Adán Sandoval/
¿Cómo se puede recordar el 2 de octubre de 1968? Tal vez puede ser en blanco y negro o en tecnicolor, o de plano en un rojo profundo. Aún hay sonidos que retumban desde hace 45 años, que no cesan… Existe una frase que describa ese tarde: “Sí, ¡Chinguen a su madre !”
Mientras un gato merodea en el estudio de su casa en la ciudad de Oaxaca, Sócrates Amado Campos Lemus –uno de los dirigentes de aquella época– nos relata lo que ocurrió esa tarde, pero no sólo nos revela sus recuerdos, sino también lanza sus opiniones y conceptos de lo que sucede actualmente en nuestro país.
¿Cuál es el primer recuerdo que agolpa a la mente cuando escucha hablar del 68?
Me recuerda mi edad, ya tengo 68 años (risas), esas es una de las cosas, pero que me recuerda fundamentalmente la enorme falta de palabra, enorme falta de lealtad de los políticos y de libertad que impera en el país.
Ya se ha hablado mucho de las distintas etapas del movimiento del 68, consigno algunas cosas en este libro: El 68 visto a los 68 –su más reciente publicación escrita en colaboración con José García Sánchez–, pero en más detalle describo todo lo que aconteció en otro libro, Tiempo de hablar, cuando se conmemoraban los 25 años.
Podemos destacar que hace 45 años, el 30 de septiembre y el 1º de octubre, en reuniones con el Consejo Nacional de Huelga (CNH), ya con negociadores mandados por el gobierno (Andrés Caso Lombardo y Jorge de la Vega Domínguez, quien después fuera gobernador de Chiapas), en casa del Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Javier Barros Sierra, debatimos en el CNH aceptar hacer seis comisiones para la elaboración de los seis puntos del pliego petitorio, y la discusión de los mismos.
Eso se aceptó en casa del Rector: que se formara una comisión y que además se aceptara, por parte de nosotros, el movimiento estudiantil, regresar a clases, además que empezáramos las negociaciones.
Ahí acordamos que se permitía hacer el mitin en Tlatelolco con plena paz y libertad, sin detener a nadie e informar a las bases estudiantiles y, ¿qué fue lo que recibimos? La falta de palabra, la gran traición del propio gobierno, de los negociadores que nunca lo aclararon y por ende la masacre, la persecución, la denostación a muchos.
Había una campaña de descredito de los estudiantes (se acercaba la inauguración de los Juegos Olímpicos) en el sentido de que éramos antipatriotas, que deseábamos cancelarlos. Ante la masacre nos acusaron de provocar la violencia, pero el Gobierno no aceptó su nivele de asesino y represor.
¡Revelador!
“La resistencia real del movimiento del 1968 se llevó a cabo por parte del Politécnico y la Normal. Y te explicó porqué”, apunta Campos Lemus, quien conforme avanzan los recuerdos la pasión inunda su voz.
“¿Quiénes tenían las relaciones políticas de alto nivel?, pues eran los universitarios. La gente del IPN [Instituto Politécnico Nacional] éramos ‘técnicos’, la gente de la Normal no tenía grandes recursos. Los hijos de los políticos, de los empresarios, la gente de alto nivel que daban clase como funcionarios públicos y como miembros del gabinete, estaban en la Universidad, y a través de ellos se hizo la negociación.
”Y se aceptó negociar, debido a la gran represión que se presentó, donde a la Universidad la tomaron, pero les avisaron previamente que la iban a tomar, y algunos que detuvieron dentro de la UNAM [Universidad nacional Autónoma de México] pudieron salir, ¡gracias a dios!, cantando el himno.
”A la gente del Casco de Santo Tomás, Zacatenco y la Normal nos fueron a masacrar, fueron horas las que utilizaron para tomar las instalaciones –una gran pausa, casi dramática, llega antes de sentenciar–… ¡mataron a mucha gente!
¿Se ha idealizado que el movimiento era unido, que existía cohesión pero no era, no fue así?
