Foto: Jorge Luis Plata
Soy un romántico, a lo mejor es un error, pero eso me ha funcionado en esta vida” : Antonio Turok (Ciudad de México en 1955)
Documentalista y no fotoperiodista, así es como se define Antonio Turok, uno de los fotógrafos más importantes de México en la actualidad. Además de los conflictos armados en Nicaragua, Guatemala y las guerrillas de El Salvador, Turok documentó el levantamiento zapatista en Chiapas.
Así ha logrado construir un registro fundamental para entender las condiciones actuales en las comunidades indígenas del país.
En los años setenta, Turok se introdujo en la Selva Lacandona para fotografiar el zapatismo. Aún no sabe o quizá prefiere no responder por qué ese interés en Chiapas, pero lo evidente es el respeto y una cierta fascinación por el mundo indígena. O lo que queda de éste.
Antonio Turok relató en entrevista parte de esa experiencia que ha documentado en cuatro décadas, habló un poco del racismo, de una desarticulación sistemática que observó en las comunidades, de cómo la religión, igual que en la Colonia, ha sido clave en ese proceso.
Mencionó también la infiltración del narco y el impacto de un desarrollo “galopante” que hoy tiene a las comunidades resistiendo el despojo de sus tierras y de lo que vislumbra en este nuevo gobierno que parece obviar el respeto a las diferencias culturales.
De todo eso que documentó y compartió un poco durante la charla, hay una memoria que, dice, es lo que más importa en su quehacer.
“Lo que yo hago no se puede hacer solo, la historia no se puede hacer sola, la memoria la hacemos todos, este es un trabajo colectivo”, dice el documentalista.
一¿Qué cree que ha pasado con las comunidades indígenas, en particular en Chiapas?
Por lo menos en Chiapas la desarticulación ha sido sistemática, la estrategia del Estado se ha basado en un profundo racismo, eso ha dividido a la población de una manera terrible. Hoy es raro que en una comunidad veas a la gente vestida con su traje o ropa tradicional. Vas a San Juan Chamula y es un bastión oscuro de droga, carros robados, coyotes y enormes mansiones.
En mi último viaje, lo que noté es un crecimiento descomunal de iglesias evangélicas. Ese es el fin, ahí no hay vuelta para atrás一sentencia.
El fotógrafo piensa que la introducción de esta Iglesia se ha debido hasta cierto punto al olvido institucional.
一Hubo fallas de mucha índole. Este fenómeno fue atractivo, primero porque los alejó del alcohol, para las mujeres ha sido un gran avance y han estado dispuestas a dejar los panteones, a los abuelos, las milpas, porque vivían un estado de alcoholismo que era la muerte.
Muchas comunidades han sido abandonadas y están buscando sobrevivir. En el norte del país, expone a manera de comparación, los coras ¡olvídate de pensar que les interesa hacer sus máscaras!, son bastiones del narco, ahí éste ha entrado y ha arrasado, y los jóvenes parecen felices con su troca.
Durante la Conquista fue muy difícil que entraran los españoles, pero ahora han sido penetradas esas zonas. Fue una estrategia tanto de Estados Unidos como del mismo sector gobernante del país, había la idea de acabar con eso, era muy incómodo para ellos. Y esa siempre ha sido mi pregunta: por qué no aprovechar esa diversidad cultural. Hay una enorme sabiduría que se ha perdido, por qué atacarla de esa manera , por qué pensar que es un enemigo.
El documentalista admite que no entiende o no le ha interesado del todo el fenómeno, pero considera que hasta la fecha la ganona ha sido la Iglesia que ha invadido el territorio. Aunque los proyectos de desarrollo también han puesto la mirada en esas tierras.
一¿Qué ha encontrado en ese mundo indígena, todavía percibe ese sentido de humanidad?
一Quisiera pensar como tú y tu pregunta, somos románticos, pero este país está muy lastimado, hay tantas carencias, yo no sé qué va a poder sobrevivir.
El fotógrafo recuerda que históricamente no hay ninguna cultura que no se haya influenciado por eventos exteriores, sin embargo, cuestiona el sentido global. Señala que no solo estamos frente a una posible extinción de las culturas, sino también del medio ambiente, de nuestras relaciones sociales, en las que cada vez hay menos tolerancia a lo que no es igual.
