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• El Estereotipo de la madre abnegada vulnera la libertad de las mujeres
• En México persiste la idea de la maternidad como mandato para las mujeres

Anel Flores Cruz/ Foto: Amairani Gudelia Chacón Ramón

Cada año, desde 1922 en México se celebra el Día de la Madre. En torno a esta festividad se organizan con anticipación festivales escolares, promociones en los restaurantes y tiendas de electrodomésticos, ropa, zapatos, celulares, entre otros. En general, la celebración repunta de manera considerable las ventas de los comercios locales formales e informales en todo el país.

A pesar de que la celebración representa ya una tradición en la cultura mexicana, la mayoría de la población desconoce que el origen de este día se sustenta en la anulación de una demanda social comenzada en Yucatán (a principios de los años 20) por mujeres que promovían el control de la natalidad a través del folleto «La Brújula del Hogar».

El contenido del folleto que orientaba a las mujeres sobre la forma de evitar embarazos no deseados, fue señalado por grupos conservadores como “propaganda inmoral», y como resultado de este acto subversivo, el entonces Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, apoyado incondicionalmente por el diario nacional Excélsior, promovió la creación de una fecha conmemorativa que diera respuesta y silenciara ideas liberales que “habían lacerado los corazones de los mexicanos”. Así, propuso homenajear a las dadoras de vida premiando el sacrificio, la ternura y la labor de las madres en los trabajos domésticos.

El estereotipo de la madre mexicana

En México las representaciones respecto a la maternidad se han ido modificando con el paso del tiempo, de manera notable la tasa de fecundidad se ha visto disminuida. A nivel nacional durante las últimas décadas se observa una reducción en los patrones reproductivos de la población, de 1960 a 2009 disminuyó de 7 hijos a 2.4 hijos, según datos del INEGI.

No obstante, en el imaginario de la mayoría de las y los mexicanos la idea de la maternidad sigue siendo representada desde un contexto religioso con la Virgen de Guadalupe y con algunos personajes populares de la televisión mexicana, de incluso hace más de cien años, como Sara García. En ambos casos resaltan la idea del sacrificio de la vida por la de sus hijos o hijas, invalidando por completo la identidad como personas.

Marian Moreno LLaneza, licenciada en Filología Hispánica y asesora en temas de coeducación en países latinoamericanos y europeos, explica que en general, el estereotipo de madre que se promueve es el de la mujer perfecta: amorosa, entregada, sacrificada, escondida de lo público, pendiente siempre de la casa, cariñosa, menor de edad en cuanto a política y mundo público, que siempre está para las demás personas, no para ella misma. Ante esta situación, ser «mala madre” puede representar cualquier cosa.

Sin duda, la realidad de las mujeres mexicanas que son madres varía de acuerdo al contexto social y económico en el que se desenvuelven, pero la mayoría coincide en una doble o triple jornada de trabajo. De acuerdo a los datos del INEGI, casi todas desarrollan actividades domésticas (96%) a las que dedican 35:29 horas en promedio a la semana, en contraste con los hombres 11:04. Curiosamente, las mujeres que viven en pareja son quienes dedican más tiempo al trabajo doméstico: 51:35 horas semanales en promedio.

La doble jornada a la que se enfrentan las mujeres ocupadas implica que dediquen 80 horas a la semana al trabajo remunerado y no remunerado en sus hogares, más de 15 horas a la semana que las que le dedican los hombres a ambas actividades, como lo señala el INEGI.

En este contexto, de acuerdo a los datos que arroja la entrevista realizada a más de diez mujeres (efectuada para este artículo), la mayoría señaló en primer término que la situación de las mujeres que son madres mejoraría si existiera mayor involucramiento por parte de los varones en el cuidado de hijas e hijos y en las tareas domésticas; en segundo, el mejoramiento de las condiciones laborales en cuanto a oportunidades de empleo y salarios; y en tercer punto, apuntaron su preocupación por el mejoramiento de las estancias infantiles y la extensión del tiempo en las guarderías.

Cabe señalar que la mayoría de las mujeres entrevistadas cuentan con estudios de nivel superior y se desenvuelven en trabajos remunerados.

En cuanto a la idea de maternidad, la mayoría de las entrevistadas relaciona el ejercicio de ésta con el amor, la ternura y la bondad; no obstante, implica un compromiso y responsabilidad que pocas veces se advierte. “Es una responsabilidad enorme, que nunca se acaba, no te da tiempo ni de respirar, pero es una tarea hermosa porque te da la posibilidad de formar un ser humano en toda la extensión de la palabra”, señaló una de las entrevistadas.

Calificar de “buena madre” y “mala madre”, es para la mayoría de las entrevistadas una idea que tendría que diluirse, pues consideran que la maternidad tendría que entenderse como un proceso en el que se cometen muchos errores que muchas veces son injustamente señalados. “No pienso que haya malas o buenas madres, sólo pienso que hay mujeres diferentes que reaccionan según su historia de vida”, expresó una de ellas.

Por otra parte, cuando se les cuestionó respecto a los mitos que giran en torno a la maternidad, la mayoría coincidió en la idea idílica del embarazo y la maternidad como una tarea fácil.

La maternidad como mandato

De acuerdo a los datos del INEGI, en Oaxaca el 71.9% del total de las mujeres de 15 años y más han tenido al menos un hijo nacido vivo, en tanto, el porcentaje restante (28.1%) ya decidió, o aún no decide ser madre.

La decisión de la maternidad se ver mermada por una serie de prejuicios en torno a la naturalización del rol materno. La mayoría de las mujeres no se plantean si van a ser o no madres porque la interrogante no tiene excusa, el presupuesto es que tendrán en algún momento de su vida, decidir lo contrario se considera sospechoso y representa una serie de señalamientos que vulneran la autonomía de las mujeres. Para Marian Moreno llaneza, “toda la sociedad da por hecho que por ser mujer, serás madre, si no lo eres te hacen parecer como mujer incompleta”.

Esta idea se aprende, como lo explica Moreno Llaneza, desde el momento en que los juguetes que se regalan a las niñas, por lo general, sirven para fomentar la idea de cuidado de bebés, de cocinar para toda la familia, de limpiar y de ajustarse a un papel secundario en cuanto a profesiones y proyectos personales que no sean el del entorno familiar. Los medios de comunicación hacen incidencia en esto continuamente.

A partir de entrevistas realizadas a más de diez mujeres mayores de 30 años que no tiene hijos, la mayoría de ellas manifestó sentir presión social por su familia, amigas, amigos y personas desconocidas en la decisión de ser o no madres.

En ese sentido, las frases más recurrentes que han escuchado son: “¿eres feliz?”, “tal vez eres muy exigente”, “en lugar de hijos vas a tener nietos”, “mujer que no engendra hijos engendra tumores”, “te vas a quedar sola”, “¿quién te cuidará cuando seas grande?”, “te va a dejar tu marido”, “cuando quieras ya no vas a poder”, “te vas a arrepentir”.

El mayor temor, que rodea la defensa de la maternidad es la soledad. En el caso de las mujeres con pareja y que aún no deciden o ya decidieron no tener hijos, la idea de la maternidad se convierte en un sentimiento de compasión similar al que se expresa en las mujeres llamadas peyorativamente “solteronas”, pero en este caso no es por la ausencia de un hombre, sino porque van a perderse la experiencia “divina” de la maternidad. Esta idea menoscaba, desde luego, la libertad de las mujeres para decidir otro destino.