Fotografía: Carmen Pacheco
Luna Marán estrena el documental Tío Yim
Con unos 20 años dedicada a la imagen, Luna Marán comparte que la idea de la cinta documental Tío Yim, comenzó hace siete años como un retrato familiar y fue ampliándose con el tiempo.
La cineasta documenta la vida del antropólogo, trovador, activista e ideólogo de la comunalidad Jaime Martínez Luna y resignifica la figura de un padre ausente físicamente que se la pasaba en la bohemia, rodeado de gente y casi con una garrafa de mezcal atada al hombro.
En realidad es un documental sobre la familia, pero es una familia que vive en una dinámica de cuestionamientos afectivos, ajena a los moldes, donde cada uno de sus integrantes va dando forma de maneras peculiares a sus afectos, explica en entrevista la cineasta originaria de la Sierra Norte de Oaxaca.
La productora, directora y gestora cultural confiesa que igual que muchas niñas en el país, creció viendo telenovelas y sentía que lo que pasaba en la pantalla no era lo que sucedía en su casa y en su pueblo.
“Me interesaba mucho construir algo que fuéramos nosotros. Me parece que es un ejercicio importante y necesario de poder hacer ese retrato y con ello hacer tangible una realidad que en otras pantallas no se ve”.
¿Cuál es esa otra realidad, son esas otras formas de decir te quiero?
─Sí, para mí es cultural.
La cineasta serrana cuenta que con el tiempo comenzó a disociar o separar su realidad natural y cultural con lo que ocurría en la pantalla de televisión. Pero gracias al documental entendió que eso era una disociación, que había formas de decir te quiero que no se han mostrado en la pantalla. “ Y son justo nuestras formas de decir te quiero”, destaca.
─Para mí es muy importante poder contar sobre esas arqueologías, de cómo somos a la hora de generar nuestros afectos. Pertenecemos a una cultura que nos hace expresar el afecto de ciertas formas, uno viaja a la Sierra y la gente siempre te recibe con algo, un café, un pan, un tamal, esa forma de recibirte es impresionante y eso no es algo que se ve regularmente en otras zonas del país. Como que para mí es honrar la forma en la que somos, que va cambiando de región en región. Somos ocho países en realidad.
¿Es el amor un tema político?
─La película es como una viñeta. Me importa mucho hablar del afecto porque creo que lo personal es político y hablar del amor es político, sobre todo en una cultura donde las expresiones hegemónicas del amor se han ido relacionando con la posesión privada, algo que Jaime (su padre) explica muy bien. Desafortunadamente vivimos una invasión cultural muy grande y eso hizo que mi generación, incluso, viera primero besos en la televisión antes de darlos y es a partir de eso cuando construimos las situaciones románticas y no en torno a nuestras culturas. Pienso que hay que cuestionar cómo se han venido transformando.
Marán considera que algunas de las formas de decir te quiero, propias de este estado es a través de la comida, la reciprocidad y el estar presentes en momentos importantes de la vida, incluso en la muerte.
─El ejercicio de estar es una manera y son todas esas formas de efecto las que nos hacen ser lo que somos. Me pareció importante poder retratar y volver a enamorarnos de lo que somos, porque si no el mundo se convierte en una sola cara y lo bonito es que somos diferentes. El estar tiene muchas formas.
Decir te quiero no tiene que ser un acto similar. Hay tantas maneras de ser, como formas de decir perdón, no necesariamente a través de la palabra. Y son éstas las que nos permiten darnos cuenta de las varias maneras de existir y de relacionarlos. La colonización nos quitó incluso la seguridad de nuestros afectos y nos colocó necesidades que no nos corresponden. Cada cultura tiene sus formas. Lo horrible de la cultura hegemónica es que quiere contar una sola forma de hacer las cosas. El 14 de febrero trata de hacerse igual en todo el mundo, con el mismo globo, del mismo color. Eso es de una dimensión tan cabrona…
Luna, recuerdo que en entrevista Jaime Luna aseguró que se resistía un poco a asumir el concepto que se vive de la paternidad, sin embargo, parece que algo lo transformó ¿Cómo crees que se logra resignificar esa relación?
─ Como familia ha sido muy importante reconocer otras formas de ser padre, hay muchos documentales que exploran la relación hija o hijo y papá ausente, pero es bien cabrón porque el reclamo se plantea a partir de una forma de hacer la vida. Fue un proceso de descubrimiento que agradezco mucho y me parece importante compartirlo, porque más allá que me haya pasado a mí, nos permite cuestionarnos nuestras relaciones y cómo construimos esas formas de decir te quiero, para que podamos hacer ese ejercicio de recolocar los sentimientos y aceptar otras condiciones de vida, no solo las que vemos en pantalla.
Tío Yim narra la vitalidad de Jaime Martínez Luna, una persona entregada al arte y al activismo, así como las marcas que su compromiso político y la vida bohemia dejaron en su cuerpo, en sus obras, en su vida social y familiar, pero también documenta como en la figura de un padre ausente puede surgir el rasgo peculiar que deja cada persona o lo que distingue su ser.
La cinta se presenta este jueves a las 8 de la noche en la función inaugural del festival Ambulante 2019 en Oaxaca, en el teatro Macedonio Alcalá.