Elisa Ruiz Hernández
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com ).– Álvaro Carrillo, junto con José Alfredo Jiménez, son los grandes iconos de la música mexicana en el mundo, sin embargo, el compositor nacido en Cacahuatepec, costa chica de Oaxaca, no ha sido suficientemente reconocido ni siquiera en su propia tierra, así lo considera Carlos Ramírez, periodista y politólogo, quien convivió en su juventud con el autor de Sabor a mí pues el compositor y su padre eran amigos y compadres.
El analista, uno de los más reproducidos en la prensa mexicana con su columna Indicador Político, es uno de los tres integrantes del jurado que seleccionaron al ganador la medalla al mérito cultural “Álvaro Carrillo”.
Tal presea, entregada por el Congreso del Estado este jueves 9 de abril en el teatro Macedonio Alcalá al maestro Víctor Vásquez Labastida, integrante del Comité de Autenticidad de la Guelaguetza, y director de la Compañía Estatal de Danza Costumbrista, es apenas un intento de recuperar el “fenómeno cultural” llamado Álvaro Carrillo, sostiene Carlos Ramírez.
“Álvaro Carrillo es parte del activo cultural de Oaxaca y contradictoriamente en Oaxaca existe una deficiente política cultural. Me pareció una buena iniciativa del Congreso estatal la entrega de la medalla; ojalá que su entrega sea permanente y que la próxima legislatura no la olvide”, subraya en entrevista.
Álvaro Carrillo, poeta favorito de Octavio Paz
Carlos Ramírez tuvo la oportunidad de convivir con el compositor de “Luz de Luna” y “El andariego” algunos años antes de su muerte, y de aquella etapa de su vida le queda, dice, su afición a los boleros y a la guitarra.
“Cuándo Álvaro venía a Oaxaca invariablemente buscaba a mi papá y se iban de bohemia. Después mi papá fue padrino de bautizo de las dos hijas de Álvaro, y se hicieron compadres. Cuando Álvaro murió, el 3 de abril de 1969, yo tenía 17 o 18 años”, recuerda el periodista.
“Cuando Álvaro Carrillo llegaba a Oaxaca yo acompañaba a mi padre y andaba con ellos. Tenía yo la fortuna de haber aprendido a tocar la guitarra y con algunos acordes básicos que me sabía lo acompañaba en sus canciones”, rememora.
Muchos años después del deceso del compositor, Mario Carrillo, hijo de Álvaro, buscó a Carlos Ramírez y empezaron a reconstruir historias y anécdotas que formarán parte de un libro que recupere la memoria del gran bolerista.
“Así es como empecé a razonar el fenómeno cultural de Álvaro Carrillo en la música mexicana, y he visto con sorpresa que por alguna razón muchos chavos lo conocen”, reflexiona.
-¿Quién le parece más grande: Álvaro Carrillo o José Alfredo Jiménez?
-Los dos fueron contemporáneos, grandes amigos de bohemias, de parrandas, y fueron compadres. Mario me contó esta anécdota: Un día estaban ambos sentados en una mesa junto a la playa y de pronto el agua empezó a llegar hasta ellos. Empezaron a discutir quién era mejor y un tercero en discordia dijo, hagamos una competencia, a ver Álvaro, tu que eres bolerista compón una canción ranchera y tú, José Alfredo, escribe un bolero.
Al día siguiente Álvaro llegó con una canción ranchera que se llama “Esto merece un trago” que dice “Esto merece un trago, merece dos, merece muchos verdad de Dios”… y José Alfredo compuso un bolero sobre el mar. Cantaron y el referee dijo están empatados.
-Hay muchos libros y películas de José Alfredo Jiménez, no así de Álvaro…
–Es verdad. Hace falta conocer en qué contexto cultural se movió Álvaro; su contexto histórico en los años 60; qué pasaba en el país en esa época. Nos hace falta recuperar el fenómeno cultural de Álvaro Carrillo.
Y le viene a la memoria del periodista otra anécdota que le comentó Mario Carrillo:
“Un día le preguntaron a Octavio Paz quiénes eran sus poetas preferidos y dijo que Pablo Neruda y Álvaro Carrillo. Paz era sobresaliente, un superdotado poeta conocedor del lenguaje y la metáfora. Y dijo, voy a declamar una canción de Álvaro como si fuera poema, y declamó ‘Puedo fallar’”.
Alumno sobresaliente de Ayotzinapa
Álvaro Carrillo estudió en la escuela Normal de Ayotzinapa y se graduó con promedio de 9, pero en vez de dedicarse al magisterio se fue a estudiar agronomía a la Escuela Nacional de Agronomía de Chapingo, recuerda Carlos Ramírez.
Señala que el compositor era un mexicano progresista, revolucionario, idealista. “Me cuenta su hijo Mario que tuvo contacto con Lucio Cabañas. Según la leyenda urbana, el guerrillero secuestraba a Álvaro Carrillo para que le fuera a cantar a la montaña y luego lo regresaba”.
El Congreso del Estado de Oaxaca, a través de la Comisión Permanente de Cultura, con el apoyo de la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca y el Ayuntamiento citadino, dedica del 9 al 17 de abril una serie de actividades artísticas y culturales para conmemorar el 46 aniversario luctuoso del mayor compositor nacido en esta entidad.