Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Por una maternidad libre y voluntaria: apuntes post festejo

Noemí Domínguez Gaspar

A manera de apunte post festejo y ya sin la parafernalia que envuelve a esta fecha del Día de las madres, aquí algunas reflexiones: si bien es cierto que muchas personas reconocen el origen y carácter comercial de las festividades del 10 de mayo o Día de las madres, es importante señalar porque este día  se convirtió con el paso de los años en un fenómenos tan popular, que quién no lo celebra es casi una persona desagradecida para con la ser dadora de vida.

El Día de las madres se ha consolidado como espacio único para reconocer los esfuerzos que hacen las mujeres para ejercer su maternidad ( condición biológica de las mujeres para ser madre), a pesar de lo accidentada que pueda ser su vida y el panorama social en el que se desvuelven; ese día cobró singular popularidad no sólo por el bombardeo mediático las diversas expresiones de complejo de Edipo que puedan permear nuestra moral e imaginario con respecto a nuestras genitoras, sino además porque en nuestra sociedad misógina-machista-patriarcal, hay pocos espacios públicos para reconocer la importancia del ejercicio del maternaje ( conjunto de prácticas que se asumen son maternales, amor, ternura,etc) como parte fundamental no sólo de la reproducción de la vida, sino también de la reproducción del capital.

En este contexto cabe señalar: las personas que no celebramos el día de las madres, no somos seres insensibles, desagradecidos ni despiadados, es más bien una condición cultural y en algunos casos parte  de un posicionamiento político; por una parte, muchas de las comunidades de las que provenimos, dicha celebración no tiene ningún sentido dado su reciente inversión, y a pesar del adoctrinamiento recibido en los espacios escolares, justo la celebración ha quedado constreñida a esos espacios, en la vida cotidiana y espacio doméstico se han generado otras formas de socialización y reconocimiento del valor de la maternidad, no como virtud ni instinto, si no como un trabajo asociado con los afectos, el tejido social, con lo humano.

En cuanto al posicionamiento político, muchas mujeres desde el feminismo ( en el cual me incluyo), plantean que seguirle el juego al sistema que refuerza estereotipos y merca con los afectos no es la vía para reivindicar el derecho a la maternidad de las mujeres que han decidido a ejercerla y que además no es reconocida, pues no es valorada la inversión en la crianza de las criaturas.

Hacer comunidad desde nuestro núcleo primario “la familia” puede ser el primer paso para desestructurar al patriarcado,  además construir otras formas de afecto y reconocimiento de las mujeres entre mujeres (y también los hombres con respecto de las mujeres).

La maternidad no es un valor natural de las mujeres, el Día de las madres lo que hace  cada año es reforzar la cultura patriarcal, al generar un día de fantasía en donde esa única ocasión las mujeres-madres pueden ser “las reinas del hogar”, reconocidas, amadas, valoradas, y que, acabada la comida, adiós al performance de la sociedad vindicadora de las madres, todo vuelve a su curso normal, vuelve a ser insensibilizado el trabajo de las madres, y nada cambia en la estructura, la apariencia de un día bombardeado por la mercadotecnia, no resarcirá la violencia, invisibilización y desplazamiento histórico en el ámbito del poder en el cual las mujeres hemos estado como seres marginales, en diferentes grados de acuerdo a nuestra especificidad de clase, edad, etcétera.

El día de las madres  es una alegoría a las madres míticas (vírgenes  y seres femeninos del ámbito religioso) y también de las madres-genitoras, lo otro queda anulado, quienes colaboran al maternaje, otras redes, otras mujeres y hombres que colaboran en la crianza quedan anulados, ni que decir de las mujeres que no hemos decidido no ejercer nuestra maternidad, para algunas personas, dignas defensoras del orden patriarcal, somos (me incluyo) seres avenidas algo así a la degradación última del ser mujer, antinaturales, locas, con alguna falla en la psique que nos impide continuar con el mandato y curso de nuestro deber ser ( y bueno a mí me da un poco igual).

Lamentablemente no todas las mujeres la pasan bien, muchas sufren múltiples expresiones de acoso y violencia cuando han decidido voluntaria o involuntariamente a ejercer su maternidad,  las causas pueden ser muchas, las condiciones económicas, de edad, el miedo al señalamiento si se decide ejercer la maternidad de manera individual lo cual las marcaría de por vida como “madresolteras” .

La ilusión de la llegada del  hombre con el cual se pueda ejercer la bonita familia (incluido el perro, el gato, el carro, la casa y el jardín con flores) es parte de un imaginario de la maternidad  que podría ser  válido siempre y cuando no vulnere nuestro derecho a una maternidad libre y voluntaria, sin violencias ni presiones, pues  una es nuestra capacidad biológica para engendrar y criar a otros seres humanos y  otra es que esa capacidad nos condicione y obligue de manera exclusiva a ser madre porque así nos graduaremos del ser mujeres completas, enteras y plenas.

Finalmente podríamos considerar antes, durante o después  de  este festejo, – fénomeno social  y comercial y  producto de un sistema patriarcal-    que  ni los gobiernos, ni la sociedad  ha creado las condiciones para que  las mujeres tengan el acceso libre y voluntario a la maternidad,  para que cada quien pueda tener autonomía y decidir sobre su cuerpo, cuando esto suceda, entonces sí, sentirnos mujeres enteras y plenas, al decidir sobre nuestro cuerpo como un espacio de poder.