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En el corazón de Oaxaca hay una belleza que trasciende el tiempo: su música y sus ritmos que tienen la capacidad extraordinaria de proyectar la vida que hacen los habitantes en los pueblos, donde está su verdadera esencia.
Los instrumentos y sonidos que surgen de las comunidades representan la comunalidad, es decir su manera de vivir, de sentir y pensar el mundo desde la colectividad, no desde la individualidad, y constituyen un legado cultural que le ha permitido la cohesión de la comunidad.
Para los zapotecos, mixtecos, mixes, y otras naciones de Oaxaca, aprender música es un lenguaje, por eso parece algo natural; la música también es una manera de expresar cómo somos, y cómo queremos ser representados ante el mundo.
Hay quienes dicen, incluso que el sonido de cada instrumento, es la voz de un comunero, la música representa un enlace comunitario, como el comunero el sistema asambleario.
De Guelatao de Juárez, esta localidad de la Sierra Norte ubicada a 60.9 kilómetros de distancia de la capital del estado, el maestro Fernando Sandoval nos cuenta sobre los instrumentos de viento: los clarinetes, saxofones, trompetas, trombones, la tuba, que para él son esenciales.
Destacan también otros como la flauta de carrizo, el teponaztle (tambor de cuero), y el clarín de alba, con estos, los músicos se encargan de anunciar las fiestas desde el inicio hasta el final.
“Estos instrumentos de viento son importantes para la banda tradicional, la cual tiene una función muy importante en la comunidad, porque el ser músico es una cuestión de servicio comunitario. La banda participa en todos los eventos de la comunidad, sin ninguna remuneración”.
¿Quién paga los gastos ?
La autoridad municipal de esta comunidad paga para la gestión y la compra de instrumentos y accesorios, aunque en algunos lugares de esta misma región existe un comité, y ellos se encargan de las gestiones o de trabajar para tener ingresos y así solventar los gastos.
Cada pueblo tiene su estrategia, lo cierto es que a pesar de las diferencias en cada banda y en cada región, la música constituye un gran legado para las generaciones, es esencial para entender cómo nos relacionamos con el mundo.
En Guelatao, la música alimenta, es sonrisa que enamora, poderosa arma para tomar conciencia de sí mismo y de los otros con quienes hacemos la vida, es memoria y patrimonio.