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Al son del Jarabe del Valle, inicia el primer convite de la Guelaguetza

Lilia Almaraz Foto: Hernando Martínez

El sol se mantenía en posición de espectador de la reunión que empezaba a darse en uno de los rincones más apacibles del Centro Histórico de la ciudad capital, el cruce de las calles de Macedonio Alcalá y Xólotl, a la salida de la Cruz de Piedra.

Mujeres orgullosas de su vestuario se apresuraban a tomar su lugar en lo que estaba por iniciar, los varones en tanto se agrupan en torno a la sombra de las marmotas y en los dos extremos, las bandas de viento anunciaba en sus primeras y solitarias notas la presencia de su música, que hasta nuestros días se mantiene vigente en los más importantes momentos de la vida social y religiosa de un oaxaqueño.

Habían transcurrido 30 minutos cuando se escucharon las voces de quienes tienen a su cargo, por decisión propia, la tarea de mantener vivo el gusto por la danza, la música y vestimenta representativa de la comunidad a la que pertenecen, Genova Medina y el señor Rene Calderón González; quienes dirigen a las delegaciones de las Chinas Oaxaqueñas y de Tlacolula de Matamoros, respectivamente; ambas de la Región de Valles Centrales.

Estas dos delegaciones fueron las convocadas para integrar el primer convite de seis que anteceden a “La Guelaguetza”, que se efectuará próximamente en el conocido por propios y extraños como “Auditorio Guelaguetza” y que inicialmente se llamó Rotonda de la Azucena.

Pronto, las y los integrantes de las dos delegaciones representativas, que sumaban cerca de 100 personas, acudieron al llamado, tomaron sus lugares para estar atentos a la primera nota musical, que se escuchó a la par de aquel “cuete” que se perdió en el cielo por los todavía existentes rayos del sol, y que indicaba el inicio del recorrido que ellos seguirían con algunos de los pasos practicados desde hace seis meses.

Anel Felicitas Gómez escuchó la señal y terminó rápidamente una llamada por celular. Entusiasmada levantó la mirada y se dispuso para dar comienzo con su participación como una auténtica y orgullosa tlacolulense, con su falda de lana color vino, rebozo tradicional del valle y su blusa de randa de aguja, pieza textil amenazada con desaparecer por desuso entre las mujeres del lugar. Afortunadamente, recién se ha iniciado su rescate a través de la enseñanza de la técnica de gran destreza que requiere su hechura y que puede demorar hasta un año dicha elaboración.

Anel luce y se dice doblemente contenta, porque se distingue por vestir un textil confeccionado por las manos de su tía, que actualmente pocas mujeres tienen la posibilidad de portar y tejer en Tlacolula. Destacan también sus botas de cuero de venado llamados “cactes”, que dejan al descubierto únicamente los dedos de sus pies y que elaboran zapateros tradicionales.

La banda “Verde Antequera” toca el Jarabe del Valle y ella (Anel), como las demás se apresura a levantar y colocar sobre su cabeza la florida canasta, que de acuerdo al diseño pueden pesar entre 8 a 10 kilos y miden metro y medio de alto. Pero Anel dice estar acostumbrada, desde niña las canastas la han acompañado y según fue creciendo, la canasta sobre su cabeza también.

Adelante ya avanza la delegación de las Chinas Oaxaqueñas capitaneadas por los tres grandes “Monos de calenda” a los que les continúa un igual número de marmotas que anuncian en su circunferencia el inicio de la Guelaguetza 2014, y en seguida, dos filas de diez jóvenes con faroles de diversos colores y formas bailan de un costado al otro.

La fiesta ha iniciado. El recorrido puede  durar cerca de una hora y a su paso atrae la mirada tanto de los propios que salen de sus lugares de trabajo, restaurantes, cafés, galerías y bares también, de los extranjeros que disfrutan lo que escuchan, miran y sienten y que se alegran aún más al obtener una gran foto que atestigua su presencia en este momento, multicultural.

Cae el sol cuando el convite pasa frente al Templo de Santo Domingo donde todos bailan, ríen y disfrutan de las chilenas que tocan los músicos oaxaqueños.

La noche, envuelve y se interna en el festejo de ya para entonces un mayor número de asistentes, voluntarios e involuntarios, tantos, que se hace menos fácil el transitar; sin embargo, los grandes Monos de Calenda abren el paso para ingresar a la Alameda de León mientras las Chinas oaxaqueñas se apresuran a disponer del atrio de la Catedral como escenario para bailar, hacer girar con ellas sus canastas y llevar a cabo la “regada de dulces”.

Se bailaron los últimos sones y chilenas del convite. Se ha concluido el recorrido, así como las y los jóvenes de las dos delegaciones su primera participación en “La Guelaguetza”, según la convocatoria hecha en sus comunidades. Retornan a esperar el siguiente llamado que posiblemente será para acudir al Cerro del Fortín en alguno de los dos Lunes del Cerro, igual que muchos de los ahí presentes, en tanto los espectadores de ocasión volvieron a sus actividades y posiblemente mañana volverán a detenerse a mirar o admirar el siguiente convite de esta fiesta de la Guelaguetza.

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