Incluso aunque algunos sean de fuera, aquí todo mundo se conoce, así se dice y se repite en el centro de la ciudad y sus zonas conurbadas. Es cierto, la atmósfera de la cultura y del arte es muy pequeña. No se puede escribir o hablar sin que tus comentarios hagan eco en toda la comunidad y lo que eso implica. Esta es la primera condición para la ausencia de crítica de arte en el Oaxaca de nuestro tiempo, para no decir contemporáneo: el extremo cuidado de no herir susceptibilidades porque significa cerrar las pocas puertas existentes.
Al escribir estas líneas pienso en amistades, gente que admiro, e incluso algún maestro a quien estimo. Pienso en lo mucho que tengo que decir, y en lo poco que voy a escribir respecto al tema. La muestra con la que se inaugura o se reinaugura el Museo de Arte Contemporáneo y de las Culturas (claro que sí) de Oaxaca, arranca con la exposición Todos somos de fuera, una miscelánea, abigarrada diría yo, de 50 artistas que han tenido una participación relevante en la atmosfera del arte contemporáneo en Oaxaca, 70 piezas que puestas en escena guardan poco diálogo en realidad, pero esta es la intención según el texto de sala.
La crítica del arte puede venir desde distintos lugares. Para este texto me interesa la crítica política más que estética. Y reflexiono sobre todo esto que acaba de suceder en torno al único recinto público que tiene la capacidad de ser crítico con la visión exótica y mercantil de la cultura que impera en toda esta administración. Y me cuestiono una vez más la relevancia de ser artista, abriendo de nuevo un debate estéril, ya superado según la crítica experta, sobre la función social del arte. Existe relación entre los problemas sociales y el arte, sí, pero no es condicionante.
Aunque en Oaxaca tengamos la idea de que el “arte” también es combativo, después de la muestra inaugural del MACCO, esto queda entredicho. Pensemos en la gráfica de protesta que adorna el paisaje de un Oaxaca rebelde, ese mismo paisaje que denuncia la gentrificación y la turistificación, y que tanto le encanta a los turistas y avecinados extranjeros, pues esto es más o menos así. De 50 artistas que participan en esta exposición, solamente dos demuestran una preocupación genuina por la situación actual del museo, del conflicto con los trabajadores del antiguo MACO, de la práctica artística local, y los derechos que están en juego en todo este entramado.
El artista Víctor Mortales demuestra su preocupación por su propia participación en esta exposición, y aprovecha para hacer un análisis sobre la situación del arte en Oaxaca y del MACCO en particular. En el texto que acompaña su pieza “Prácticas locales de inmolación”, a manera de obra expandida, hace un juego con el verbo “inmolar”, del cual se puede leer entre líneas, particularmente en el primer párrafo, su intención de, “ya quemado, habitar el fuego”. Una manifestación poética que sitúa el lugar desde donde escribe un par de líneas certeras sobre la situación del arte en Oaxaca a partir de lo que ha sucedido en el MACCO. Habría que decir, sin embargo, que no siempre hay una tercera salida, pero coincido y celebro cuando evoca todo el trabajo alrededor del arte como una labor digna y menester de derechos.
Otro artista que participa en esta exposición es Efraín Constantino, quien realiza un guiño exagerado a su anterior exposición individual Estrella distante, pues la metodología, museografía e incluso piezas en concreto coinciden con su pieza titulada All work and no play makes Jack a dull boy. Esta pieza está diseñada para interactuar con el público, su lectura implica un tiempo considerable, y representa la oportunidad de contextualizar la exposición, y la reapertura del museo en general. Efraín presenta la investigación al punto de ficcionarla. A primera impresión desconcierta, confunde, pues construye una atmósfera irreal en la que el MACCO expone todo lo mal que ha habido en torno a su reinauguración. ¿Cómo es esto posible?
Además de la pieza, Efraín escribe Tres videos sobre/para el Arte Contemporáneo (Oaxaqueño), texto en el que enuncia todo lo que un artista local quiere decir, pero no sabe cómo ni dónde, además de las platicas de cantina o de círculos que no tienen continuidad. Precisamente, termina el texto con una serie de buenas recomendaciones para cualquier artista local sin importar su trayectoria. Recomiendo mucho su texto.
Víctor y Efraín representan una crítica directa a al MACCO, su participación en esta exposición no es fortuita, desde luego, hay una intención. Lo que me preocupa, asusta, entristece, es cómo una institución puede ser tan poderosa como para recibir la crítica, exhibirla incluso en sus propias entrañas sin la menor de las preocupaciones. ¿Realmente el arte es tan poco peligroso para el poder político? ¿Debemos ver esto como una cachetada con guante blanco? Sí, podría ser una forma de verlo, otra forma es que no todo el arte está subordinado, y que encuentra la manera de insertarse en todos los espacios, incluso los institucionales.
Con esto no quiero enjuiciar a quienes no encaminaron su participación en esta exposición a la denuncia o a la crítica de la situación del museo, evidentemente ese no era el objetivo de la exposición. Además, ¿qué artista dice que no a la oportunidad de mostrar su trabajo? Seguro que los hay, pero no se puede culpar a quien sigue trabajando. Como artistas tenemos responsabilidades, no es un asunto menor la reflexión propia del quehacer artístico, de la visión crítica del arte que no se subordina al poder político, y por eso se agradece infinitamente las voces desde el fuego de Víctor Mortales y de Efraín Constantino, mientras todo lo demás se quema en silencio.