La UNAM estaba en su nicho de comodidad. Y no podía ser un grupo homogéneo por el origen de clase. ¿Quiénes son los que escribieron la historia del 68? Los periodistas ubicados por el propio gobierno, los intelectuales pagados; a ellos nos los reprimieron, no los persiguieron, no los denostaron, no los metieron a la cárcel, ¡es cierto!
Todos los libros que se escribieron han sido escritos por universitarios. Tiempo de hablar es el primero escrito por un politécnico.
Cuando empezamos a hacer una investigación real, cuando reflexionamos, cuando vemos las cosas a distancia, los intereses de cada quien, ¿quiénes se han beneficiados del movimiento?, ¿quiénes han vivido del cuento del 68? Son los universitarios…
¿Quiénes han sido los diputados, senadores, los gobernadores? Ahí tenemos a uno en Morelos, Graco Ramírez, que nunca pisó la cárcel, que siempre fue un aliado de Echeverría, igual que José Murat, él era un porro de Echeverría y un dedo del ex presidente.
¡Bueno! Esas personas son las que más se han beneficiado y son quienes más han denostado a la gente que luchó. Y así, hace poco, se hizo todo un mecanismo para golpear a un grupo de generales nacionalistas y patriotas que denunciaban la guerra sucia que se ha llevado a cabo con el cuento de la lucha contra el narcotráfico.
Los metieron a la cárcel acusándolos de todo, gracias a una gran presión de la prensa, de la falta de claridad de los conceptos y la distancia que existía. En el 68 no había un periodismo libre, en esa época una de las consignas en las marchas era: ¡prensa vendida.
Quienes dieron una batalla real fueron Julio Sherer en Excelsior, gente de El Universal, de las revista Sucesos, Porqué y Por Esto. De ahí en fuera, nadie… incluso tras hacer unos señalamientos en la revista Porqué, donde narró cómo estuvo lo del 2 de octubre –lo hago desde dentro de la cárcel, en Lecumberri–, después que lo publican queman la revista.
Mario Menéndez lo puede comprobar, fue como represalia a que no se quería que se supieran las cosas.
Se habla de Elena Garro. Ella fue un instrumento de Carlos Madrazo para tratar de penetrar el movimiento estudiantil, para que fuéramos a dialogar con él. Eso fue a decirnos, pero la mandamos a freír espárragos.
Es fácil… ¿a quién le sirvió el crimen? Ahí están muchos en el poder. Yo no he sido diputado, senador, gobernador, revisa mi carrera: más de 40 años escribiendo en donde doy mi punto de vista, donde digo lo que siento.
Y cuando Sócrates Campos es señalado como un infiltrado, que entregó el movimiento, ¿cómo se siente? A pesar de que siempre ha expresado su lucha permanente y recordado su estancia en la cárcel.
Sólo te digo una cosa: ¿tú crees que si fuera de los infiltrados hubiera aceptado estar dos años ocho meses en la cárcel y que me expulsaran del país?
¡Infiltrado Pepe Murat! Le dieron lana para que creara la COCEI (Coalición Obrera, Campesina, Estudiantil del Istmo), le dieron el suficiente poder y recursos para poder llegar a ser gobernador. Esos son los verdaderos infiltrados.
Echeverría sí era un agente de la CIA [Agencia Central de Inteligencia]. Ahora, si yo soy un agente de la CIA como lo han señalado muchos, saquen las notas. Y como no he cobrado, lo que me tengan que pagar se los regalo.
Es tan fácil como dudar de la honorabilidad de un funcionario, pero si no lo puedes comprobar, ¿qué haces? De los infiltrados sí hay rastros de sus raterías. Toda mi vida he caminado sin preocupaciones, he dado la cara en cualquier sitio. No es la política del que nada debe, nada teme; simplemente no debo nada.
Cada 2 de octubre Sócrates Campos Lemus rechaza toda invitación para ser panelista o estar dentro de una ceremonia conmemorativa. Él prefiere meditar. ¿Hay demonios por expulsar?
