Augusto Bracho, cantante venezolano, vive en México y en otros países. Migrante, su errancia lo ha llevado a interesarse por la música nueva sin perder la capacidad de que en sus composiciones resuenen sones tradicionales: bolero, bambuco, candombé, clave, chilena. Su talento como intérprete de la guitarra y cantante le permite dar su propia voz a las canciones que compone a partir de su experiencia como transterrado. En sus melodías y letras esa vivencia suena a destierro, a doliente recordatorio de las dificultades para ser en tránsito sin perder la identidad.
Laura Itandehui es una cantante mexicana de ascendencia oaxaqueña y tamaulipeca. Aquí no se le escucha, pero no le hace falta. Ha hecho su carrera entre las capitales de México y España. Compone e interpreta jazz y canciones mexicanas, con una voz clara y armónica que debiera resonar en el auditorio Guelaguetza, en lugar de que ahí se reciclen seudocantantes con antecedentes criminales o se dé espacio preferente a algunas débiles vocesitas de moda.
Pero estos dos notables intérpretes y compositores, Laura Itandehui y Augusto Bracho, no se presentaron en un gran auditorio de Oaxaca, sino en un espacio íntimo, aunque de muy adecuada resonancia para sus canciones tan pronto melancólicas, tan pronto cómicas e irónicas, que demuestran la versatilidad de sus intereses y conocimientos musicales.
El Foro 8 Temblor, del restaurante El Humito en la Panorámica del Fortín, fue el escenario para que Augusto Bracho y Laura Itandehui presentaran sus melodías y letras el 9 de julio último, cobijados por la hospitalidad de la gran cantante y compositora Lila Downs y su pareja, el excelente jazzista, arreglista y director musical Paul Cohen.
En el Foro 8 Temblor, Bracho presentó las canciones de su disco Música moderna, magnífica recuperación del bolero, el son, el candombé, la clave y el bambuco, más otros ritmos que dieron al concierto del guitarrista un sabor cubano y colombiano, sin olvidar toques mexicanos y venezolanos.
Laura Itandehui, por su parte, abrió el concierto con sus temas mexicanos, con apasionamiento no despojado de ironía o malicia, además de acompañar algunas de las mejores piezas de Bracho con su voz tan dulce como enérgica.
Como letrista, Augusto Bracho es prolijo, recurre al lenguaje coloquial, pero es capaz de hilar largos poemas melodiosos que exigen memoria y atención cuando los desenvuelve ante los oídos habituados a las reiteraciones de intérpretes actuales que obstruyen los escenarios con composiciones inanes. Acaso por eso, la primera producción melódica de Augusto Bracho, Mercado de los Corotos, apareció no en una disquera convencional, sino en la editorial literaria Malpaís, que dirige en la Ciudad de México el poeta oaxaqueño Iván Cruz Osorio.
Laura Itandehui, como letrista, es muy directa y elocuente, en la tradición de la canción ranchera, con esa tranquila desesperación que explicitan las mejores canciones de, por ejemplo, Vicente Garrido o Juan Záizar. Su voz, dulcemente modulada, cálida, capaz de repuntar a capella con el solo acompañamiento de dos claves de madera, establece una diferencia fundamental en el canto a que estamos acostumbrados.
No es la de Laura Itandehui la muy poderosa voz de Lila Downs, pero tampoco es la casi inaudible y escuálida emisión de cantantes de moda extranjeras que, para paliar sus limitaciones, pintan y de vez en cuando se desnudan de la cintura para arriba en pleno escenario. No, esta cantante de ascendencia oaxaqueña —nacida en 1993— es una voz distinta y sugerente, aunada a un talento categórico en la composición.
El concierto de Augusto Bracho y Laura Itandehui en el Foro 8 Temblor fue un acontecimiento artístico en una ciudad aún privada de manifestaciones musicales importantes. De hecho, en el Foro ya mencionado han florecido desde hace meses magníficas muestras de música popular, con músicos locales como Paul Cohen y su ensamble de jazz, Alberto Revilla, Chacombo, Ana Díaz, Caboclo, Arquetipo, Steven Brown, Amadeus Trío y otros grupos de gran calidad.
En cuanto al cantautor Augusto Bracho, antes de convertirse en solista se llamaba Gustavo Guerrero y comenzó su carrera musical con el trío Cunaguaro Soul, para después convertirse en director musical y guitarrista de Natalia Lafourcade, con quien colaboró en tres álbumes: Hasta la raíz y los dos titulados Musas.
En una entrevista con la revista Vice, el cantautor informó que “se le conoce como El Soldador de los Ritmos por su capacidad de fundir elementos de un sinfín de tradiciones del continente en su ilimitado repertorio: puede cantar con el mismo entusiasmo un merengue, una ranchera, una cumbia, un son cubano, un golpe tuyero o una gaita zuliana”.
Augusto Bracho ha recorrido diferentes países de Iberoamérica con sus canciones. En el concierto del sábado 9 de julio en el Foro 8 Temblor, el intérprete anunció que está realizando una gira por todo México, luego de haber permanecido en la costa oaxaqueña durante la pandemia.
En esta gira nacional lo acompaña la cantante y compositora Laura Itandehui Velasco, quien estudió en la Escuela Superior de Música de la Ciudad de México y comenzó su carrera en la Orquesta Nacional de Jazz de México. En 2021 lanzó su primer disco, Laura Itandehui, de cuyas ocho piezas la artista destaca Ojalá me olvides, “un bolero tal cual debe ser un bolero, con órgano, guitarra y una letra dolorosa”, así como Queriéndote en silencio, vals peruano “que combina el sabor sensual con el pasional, inspirado en el sentimiento que se vive cuando una persona te gusta, pero no estás realmente seguro si tú le gustas”.
A los temas que la propia Laura Itandehui destaca, cabe añadir Yo no necesito de mucho, canción sostenida por la pura voz de la cantante, de la cual surgió un videoclip en 2020.
La presentación del cantautor venezolano y la cantautora oaxaqueña en el Foro 8 Temblor es un afortunado encuentro que debiera repetirse en otros espacios de Oaxaca, no sólo para desplegar el talento de una intérprete mexicana cuya trayectoria merece reconocimiento sino, sobre todo, para que los públicos locales recuperen la sana convivencia con melodías que parten de la tradición americana, la renuevan y encantan con su contundencia poética y melódica.