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La política de «tolerancia cero» hacia la inmigración ilegal del presidente estadounidense Donald Trump; su decisión de abandonar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; la detención y separación de menores de sus padres en Texas –factores que quizá colocan a aquél en uno de los momentos complicados de su gobierno–, así como la reacción social ante tales hechos, son temas urgentes que tenemos que explorar y replantear como sociedad, según José Thompson J., del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).
Thompson es director ejecutivo del IIDH, una entidad internacional autónoma dedicada a la enseñanza, investigación y promoción de los derechos humanos. Este miércoles ofreció en Oaxaca una conferencia magistral y concedió esta entrevista exclusiva para hablar sobre dichos temas y las obligaciones de los Estados para respetar a todas las personas en el mundo.
Habló de la xenofobia, del temor al “otro” y la falta de ética en la comunicación digital en el contexto de las violaciones a los derechos humanos en la frontera e incluso de los decretos del agua en México.
Sobre las acciones que han colocado al presidente Trump quizá en uno de los momentos más controversiales desde su entrada a la Casa Blanca, el director ejecutivo de IIDH aclaró que los migrantes, igual que cualesquiera ser humano deben tener los derechos garantizados.
“Incluso ellos tienen derecho, según la Corte Interamericana, a mayor protección; en el caso de los niños migrantes, de una triple protección porque son la población más vulnerable. La obligación de los Estados en este caso y cualquier otro es respetar, garantizar, proteger y satisfacer (en el caso de la reparación de daños) los derechos humanos de las personas”.
RF : Sin embargo, de acuerdo con datos oficiales, apenas entre el 5 de mayo y el 9 de junio las autoridades fronterizas separaron a 2 mil 432 niños cuyas familias están arrestadas en espera de proceso por ingresar a ese país. Los políticos demócratas de Estados Unidos, la prensa y quienes visitaron centros de detención de Texas donde se encuentran los menores, documentaron ya la forma en que están retenidos en «jaulas», cercados con vallas, donde los niños y niñas temen no volver a ver a sus padres. Y Trump defiende la política asegurando que no hace sino cumplir la Ley.
RF : ¿Cómo es posible exigir que se garanticen los derechos humanos en este caso?
JT: tiene que haber voluntad política, los Estados deben estar abiertos al tema, el que Trump se haya salido del Consejo de Derechos Humanos de la ONU evidencia que hay resistencia. Lo de la aplicación de la Ley es una frase vacía, pero les resulta útil, genera rechazo y adhesión a nivel nacional en algunos casos: algunas personas compran el discurso del temor al otro. Por ello, dentro de los temas que tenemos que explorar está el de cómo a pesar de que en las sociedades, en apariencia, se ha invertido tanto tiempo y tanta gente para difundir valores positivos, con una gran facilidad emergen valores negativos como la xenofobia y el temor al otro. Eso nos está haciendo daño.
RF: ¿Esos valores negativos son fomentados desde el grupo en el poder?
JT: sí y no. Si fuera solo desde el poder habría menos razones para preocuparse, pero si uno repasa lo que la gente está escribiendo en redes sociales, se sorprende uno la facilidad con la que se cae en el discurso del odio, en la descalificación, en ambos sentidos. También sucede que esta premura con la que se escribe en ediciones digitales de periódicos (no en todos los casos, aclara) orienta a un debate soez y superficial, en el cual no hay ningún puente de entendimiento.
“Y de pronto uno se da cuenta que casi en todos los niveles está presente este discurso instaurado. Hay que tener más cuidado. La facilidad de nuestro tiempo, es que estamos pudiendo reaccionar, pero nos está haciendo daño. Es una reacción al momento, no es una apuesta racional”.
RF: ¿qué puede hacer la sociedad en este contexto y ante lo que parece un gran embate de violaciones a los derechos humanos?
JT: lo primero es que no caigamos en el doble discurso, lo que queremos es que se respeten los derechos de nuestros nacionales, tenemos derecho a exigirlo, pero también hay que aplicarlo cuando llegue un extranjero en las mismas circunstancias, creo que tenemos que ir trascendiendo a una ciudadanía global, en donde, así como exigimos derechos, también respetamos los derechos de todos, en cualquier parte.
“Estamos en una crisis donde el disgusto, el discurso del odio está calando y en donde no preguntamos quién es el otro, y nos logran instalar el discurso que el otro es diferente, desde una connotación negativa. Y que entonces tiene que ser maltratado, es culpable de todo lo que le sucede. Tenemos la idea de que el otro es potencialmente mi enemigo, vemos al otro como inferiores, en lugar del otro como diverso, hay que aceptar al otro, no importa cómo sea”.
RF: ¿en los tiempos que vivimos, cómo podemos avanzar?
JT: por otra parte la sociedad debe trabajar, conocer, difundir, manifestarse, exigir y proponer, en lo posible, soluciones para la garantía de esos derechos que son fundamentales y mundiales. En lo local y en lo internacional, con organizaciones de derechos humanos que trabajan para ejercer presión en las políticas públicas al interior de cada sociedad y a nivel global.
En el tema del agua, comentó, México está sometido a más cuestiones jurisdiccionales internacionales. Si esta suspensión de las medidas migratorias de Trump se concreta, va a ser una demostración de que a nivel internacional y a nivel local se puede incidir, pero tiene que haber esa reacción consciente.
Hay cosas que creímos superadas, expuso, pero vivimos en una cultura que nos está llenado de distracción, “pan y circo” y nuestro circo están en el celular, en la oferta televisiva, pero la mayor parte de eso es superficial, es una aparente diversión.
RF: ¿no hemos avanzado?
JT: hemos avanzado en algunas cuestiones. No todo está perdido. Lo que podríamos estar mirando es que hay potencial en las cosas que tenemos, en los tratados y resoluciones internacionales, en lo social, en lo local. Hay que apoyarse en lo global o en lo mundial, porque a veces lo global tiene connotación negativa, pero no siempre es así. Nos hemos globalizando en derechos humanos, deberíamos compartir los mismos referentes éticos.
“Es una maravilla lo que tenemos en Internet sobre casi cualquier tema, pero tenemos que indagar un poco más. Estamos repletos de información pero estamos escasos de conocimiento, el exceso conspira contra él. El dilema está en cómo hacer para tener más conocimiento, pero hacerlo cada vez más consciente. Debemos reflexionar cómo las cosas que creíamos superadas, vuelven a plantearse como un problema”.