一Ahora vemos un gobierno que está basado en un desarrollismo y no en un respeto en las diferencias culturales. Lo vemos en los recortes presupuestales de este nuevo gobierno, si de por sí eran pocos los recursos para estas comunidades, ahora todo puede estar peor. En campaña, Andrés Manuel López Obrador prometió que iba a apoyar a las comunidades, y aunque tengo una nube sobre qué significa eso, quiero darle la oportunidad. Lo que creo que puedo hacer es documentarlo y ver qué pasa, creo que es muy importante.
一¿Considera que con lo del tren maya se determinaría de algún modo lo que sigue con las demás poblaciones indígenas?
一López Obrador dice que no va a cortar un árbol. No es cierto, Campeche, Yucatán y Quintana Roo son reservas selváticas muy importantes y ni modo que no los vaya a afectar. Y luego, en qué se van a beneficiar los pobladores, de qué sirve que pase un trenecito lleno de gente gringa si aquellos no tienen agua potable ni centros de salud ni una escuelita.
Eso me motiva a documentarlo, me dan ganas, aunque vea también la posibilidad de que otra vez sea más tristeza, pero eso es a lo que me dedico, al final de cuentas, mi pasión y mi participación mientras tenga vida, es documentar. La esperanza no se acaba, el ave fénix volvió a levantarse, a lo mejor esto es parte de un proceso natural de cambio. Tal vez lo que habría de documentar es hacia dónde va.
Turok dice que en sus respuestas quizá sea notoria cierta melancolía por ese mundo indígena “maravilloso y sabio” que él conoció y que sigue buscando, aunque cada vez lo encuentra menos, pero justifica su pasión. “Por lo menos queda el registro de que en algún momento existió”, dice parafraseando a aquel fotógrafo de National Geographic que retrató los icebergs. Qué nos queda, el romanticismo, la memoria, resume el autor de La Fiesta y la rebelión, un libro que reúne más de un centenar de fotografías de su archivo de más de 60 mil negativos, obra que fue presentada recientemente en Oaxaca.
一¿Ya no es posible ver esta imágenes?
No. Yo he recorrido, he regresado a comunidades y ya no distingues su historia. Lo más dramático es lo de los grupos paramilitares que están entrando a las zonas zapatistas y los están masacrando. Dices: “¡no puede ser!”, pues los están castigando de una manera muy severa.
一¿Por pensar diferente?
一Sí, por tener otras aspiraciones. Tal vez por rescatar lo que se puede, lo que debe ser una comunidad, trabajar en equipo, pero eso no solamente lo estamos notando en México, es un fenómeno mundial. Tuve la suerte de entrevistar a Rodolfo Stavenhagen, experto y relator especial para los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas (desde 2001), fui de los últimos en entrevistarlo, y me explicaba que el fenómeno antiindígena a nivel mundial es dramático, una crisis civilizatoria de mucha incertidumbre.
Sobre la experiencia del zapatismo y las imágenes en su libro, Turok dice que solo apostó a hacer lo que le gusta.
一Cuando llegaba a las comunidades indígenas allá en los setenta, nunca habían visto un hombre blanco y las mujeres agarraban a sus hijos y corrían. Ya no existe eso, ahora son otros los miedos, qué bueno que estuve ahí. Lo que mayor satisfacción me da es que una vez que dejaban el miedo y se rompía el hielo, me decían “tómame la foto”, quiero ser parte de la historia, eso no lo cambio por nada. Encontré en las comunidades pobres más disposición para dejarse fotografiar.
Quisiera comunicar el esfuerzo con el que hice este libro, es un ejemplo para regresar a los jóvenes la esperanza de que pueden hacer cosas. Si no hubiera este tipo de terquedad y esta pasión se verían más perdidos de lo que están, hay que darles esperanza de que se pueden hacer cosas todavía. Pienso en mi hija, quiero que se acuerde de que también el borracho de su papá hizo otras cosas. Soy un romántico, lo dije al principio de la entrevista y a lo mejor es un error, pero eso me ha funcionado. Mi próximo reto es hacer un recorrido sobre lo que va a ser el tren maya, porque va realizarse una destrucción y una invasión de territorio que uno quisiera pensar que será para el bien… pero dejemos que el trenecito nos lleve.