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Un “jugo” oscuro y pestilente brota de los residuos, contamina el suelo y el medio ambiente y penetra en nuestras narices, mientras caminamos sobre la base de taludes de basura, acumulada durante 42 años en la agencia Vicente Guerrero en Zaachila, Oaxaca.
El cárcamo de captación de lixiviados, en el lugar que fue el basurero municipal de Zaachila, está en el abandono desde que se cerró el 8 de octubre de 2022, después de funcionar durante cuatro décadas.
Los taludes de la basura tapada con tierra, aún dejan ver jeringas, batas, y materiales de hospitales que llegaron a ese lugar durante la pandemia.
Alfredo, un habitante de esa agencia, ubicada a unos 45 minutos de la capital, dice que en tiempos de fuertes vientos y remolinos esas batas y materiales colgaban entre los árboles.
Varias cosas han cambiado desde que se cerró el lugar. Ya no hay parvadas de zopilotes rondando la zona. No hay papeles o plásticos pegados a los árboles. Antes, ni siquiera podían tender su ropa porque el polvo o las bacterias se pegaban.
“Ya no tenemos fauna nociva. Ahora podemos aspirar a una vida digna”
Sin embargo, los lixiviados son ahora su preocupación pues no solo circulan en esa zona sino que llegan, según los testimonios, hasta “el río de aguas negras”, el Atoyac.
Los habitantes de esta agencia reprochan que la administración actual no ha hecho nada; observan con preocupación temas de salud, infecciones de piel, temas respiratorios, gastrointestinales y de cáncer de piel.
“El gobierno del estado insiste en reabrir y se acerca a tres colonias a decirles: te voy a apoyar. Lo que está haciendo es confrontar tres colonias con miles de personas de toda la agencia con sus 18 sectores que ya no quieren más basurero”, dice Alfredo
Pide a todas las autoridades y municipios que todos se hagan responsables de su basura. Y aclara que su postura no es por dinero, sino por la salud de sus hijas e hijos, de las nuevas generaciones.
“Ya está clausurado, pero el gobierno ¡a fuerza quiere estar acá! No tenemos doctorados, pero sí sabemos del tema porque lo estamos viviendo. Lo que pedimos ahorita es que nos apoyen para que se empiece a sanear”.
Alejandra, coordinadora de uno de los 18 sectores de esa agencia es muy clara en su reclamo: “Yo creo que tenemos derecho a ello sin más basura. Al principio tenían maquinaria con el cual sacaban biogás, pero entre ellos mismos se fueron robando las piezas. Nosotros no tenemos la culpa. Lo que estamos pidiendo es justo, no queremos más basura. No lo vamos a permitir. Si el gobierno ya aprovechó, ahora le toca sanear”.
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Las autoridades le llaman sitio de disposición final al lugar, pero para los habitantes de las colonias aledañas, el basurero de Zaachila ha sido durante 42 años un tiradero a cielo abierto que no tuvo control.
En reunión con representantes de los diferentes sectores y autoridades del sector ambiental federal, Fidelia Mosqueda expone que ya el agua comienza a presentar plomo. “Nos preocupa mucho, queremos saber y conocer qué otros estudios se realizaron para que tengamos esa información.
Explica que el gobierno del estado presenta un proyecto de saneamiento que implica el acceso de más basura.
Nos hablan de una posible reapertura, pero nosotros no estamos dispuestos. Queremos que vean cómo está corriendo el lixiviado, como si fuera un nacimiento de agua.
Fidelia además, reprocha que después de la visita que hicieron las autoridades de la vista que hicieron en 2022, no hay trabajo alguno.
Somos familias de escasos recursos y la realidad es que no tenemos para comprar una pipa o un garrafón de agua. Nos preocupan los jóvenes, las niñas, los niños porque utilizan esa agua para cepillarse, para bañarse.
Un cerro de basura “con gran potencial”
En ese mismo lugar, donde antes fue un barranco ahora es un cerro de unos 300 metros de altura con “gran potencial económico”. Después de una evaluación en el sitio, personal del sector ambiental federal admite que efectivamente ese lugar representa un riesgo, que estos residuos acumulados si no se manejan de forma adecuada se pueden convertir en un serio problema para la salud de la población. Pero a la vez, asegura, también representa una gran oportunidad.
Luis Felipe Abreu García, Coordinador General de Contaminación y Salud Ambiental del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, indica que tiene un gran potencial económico, ya que los residuos sólidos son la materia prima del biogás.
Explica que dentro de estos residuos está un componente orgánico que cuando se incorpora al sitio lo que va a generar, en parte, es el biogás, y además el lixiviado que han estado observando en las colonias aledañas.
En un sitio de disposición se espera que lo que se va generando se empiece a autoconsumir en términos de que la materia orgánica a través de los bichitos se lo empiecen a comer, dice.
“Si trabajamos de forma adecuada ese espacio lo que voy a hacer es aprovechar al máximo los bichitos y en un menor tiempo voy a poder hacer un cierre adecuado de un sitios de disposición final”, asegura el servidor público.
Los bichos —abunda— entran en una etapa en la que ya no se va reproducir, para mantener los microorganismos, lo que se busca es tomar el lixiviado que se está derramando de la basura y volverlo a inyectar.
Lo que se busca en ese proceso es que ese lixiviado “rico en bichitos” se reincorpore y estos consuman esa materia orgánica. De esa manera se va a estar generando biogás.
Abreu García asegura que, de acuerdo a los estudios y al ranking, este lugar podría clasificarse en el número 15 de todo el país, se genera tanto biogás que puede ser aprovechado para generar energía y por ende electricidad para que puedan tener menor costo y un beneficio para la comunidad.
Sin embargo dice: Al estar evaluando la Norma 083, que se refiere a los lineamientos de un sitio de disposición, notaron que mucha de esa infraestructura necesaria, como los sistemas de recolección de los lixiviados para su reinyección, fueron sustraídos del sitio y eso ocasiona problemas para que las partes en la que aún existe materia orgánica se puedan seguir consumiendo.
“Otras de las cosas es que para poder llegar a una clausura todavía hay una celda que está incompleta. Es necesario meterle material, darle su terminación, sus coberturas diarias, con el objetivo de que llegue a su capacidad mínima, para que en 10 años se consuma y podamos tener un sitio totalmente clausurado”.