Precariedad laboral, falta de seguridad social y la inseguridad son los tres grandes problemas del ejercicio periodístico en todo el país.
La responsabilidad de las empresas periodísticas ha sido históricamente simulada. Reporteros, reporteras categorizadas como secretarias o capturistas para no reportar el ya de por sí insignificante sueldo que se paga por “reportear”. En ese sentido las y los periodistas podemos contar muchas historias, como aquella en que un compañero llega con una apendicitis al IMSS y lo regresan a su casa porque la empresa para la que trabajaba lo había dado de baja meses atrás. Lo terrible, contaba el compañero, era que a él puntualmente la reconocida empresa periodística le descontaba el pago que evidentemente no era para IMSS.
El periodismo tiene entre sus haberes un deber no escrito: dar todo por conseguir la nota, somos un gremio malpasado en horarios de comida y descansos, lo que generó que buen número de compañeros y compañeras terminen con enfermedades crónicas sin los tratamientos médicos adecuados, eso sin contar los padecimientos mentales y emocionales de los que nadie quiere hablar. Ahora con décadas de servicio, pensar en el retiro es saber que no hay pensión, nos da “el maquinazo” como alguna vez escribió Elena Poniatowska y ahí nos llegará la muerte y el olvido.
Hace varios años, muchos, cuando empezábamos en esto escuché a Humberto Torres, compañero periodista, decir que éramos algo así como los “abogados del Diablo”.
Sin duda en este país nadie ha sido más castigado como las y los trabajadores en general, la parte patronal siempre encontró formas de “engañar” en sus reportes, hay ejemplos, pero en el caso del periodismo vivimos hechos concretos de corrupción entre empresarios e instituciones, unos que no cumplían y otros que se hicieron de la vista gorda por temor a meterse con el “cuarto poder”, que aclaro no era, ni ha sido nunca de los periodistas sino de los empresarios.
A petición de parte, es decir, después de una queja, la Secretaría del Trabajo (en sus diversas vertientes como ha existido a lo largo de la historia) era y es la responsable de hacer cumplir la ley y con ello los derechos de las personas periodistas. Algo que nunca o casi nunca ocurrió. Por años esa dependencia fue una fachada solamente y el costo de esa corrupción está enterrada. Al IMSS tampoco se le vio interesado.
Las tecnologías cambiaron las formas. Ante la explotación laboral, una gran cantidad de periodistas emigramos a los portales digitales y muchos y muchas decidieron crear sus propios espacios informativos on line. Son periodistas independientes porque no tienen un patrón y es cierto muchos realizan contratos de publicación de información gubernamental, casi la única fuente de ingresos para los medios informativos históricamente, con mecanismos no siempre transparentes, aunque cada vez más fiscalizada.
Emulando la política pública que inicio el ex presidente de México y que ratificó la actual mandataria, recientemente en Oaxaca 73 periodistas independientes (es decir, sin patrón), luego de algunos meses de gestiones, recibieron el beneficio de la seguridad social con su inscripción como beneficiarios de los servicios del IMSS y, a diferencia del programa federal, también podrán obtener las prestaciones del INFONAVIT. Se trata de un acuerdo de suscripción social, un acuerdo político entre el gobierno estatal y las y los periodistas independientes.
Es importante decirlo, con su inscripción al IMSS a partir del 1 de diciembre se reconoce un derecho del que habían sido excluidos, un derecho a la seguridad social que es un derecho humano, que no es otra cosa que una acción de política pública con beneficios para ambos.
Creo, que lo más importante de todo es que no se exige a los periodistas nada a cambio, esto no convierte a ningún informador en empleados del gobierno, ni se trata solo de periodistas “afines a la 4T” y el gobierno estatal no se convierte en su patrón.
Si alguien de adentro de la estructura de gobierno piensa que tendrá empleados o que estos periodistas podrán ser “controlados” echará por tierra este primer reconocimiento al periodismo independiente, que sí tiene derecho al bienestar social y para eso, quienes observan desde la orilla, tendrán que entender que la seguridad social es un derecho humano y no una dádiva.
Lo muy, pero muy cuestionable a la 4T oaxaqueña son esas malas copias que hacen del pasado mandatario mexicano, el gran maestro. AMLO tenía en su conferencia mañanera su sección de Quién es quién en las mentiras, que presentaba Ana García Vilchis. Bueno don Salomón Jara no puede sustraerse y tiene a su “Yesenia”, sin apellidos o sea ni padre ni madre, que presenta Trapitos al sol, sobre notas falsas. Una especie de skech, por breve y cómica, pero sobre todo de pésimo gusto, porque, aunque se refiera a un hecho concreto, la idea que siembra desacredita el ejercicio periodístico, y revela de manera fundamental que tiene aversión a la crítica.