*Cuando crecía leía revistas y veía películas, estrellas rubias del cine, piel blanca, labios apasionados y para ser elevada, para ser una mujer, una mujer deseada, empecé a usar piel blanca imaginaria.
Rosa B. Simón [1]
¿Qué no nos gusta de nuestro cuerpo? ¿De qué cuerpos tiene necesidad nuestra sociedad actual? Los cuerpos en este caso sexuados, tienen que seguir ciertos cánones: la mujer “bella” representa lo femenino, no tiene otras vocaciones más que encarnar el “bello sexo”.
¿Para una mujer está el parecer antes que el ser? es un cuestionamiento que nos hacemos al ver aparadores con maniquíes de cuerpos blancos, delgados y “perfectos”, así mismo cuando platicamos con amigas y vemos que algunas dicen– Antes muerta, que sencilla– y entramos ahí a una condena y enjuiciamiento por las otras, donde el cuerpo se ve como materia prima, es decir; un cuerpo moldeable que podemos adaptar al entorno social.
El cuerpo como medio de subversión se expresa en prácticas como la desnudez, en las movilizaciones que reclaman derechos laborales, a la no violencia y hasta los derechos humanos. También el cuerpo que transgrede es aquel que se modifica por medio de cirugías estéticas para no ser excluido.
Entonces nos preguntamos ¿Cómo podemos adaptar nuestros cuerpos a las necesidades actuales? Es aquí donde aparece la cirugía cosmética como milagro para los defectos.
La cirugía cosmética en México comenzó a generalizarse hacia los años cincuenta del siglo pasado y a principios del siglo XXI, es uno de los países en que más cirugías se practican, ocupando el quinto lugar. Se cuenta ahora con la primera estadística mundial elaborada por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS, por sus siglas en ingles), a través de la encuesta global bianual de la ISAPS en la que se toman en cuenta el 75% de procedimientos realizados en 2009 en los 25 principales países y regiones[2].
Vemos como los avances de la ciencia han entrado al mercado de consumo, cada día más mujeres se someten a procedimientos quirúrgicos para modificar su cuerpo, ya que la belleza y lo que actualmente se percibe como perfección se asocia al logro del éxito, a la posibilidad de ascenso social, a la obtención de mejores condiciones de vida y en muchos casos a la obtención de prestigio. En las sociedades del look y de la imagen hay que ser apreciados y apreciadas no por lo que somos, sino por lo que parecemos. Las mujeres en particular vivimos con las exigencias del medio para ser atractivas, deseables y seductoras.
La belleza como mal necesario es una tentación inevitable donde las mujeres luchamos permanentemente. Recuerdo una charla que tuve con una amiga actriz donde ella me decía- una mujer que pierde su seducción se devalúa- esa conversación me hizo reflexionar sobre un cuerpo en constante guerra, mantenerlo bajo control a través de las exigencias de juventud y belleza.
¿Qué hacer entonces ante la demanda de la “mujer perfecta”? Posiblemente la respuesta sea encontrar en nuestros cuerpos un lugar de libertad y seguridad, donde seamos nosotras mismas y no belleza de consumo.
[1] Maestra en Estudios de la Mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Correo electrónico: [email protected]
[2] Estados Unidos, China, Brasil, India, México, Japón, Corea del sur, Alemania, Turquía, España, Argentina, Rusia, Italia, Francia, Canadá, Taiwán, Reino Unido, Grecia, Tailandia, Australia, Venezuela, Arabia Saudita , Países Bajos y Portugal.