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Fly me to the moon: Scarlett Johansson vuela muy por debajo de la luna

Por Rodrigo Islas Brito

Fly me to the moon (EUA, 2024) es un cohete al que se le pierde el gas muy pronto y muy adentro. La nueva comedia romántica de la siempre estupenda Scarlett Johansson trata de ser un pastiche de músculos e intenciones y termina por clausurar sus propias posibilidades de encanto.

La fulgurante protagonista de la Viuda Negra y Perdidos en Tokio interpreta a una salvaje y desbordada publicista de los sesenta que, sin quererla ni temerla, se embarca en venderles las bondades de la llegada a la luna al gran público estadounidense.

El director Greg Berlanti , autor de una ópera prima celebre y orgánica para con la puesta en escena del amor homosexual mucho antes de que esto se volviera una exitosa causa, El club de los corazones rotos (2000), no logra aquí volver completamente ameno el asunto.

No ayuda que la historia y guión de Bill Kirstein, Keenan Flynn y Rose Gilroy parezca al final producto de una junta de ejecutivos arrojando ideas geniales y excedidas en su capacidad de ser cool.

Desde un inicio, la película, también conocida en México como El otro lado de la luna, nos lanza a un Channing Tatum que no es lo suficientemente divertido como galán romántico, ni lo suficientemente intenso como protagonista de drama espacial.

La obra de Berlanti y Johansson se pasea y retoza por los mismos páramos y personajes que lo hicieron auténticos dramas épicos sobre la carrera espacial como Figuras ocultas (Theodore Melfi, 2016), Los elegidos (Philip Kaufman, 1983) y Primer hombre (Damien Chazelle, 2021) Todas ellas películas mucho más definidas sobre que es lo que querían contar que la pifia que hoy nos ocupa.

En su más preciado clavado desnucador, Fly me to the moon se convierte en el último tercio del filme en un thriller de conspiraciones para escenificar la llegada a la luna en un set de televisión con el consabido y muy fallido chiste de “le hubiéramos dado la chamba a Stanley Kubrick”. Si, como suplicando al público un mínimo de identificación con sus intenciones, en un doble lance que más que risa, causa cierta pena y dolor.

Fly me to the moon es demasiado Hollywood. La virginal y bonachona Doris Day hacia este tipo de comedias románticas coloridas de batallas de los sexos en los verdaderos sesenta, pero Scarlett Johansson resulta demasiado real e intensa como para poder alcanzar los niveles de ligereza de obras maestras como Pijama para dos (Delbert Mann 1961) y Charla de almohadas (Michael Gordon, 1959).

Además de que Channing Tatum más que poderlo comparar con el inmortal Rock Hudson, está más cerca de interpretar a Rambo. Nada le sale bien a este pobre gato negro de película.

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