¡No!, no he tenido demonios, ni resentimientos. Lo platicaba con un periodista y un médico, ellos me preguntaban si tenía alguno. No, yo no tengo ninguno, tuve una postura, que tuvo un costo, como todo, y los costos los he pagado lo suficiente.
No tengo resentimientos, no tengo por qué tenerlos, no tengo frustraciones tampoco y lo digo claro. Muchas personas me dicen: es que tú hablas cosas positivas de Díaz Ordaz, pero las cosas positivas de él había que reconocerlas.
Yo reconozco del ex presidente el valor y nacionalismo cuando declaró ante los norteamericanos que acusaban a México de ser el trampolín de las drogas, y él se plantó ante el gobierno de los EUA y dijo: “a lo mejor somos el trampolín, pero la gran alberca está del otro lado”. En ese tiempo indiscutiblemente tenía un gran valor.
El haber aceptado como presidente de la República la responsabilidad moral, ética, de lo sucedido en el 2 de octubre, demuestra su valor y un hombre de muchos arrestos, no como Echeverría, quien ordenó la matanza del 10 de junio –el conocido Halconazo– y buscó otros culpables, entre ellos un ex gobernador, y no aceptó ser el represor. Eso es lo que sucede en ese tipo de situaciones.
Otra revelación
“¿Sabes?, hay más beneficiarios del movimiento de 1968”, apunta Campos Lemus, “y esos son los del Partido Comunista, los que nunca llegaron a la cárcel, a ellos no los detuvieron, ellos fueron los primeros en vender el movimiento, pero de inmediato recibieron el beneficio de la legalización de su partido, fue el primero legalizado.
¿Y no resulta paradójico, cuando acusaban al movimiento de ser comunista?
En la confusión se enredas muchas cosas, pero eso no se dice. ¿A quién le benefició el asesinato? A ellos. Vamos a entenderlo: los verdaderos… –no dirigentes, no los llamemos así–, los representantes del movimiento estudiantil, los que estuvimos, no sacamos tajada de nada.
Inclusive las utilidades de este libro, El 68 a los 68, se irán directamente a la fundación De Corazón a corazón, que recauda fondos que se destinan para las familias de los niños que padecen cáncer y que son atendidos en el Hospital Civil Dr. Aurelio Valdivieso de Oaxaca.
Retoma el tema de dónde estaba la verdadera resistencia:
“Otra de las cosas que tal vez menos se ha dicho es que los puntos del pliego petitorio y la formación de los comités de lucha se hacen el 26 de julio en la Escuela Superior de Economía (ESE) del IPN.
”¿Qué perdió el movimiento estudiantil? A parte de los muertos, los heridos, los perseguidos, a las miles de personas que abandonaron las escuelas porque los padres no quisieron que sus hijos se quedaran; otros fueron perseguidos tanto que se enrolaron en los grupos guerrilleros, en donde los fueron matando poco a poco.
”A nosotros nos metieron por más de dos años en la cárcel. Mira: qué pendejo sería yo como delator y policía infiltrado para aceptar haber estado en prisión.
¿Es reinterpretar o desmitificar el movimiento del 68?
Yo creo que lo tenemos que desmitificar. El movimiento tuvo alcances: sin ser la demanda fundamental, se logró la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal (instituían el delito de disolución social y sirvieron de instrumento jurídico para la agresión sufrida por los estudiantes).
Eso fue un gran logro. Ahora el gobierno lo ha sustituido. Ese mismo sistema de acusar a cualquier gente y poder llevarla a la cárcel lo sustituyó con un sistema más fácil y práctico para ellos como gobierno represor: en la denuncia a través de testigos protegidos que nadie sabe quiénes son, tal vez delincuentes bajo protección; o bajo el sistema de las denuncias anónimas que ellos mismos se hacen. ¡Y te chingan!
La otra –ésta no fue una demanda del movimiento pero fue una consecuencia–, la libertad de prensa y expresión, la denuncia de que no había una democracia, la denuncia de que había presos políticos.
