económica, algunos artistas quieren entrar a una galería solo para vender.
A 35 años de la creación de este espacio, Gabriel atribuye la permanencia a la apertura que hay para nuevos artistas, sin perder el vínculo con quienes iniciaron.
“Nos hemos mantenido gracias a la amistad que establecimos desde hace muchos años. Ellos han sido como mis tíos. Aún trabajamos con Maximino Javier, Edi Martínez y varios artistas de la generación del taller Rufino Tamayo”, cuenta el actual administrador, quien tiene solo 30 años de edad.
Gabriel Mendoza tomó la responsabilidad de la galería en 2017 y organizó exposiciones con Fernando Olivera, Enrique Flores, Crispín Valladares y muchos de los artistas que conocía cercanamente. Más adelante fue incorporando a nuevos artistas, como Daniel Barraza y la artista de la República Checa radicada en Oaxaca Pital Wil.
“Hace unos años encontré sus grabados hasta que eventualmente decidí buscarlos y entablar una conversación, luego, en plena pandemia de Covid-19, montamos una exposición que fue un éxito, pues mucha de la obra se vendió en línea”, relata.
Mary Jane Gagnier destaca que en todo este tiempo, un principio de La Mano Mágica ha sido ver el arte popular y el arte contemporáneo como manifestaciones de gran valor.
“Nunca quisimos que fuera un espacio snob, elitista. Este es un espacio en el que todas las personas son bienvenidas, en el que saben que con su poder adquisitivo pueden adquirir siempre algo de calidad”.
Mary Jane Gagnier
Bajo esta premisa, un criterio fundamental de la galería es promover personalmente el arte que les gusta, considerando cualidades como la originalidad y la calidad. Eso permite hablarle con sinceridad a otra persona y sugerirle invertir en una pieza, dice la canadiense.
“Como voy a decirle a otra persona invierte, gasta tu dinero en esto, si no me gusta. Hasta hoy, el criterio es ser genuino y sincero, que nosotros estemos convencidos de la obra y poder transmitir eso a los visitantes de la galería”.
Por su parte, Gabriel ha encontrado en la observación, en las historias de los artistas, dónde se formaron, su trayectoria, la calidad de la obra y en el compartir esa información, una pauta que le ha permitido formar un mercado en el arte.
El arte es educacional, es investigación. “En La Mano Mágica observamos la profundidad del artista. A mí me gusta observar a los que en realidad saben y han podido formar mercado en el arte. Se aprende de los que tienen más experiencia, de los que llevan una vida viendo arte. De ellos he aprendido que invertir en el arte puede ser en parte para la historia, de ahí su importancia, por eso existen los museos, porque el arte retrata un tiempo”, concluye.