Rocío Flores/Foto: Carmen Pacheco
OAXACA, Oax. “Fui esa noche, era del Comité Estudiantil, fui consciente, pero creo que no debimos haber ido, cuando se decidieron las cosas, hubo quienes dijimos no, pero aun así fuimos, nos mayoritearon”, admite Omar García, sobreviviente de la masacre de estudiantes de Ayotzinapa, ocurrido hace 43 meses.
“Pero tampoco significa que podemos regresar en el tiempo y decir no vayan, porque nunca sabemos que va a pasar”, aclara.
Después de la noche de Iguala, cuando desaparecieron 43 de sus compañeros de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinpa, Guerrero, Omar renunció a sus estudios para acompañar a las madres y padres de los normalistas que siguen sin aparecer. También por rivalidades políticas al interior de la institución.
En entrevista realizada en Oaxaca, el activista mira en retrospectiva, y comparte algunas de las reflexiones de esos 43 meses, desde aquella noche trágica en Iguala.
“Ha sido un proceso largo, sobre todo de desgaste físico, de aprendizaje, hemos aprendido a organizarnos, otras veces solo hemos visto que cómo intentan manipular el movimiento”, adelanta.
¿Qué pasó esa noche antes de la masacre, porqué dices que no debieron ir, fue incorrecta la decisión?
— Cuando se pone en riesgo a la gente, ya no es correcto. Hubo quienes dijeron no, no y al final, ya sabemos lo que ocurrió.
Omar admite también que la política de las escuelas normales rurales es participar en las acciones de lucha. “Los chavos tienen que estar formaditos y gritando consignas pero no todos quieren ir”, critica.
—De cada 140 estudiantes que entran, solo unos 15 o 20 se vuelven activistas políticos, pero el resto no quiere, otros quieren dedicarse la docencia, a lo cultural. No todos lo hacen por convicción pero la regla y la política es participar en las acciones de lucha.
De todo esto, resume que hay una tendencia muy grande al dogma y es un error.
—La gente adoctrina a otros, muchos de los sindicatos a sus miembros, los maestros adoctrinan a unos cuantos dirigentes y solo ellos acumulan los conocimientos y solo ellos saben que están negociando y mientras los demás tienen que ir a huevo si no les recortan un poquito de su salario, y los sindicatos y en las escuelas normales ocurre lo mismo.
El exnormalista, ahora integrante de un colectivo de activistas y defensores de derechos humanos radicados en Garland, Texas dice que otra de las motivaciones del movimiento y de los padres es saber por qué fueron esa noche, también quieren que el mundo sepa que quizá hubo decisiones que no se tomaron bien.
43 MESES SIN LOS 43
A pesar de los 43 meses sin ellos, Omar señala que se han sentado algunos referentes en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y con la llegada del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes para apoyar la investigación.
“Tumbarle la versión oficial al gobierno no es poca cosa”, destaca.
Aunque quizá para las familias esto no signifique nada, ya que no se ha encontrado a ninguno de los 43 jóvenes desaparecidos esa noche del 26 de septiembre de 2014.
¿Cómo han sido estos meses?
—Hemos tenido errores. Por ejemplo, el 27 de enero de 2015, cuando la PGR declaró que los estudiantes habían sido incinerados en el basurero, salieron científicos de la UNAM a decir que no era posible y las familias no los respaldaron. Los científicos recibieron intimidaciones, sin el apoyo de las familias. Hay varios errores, y uno de ellos es que no hay intentos de vinculación.
[quote]“Debemos abrazar cada intento de aporte, para protegernos, porque en este país, cada vez es más difícil decir algo porque te pones en riesgo”.[/quote]
¿Al inicio hablabas de organizaciones que intentan manipular el movimiento de los padres de los 43, quienes son?
—Hay organizaciones sociales que han querido llevar el movimiento hacia sus agendas. La gente llega de afuera y quiere llegar a tirarles línea. Llegan a solidarizarse y a ponerse a disposición, pero también quieren decir lo que se tiene que hacer.
¿Quiénes son?
—Activistas y luchadores sociales, “sin ética” que no alcanzan a dimensionar. Consideran a las víctimas como “una baja” “un daño colateral” y reproducen la mirada del Estado. Son organizaciones verticales que traen métodos de hace 20 y 30 años— reitera, aunque sin querer evidenciarlos abiertamente.
¿Quiénes son?
— Los maestros por ejemplo— dice ante la insistencia.
— Ellos ponen en su agenda Ayotzinapa, pero está por debajo de la reforma educativa y en sexto lugar de los resolutivos, está la presentación con vida de los desaparecidos. Por eso las familias se enojan con ellos. Esto es un ejemplo, pero hay muchos más: sindicatos, ONG.
Por otro lado, agrega, hay mucha gente que no encontró cabida en su lucha porque se les exigían conocimiento previo, pero eran nuevos en este tipo de acciones, era compresible no saber qué hacer.
[quote]“Pero los colectivos dicen, primero gradúate en hace marchas, doctorado en hacer una consigna, ¡no mames!”[/quote]
Omar asegura que esas situaciones han disminuido la fuerza del movimiento. Son miles de personas que no encontraron cabida y se manifestaron a su modo. Algunos en cuestiones simbólicas. Pone como ejemplo las acciones en teatros, documentales, el movimiento “Más 43”, los hastag en redes sociales.
—Todo eso que surgió fuera, pero no se ha logrado juntar. Es más, se les tiende a despreciar, decimos que hablar por Ayotzinapa no es revolucionario, es fresa, es nice.
El activista reconoce lo complicado del proceso, sin embargo, de todo eso destaca la importancia de la vinculación. Dice que hay gente que les rodea que no alcanza a ver lo importante que es la unión, el respaldo. Ilustra este punto con el caso de los cinco jóvenes desparecidos de Veracruz.
— Se vio claro que fue la Policía. Debimos estar ahí, para que el Estado vea que esas familias tienen apoyo, que hay un movimiento más grande que los cobija, pero no fue así, hasta un mes después se hizo el intento.
Pese a todo, Omar está convencido de que todo se puede integrar, solo que las familias no tienen experiencia previa fuera de Ayotzinapa, son padres de familia, amas de casa, unos votaron por el PRI, PAN, PRD, algunos son católicos otros no, son diversos.
—Es un proceso que tenemos que aprender. Hay organizaciones que cargan el viejo paradigma de crear mártires para levantar al pueblo, no lo comparto yo creo hay otra forma de construir desde las comunidades, con la que la sociedad simpatiza, hay que defender lo que se construye, porque da mayor legitimidad.
Más o menos se ha logrado sobrevivir en estos tres años y medio. Pudimos haber evitado la noche de Iguala, pero hay miles que nadie ve y nadie escuchaba, y fue a partir del 26 de septiembre de 2014, que se empezó a hacer grande, por eso es tan importante resolver el caso, porque al resolver Ayotzinapa podríamos resolver otros más. No todo es demostraciones de fuerza, aquí la cuestión es el vínculo, lo que se hace, hacia donde se dirige un movimiento, las relaciones que se establecen en las grandes coyunturas políticas, y en esa etapa estamos, concluye el vocero.
Los padres siguen en pie, ahora con la exigencia al presidente Enrique Peña Nieto de acatar el fallo judicial, del 4 y 11 de junio que obliga a la PGR a rectificar sobre los responsables, a la reposición del procedimiento y crear una Comisión de Investigación para la Verdad y la Justicia.