A pesar de que a muchos de nosotros estando en la cárcel no nos dieron el trato de presos políticos, éramos presos estudiantiles, así se manipulaba la información.
Si revisamos la historia de los medios de comunicación en esa época, nada se podía publicar sin la autorización del gobierno, la prensa escrita estaba controlada por Pypsa. Si no les gustaba lo que publicaban no les daban papel; la radio y la TV estaba por los mismos términos.
Lo que se hace ahora: la represión no la muestran, publican choques violentos, no muestran la represión oficial, la muerte de la personas, de los luchadores sociales, el encarcelamiento y cosas por el estilo; ésta es la gran manipulación de la comunicación.
Pero se logró que se abrieran los medios. De una u otra manera hoy podemos escribir con mayor libertad, en los programas de radio expresó lo que siento. A veces me dicen: “eso no es lo mejor porque vas afectar a la empresa”; eso ya es otra cosa, ya decidiré si me quedo o los mando al carajo, pero ya existe esa libertad.
¿Qué perdimos? Perdimos la excelencia académica, perdimos la educación pública, gratuita y laica. El propio gobierno arropa a las universidades privadas y confesionales, les da fuerza, les da recursos. Y mucha gente espantada por lo que sucedió en el IPN y en la UNAM manda a sus hijos a esas escuelas, que es de donde sale la gran tecnoburocracia que hoy gobierna en el país.
Y en muchas de las universidades públicas el mismo gobierno alienta las huelgas universitarias y movimientos anarquizados, como es el caso de las universidades de Guerrero, la de Puebla, la de Oaxaca, de Sinaloa y otras instituciones más.
En el caso de Guerrero y Oaxaca mandan a miembros del Partido Comunista para que se apropien de la administración de la universidad, y ellos sean quienes manejen los recursos públicos y poco a poco perviertan la educación. Se perdió la excelencia académica, ahí están los resultados, no he dicho nada que no sea verdad. Al paso de los años ahí están los resultados.
Recuperar la excelencia académica es complicado. Estas dizque reformas educativas son para eliminar la educación pública, laica y gratuita, para privilegiar la educación privada y confesional, es el modelo gringo; si no tienes dinero no puedes hacer una carrera a pesar de ser una de las personas más brillantes.
Si no tienes dinero no podrás alcanzar la preparatoria. Si de por sí es difícil que las personas de escasos recursos puedan continuar sus estudios, en estas condiciones será más complicado que lo logren.
El origen
“El movimiento estudiantil comenzó el 22 de Julio de 1968 con un pleito callejero entre pandillas estudiantiles de la ciudad: “Los ciudadelos” y “Los arañas”, frente a la preparatoria Isaac Ochoterena, el cual fue detenido por elementos del cuerpo de granaderos. Desgraciadamente, algunos de los pandilleros se escondieron en las preparatorias y los agentes de seguridad tuvieron que entrar por ellos.
En el libro Tiempo de hablar hacemos la narración de los hechos de la provocación que hizo el mismo gobierno, se plasma el testimonio del director de la escuela Isaac Ochoterena, quien coincide con nosotros: en un pleito llegaban dos policías y la gente corría, pero en este caso llega de repente, llegan grupos de granaderos y reprimen, esa era la forma en lo que se conoce como la guerra preventiva.
Ellos mismos provocaban ese tipo de enfrentamientos. El 26 de julio una manifestación de estudiantes que conmemoraban la Revolución Cubana chocó con otra organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), que es la parte oficialista de los “porros” del IPN. Llegan a donde están las juventudes comunistas y otro tipo de organizaciones que estaban en el Monumento a Juárez, arrastran a la gente, se dirigen al Zócalo.
En ese día hay grandes botes de basura pintadas de naranja pero, qué curioso, con piedras y varillas. Entonces paran a los muchachos, los granaderos empiezan a lanzar gases lacrimógenos y demás cosas, la gente choca con los tambos, se cae el contenido y, lógicamente, los jóvenes en el instinto de defensa respondieron.
