Niñas y niños crean murales desde su ámbito comunitario
* Mosaico Étnico muestra el trabajo de Clara Sánchez con la infancia oaxaqueña
Rocío Flores
Oaxaca, Oax., Incursionar en una comunidad, propiciar y desarrollar el interés comunitario de niñas y niños para jugar con el arte, es una aventura y un reto, sobre todo si se piensa en las artes visuales en espacios no institucionalizados; más aún si se enmarca en espacios “marginados” donde la cultura es música y fiesta, y el arte no ubica su espacio.
Clara Sánchez decidió abordar el arte por el arte mismo, por el placer del trabajo creativo. Enfocada a las artes visuales, la artista y promotora cultural independiente decidió comenzar una labor donde niñas y niños establecieran un espacio lúdico para concebir su obra con base en los temas de su comunidad.
Así, incorporó dentro de su metodología temas que tienen que ver con la identidad de la niñez en las comunidades de Oaxaca.
Quienes participan tienen la oportunidad de reconocerse, identificar y plasmar en color sus experiencias de vida en lo individual y en lo comunitario, pueden jugar con ellas y crear.
“Los dibujos tienen el alma puesta en sí”, señala Clara Sánchez al referirse a cada una de las creaciones. “No es un arte efímero; si tú a la niña o al niño le das la oportunidad de interactuar sobre su identidad, de reafirmarse como ser humano primero, como oaxaqueña u oaxaqueño, puedes hallar una cantidad de información impresionante”.
Las niñas y niños que participan reafirman su identidad y de ahí se pueden tomar diversas vertientes para trabajar sobre la participación infantil, “porque los infantes viven también con preocupaciones, pero igual con muchas emociones” destaca la promotora cultural.
El cuerpo hecho objeto, sujeto de arte
Dentro del proceso Clara imparte talleres, crea un espacio de interacción entre las niñas y los niños con el medio, con ellos mismos, de ahí surge el reconocimiento del autoretrato.
Cómo soy, cómo funciona mi cuerpo, son interrogantes claves en este proceso creativo.
De acuerdo con la promotora independiente, existen muchas posibilidades de trabajar con el cuerpo. En las comunidades de Oaxaca, apunta, la población infantil interactúa así. Las niñas y los niños que tienen que ir a cuidar sus animalitos, pastorear el chivo o buscar a sus cochinos, en el inter que van a escuela los dejan, regresan y siempre están jugando, tienen la posibilidad para el juego durante su recorrido, tienen facilidad para darse marometas y usar su cuerpo. Necesitan también tener esos canales muy a abiertos para percibir la sensibilidad de otras niñas y los niños y poder interactuar y crear.
Clara Sánchez explica que cuando se utiliza el cuerpo como una reapropicación de su ser, el niño o la niña extiende todos los lazos posibles con su medio, con todos sus intereses y se gesta su creación; “no resulta difícil cuando tú le das la oportunidad de hablar sobre su medio, de cómo lo percibe, y lo plasma en una textura”.
Moverse como una milpa
El maíz es un elemento clave en el medio comunitario en México, y Oaxaca no es la excepción; se habla tanto del maíz, que siempre hay algo que contar porque es parte de la vida de los infantes en el estado, incluso de su propia genética.
Es simple, apunta Clara, “ellos saben incluso mover el cuerpo como una milpa”.
Las niñas y los niños en muchas comunidades de Oaxaca tienen la experiencia y las pautas de conexión con el maíz, en general con la tierra y el aire, destaca.
El maíz está presente, lo viven y lo juegan desde que van a limpiar el terreno, luego a sembrar y a recoger la mazorca, al desgranarla lo viven y crecen con eso porque son roles comunitarios que están presentes.
Como facilitadora de estos talleres aprovecha siempre el interés del niño o la niña por ser feliz y con ello trae recuerdos del maíz, de la fiesta, de cómo se organizan, de su vida en comunidad y, a partir de ese sentimiento, crean.
Y así van surgiendo los murales, el niño o la niña hace el trabajo de reapropiarse y de vivir nuevamente su entorno y su ser.
“Yo no tengo nada que enseñarles, soy sólo una facilitadora, mi intervención en todo caso podría ser emergente”, indica.
El ámbito comunitario cobra valor en estos procesos creativos, no es un trabajo efímero porque lo fundamental surge de la interacción de éste con las y los infantes, ellas y ellos son quienes proponen; a partir de los juegos propician un discurso narrativo sobre su entorno y lo plasman en sus imágenes.
Mosaico Étnico de las niñas y los niños de Oaxaca
La reciente experiencia de Clara Sánchez fue la creación de un mural en Magdalena Apasco, en el Valle de Etla, resultado de un diplomado que duró cuatro meses, en el que niñas y niños, trabajaron a través de la pintura acrílica, pinceles, tela, espacio y otros elementos el autorretrato Después los fueron elaborando en formatos más grandes hasta crear su propio mural, en el que cada niña o niño trajo a su memoria y a sus creaciones el impacto de su entorno, de sus animales, de los caminos y sembradíos del pueblo y también, desde luego, el impacto de la fiesta como parte de su entorno cultural.
El resultado de este taller está ubicado en el palacio municipal de la población. Aunque la idea original era hacer un fresco, finalmente las pautas las marca la autoridad en cada lugar, principalmente en cuanto al recurso material.
Como en todo proceso, también existen dificultades. Algunas veces hay renuencia de las autoridades y difícilmente se interesan en un taller, tal vez porque en los diversos pueblos están pasando por un proceso en el que los va absorbiendo la cultura de masas. Para algunas autoridades, apunta Clara Sánchez, generar cultura es hacer una fiesta, una posada, poder darle un buen momento a la comunidad, hacer una Guelaguetza, que no es menor, pero pasa año con año lo mismo.
Sin embargo, Clara Sánchez, tenaz y creativa, busca siempre superar el obstáculo. Así fue acercando a niñas y niños a espacios en los que tienen otra posibilidad de jugar y experimentar con su universo creativo.
El trabajo de esta artista y promotora cultura oaxaqueña en su relación con infantes de Oaxaca puede apreciarse también a través de Mosaico Étnico de las niñas y los niños de Oaxaca, libro resultado de un arduo trabajo que ilustra y resume parte de los conocimientos, saberes, deseos, aspiraciones, elecciones, decisiones, actividades y las diversas formas de aprender y mirar el mundo inmediato de las niñas y los niños en Oaxaca.
En Mosaico se puede ver grandes temas que fueron elegidos por las niñas y los niños, tales como las fiestas, el cultivo del maíz, la flora, la fauna, la vestimenta, la organización familiar, la gastronomía, los juegos, los cantos, la lluvia, las estrellas, la danza, el Día de muertos, las leyendas, etc; pero, sobre todo, se observa en este trabajo las capacidades y el potencial expresivo de cada participante. A la par de la manera apasionada en que Sánchez Hernández detona el arte de infantes desde su ámbito comunitario.
De acuerdo con especialistas en pedagogía, Mosaico es un trabajo de los más importantes en el contexto de la educación alternativa, porque la infancia que participó en el ejercicio de educación artística desarrolló su capacidad para comprender y manifestar con herramientas propias lo que le rodea.
Estos son algunos de los trabajos que fueron expuestos en sus comunidades y que forman parte del Mosaico Étnico de las niñas y los niños de Oaxaca