¿Pero eso quién lo puso? El Departamento Central, ¡claro!, el general Corona del Rosal, él que tenía al Batallón Olimpia, Echeverría que tenía grandes interese y el doctor Emilio Martínez Manatou, el abuelo del Niño verde, multimillonario y rico, que estaba luchando por la presidencia de la República. La sucesión presidencial, el móvil de la represión del 68.
Ese dos de octubre de 1968
Tú te desilusionas cuando esperas algo, nosotros luchábamos no estábamos esperando ser políticos y cosas por el estilo, quienes se desilusionaron fueron ellos que esperaban su tajada que se veían en los cuernos de la luna.
Yo no estaba de acuerdo con muchas cosas, pero en casa del Rector Barros Sierra se aceptaron la formación de las Comisiones.
El dos en la mañana fui a la escuela, , –se casaba mi hermano, de hecho se casó, me preparaba para la ‘pachanga’–, platiqué con los compañeros de la Escuela Superior de Economía, fuimos a comer a una fondita de comida corrida con el Maestro Carlos Alvarado Ramón.
Vimos al Ejército, no nos extrañó, no iban a permitir que saliéramos de la Plaza de las Tres Culturas al Casco de Santo Tomás, ese fue un acuerdo que se permitía el mitin, pero no la marcha al Casco, porque algunas escuelas aún estaban ocupadas.
Se había aceptado, es más nos sentíamos seguros, de haber visto granaderos la cosas no nos hubiera gustado, subimos al tercer piso del edificio Chihuahua, había gente rara, pero nos valió madres.
Íbamos con la convicción de que había un acuerdo, un compromiso y nos habían dado su palabra y creímos en la palabra de los representantes del presidente, Jorge de la Vegas Domínguez y Andrés Caso Lombardo, hombres de media izquierda y del Rector de la Universidad.
¿Y qué pasó?, nos chingaron, es más cuando me dicen: “Es que denunciaste al movimiento”, ellos llevaban fotos de todos nosotros, ya nos conocía, denuncias a un movimiento clandestino, este era el primer movimiento popular democrático abierto y eso es lo que no permitió, ni permite, ni permitirá la gente del Estado.
¿Y al momento del pánico?
Yo fui el último que habló, es más no iba a ser orador, sólo estaba presente para ver el cumplimiento de los acuerdos, quien iba a ser orador iba ser López Osuna, pero cuando comienza a avanzar el Ejército, cuando bajan los del Batallón, el se queda apanicado y no puede hablar.
Cuando nos detuvieron en el tercer piso del edificio Chihuahua inmediatamente comenzaron a tirar, el ejército que venía para quitar las cosas para despejar el área, respondieron, ellos gritaban desesperados gritaron “no disparen somos los del guante blanco, lo del Batallón Olimpia”.
Le quitó el micrófono y trato de llamar a la calma, por eso “No corran es una provocación”, ahí están los libros, los documentales, y de ahí para el real me dieron tal chinga en el Campo Militar que ya no me acuerdo de más.
Pero una cosa te digo si el ejercito dispara a la altura de los manifestantes, el saldo hubiera sido en miles, disparaban a quienes bajaron a tirar a los miembros del Batallón Olimpia, los del guante blanco, que respondían a los intereses de Echeverría y ligados a al General Corona del Rosal.
¿Qué si vamos a saber lo que en verdad pasó ese dos de octubre?, ni yo lo sé, los que deben la verdad son quienes ordenaron la matanza, muchos dicen que fue Díaz Ordaz, otros que fue el ejército, pero ellos no dispararon a la base.
Lo extraordinario del 2 de octubre que en verdad no se olvida, es que no se debe de tomar como una frase, no se deben de pasar por alto las traiciones y las matanzas, no se debe permitir la represión bajo ningún nivel.
¿Se puede resumir en una frase la matanza de la “Plaza de las tres culturas”?
Sócrates Campos Lemus lo reflexiona, toma aire y al más puro estilo del Barrio de la Lagunilla, sitio en donde creció dice “!Chinguen a su madre todos!”